Me paré junto a la ventana y pude observar cómo el aire de la mañana movía las hojas secas de los árboles y los pájaros cantores anunciaban el inicio de un nuevo día.
Mis ojos se asombraron por el bello paisaje natural y sin darme cuenta,de un segundo a otro me quede mirando un ave tan bello de alas azuladas semejantes al cielo. El pequeño volaba rodeando los árboles y cantando con fervor su alegre melodia.
Solté un suspiro , exhalando todo el aire fresco ,y me pregunte ¿Qué se sentirá ser libre? , poder ir a los lugares que quiera, poder ser quien yo quiera. Un leve dolor se hizo notar en mi pecho al ser consciente de que no sabía la respuesta, mis ojos se entristecieron en cuanto me cuestioné si alguna vez lo sabría.
Mi pensamiento fue interrumpido por el ruidoso crujir de las escaleras. Esa madera vieja rechinaba tanto que incluso había llegado a saber quien se aproximaba con tan sólo oírlo.
Mi pulso se aceleró al darme cuenta de quien era, supe que no querría verme en ese momento casi desnuda en mi ventana , por lo que regresé a la cama con mucha cautela. Me envolví con las mantas y me acomodé dándole la espalda a la puerta hubo silencio y después oí cómo ésta fue abierta de par en par.
Se quedó callado un momento. Traté de mantener mi respiración relajada.
ㅡSé que no estas dormida ㅡMe lo dijo con un tono suave ㅡ. Por favor date un baño y prepárate, necesito hablar contigo. Genoveva ha preparado los panques de miel que tanto adoras.
Hubo un silencio y aunque no dijo nada pude notar su mirada sobre mí y esa expresión tan dura que siempre me dedicaba.
No perdió un segundo más y salió de mi alcoba mirando su reloj y dando un portazo.
Esa era su indolente manera de disculparse conmigo: ordenarle a la nana que hiciera la comida que de niña me fascinaba.
Pero ahora me traía recuerdos de mi madre así que ya no lo consideraba un premio si no un castigo y él estaba consciente de eso pero solía fingir que era un gesto de buena intención.
Volví a pararme y esta vez Genoveva entró. Sin decirme ni una palabra me preparó la bañera y pocos minutos después, me avisó:
ㅡEstá listo el baño, mi niña. Te dejo tu vestido en la cama, la esperaré abajo con el desayuno.
Pasó por mi lado y me dejó un tierno beso en la frente antes de marcharse.
Me metí al baño y deje caer la suave bata de seda blanca sobre mi piel. Su roce era para mi tan agradable que generó una sensación de satisfacción al punto que me relajó tanto que cerré los ojos.Me meti en la tina y me quedé sentada, viendo distraídamente el agua y mi cuerpo sumergido. Hace tanto que no le ponía atención a como se veía, a como era. A veces me gustaba hacerlo; contemplaba mi belleza, pasaba mis manos por mis piernas, por mi panza, incluso por mis pechos, acción que nunca se lo había dicho a nadie, ni siquiera a mi hermana. Era como uno de mis más profundos secretos.
Al salir ví el Vestido que se encontraba reposando sobre la cama. Dudé mucho en ponérmelo, se notaba muy incómodo. Tuve el presentimiento de que modelarlo este día me haría sentir más encerrada de lo que ya estaba.
Mis ojos repasaron el vestido elegante hecho con telas Muselinas,era de color negro, con un corset sencillo y arriba tenía el llamado cuello de Bertha era la ropa más elegante y apropiada.
Los ropajes que solía usar eran una marca social, tenía que vestir de esta manera y sentirme tan fastidiosa sólo para que todos supieran que mi padre tenía dinero y que yo era una buena candidata para el matrimonio.
Al final supe que ponermelo era lo mejor si quería evitar disputas. El corset era más ajustado de lo que imaginé, tanto que no me permitía respirar bien.
Deje mi rebelde cabello al viento y respiré profundo en un intento de reunir un poco de valor para bajar.
Una sensación desagradable invadió todo mi cuerpo al atravesar el pasillo de camino al comedor. Cuadros de mi familia adornaban las paredes; yo de bebé, mi hermana y yo jugando en el jardín, la familia el día de la boda de mis padres, entre otros. Y había uno en especial que no me había atrevido a mirar.
Lo dejé atrás sin más, pero mi mente traicionera me torturaba con esa imágen. Tantas veces me había quedado observando aquel cuadro particular que ahora yacía grabado en mi memoria. La pintura familiar me atormentó por algunos segundos que parecieron eternos. Tenía algo que la hacía diferente al resto, algo que me perturbaba: era la profunda tristeza de mi madre, esa misma se veía reflejada en su rostro tan clara que llegaba a invadirme y me afligía.
Me alejé en ese momento del corredor y entré por fin al salón donde Olivia me esperaba.
ㅡPensé que nunca bajarías ㅡsu expresión se suavizó un poco y ví el destello de una gran sonrisa al verme llegar ㅡ. Padre está en el despacho atendiendo a un burgués industrial, llevan ya un buen rato hablando.
ㅡ¿Sobre que? –dije sonriendo en forma de burlaㅡ: ¿Charlan sobre a qué hora van al teatro?
Antes de que Olivia pudiera decir algo, padre entró en la escena acompañado de un hombre que me resultó bastante peculiar por un detalle pues para mi sorpresa, era alguien joven.
Sus murmullos murieron antes de que alguna de nosotras pudiera oír algo. Ambos se acercaron a nosotras.
Se detuvieron delante de mí y el joven desconocido se inclinó para tomar mi mano con delicadeza y posteriormente besar el dorso de la misma.
ㅡBuenos días señorita Mariella, es un gusto poder conocerla al fin ㅡsaludó mientras se enderezaba, dejándonos ver la sonrisa maliciosa que adornaba su caraㅡ. Espero poder tener la oportunidad de verla pronto otra vez para tener un tiempo con usted ㅡTras ello, se dirigió a mi padreㅡ: Muchas gracias por permitirme entrar a su casa, señor Alessandro.
Se dirigieron a la puerta y el chico misterioso se fue.
Nos sentamos a desayunar, estaba nerviosa pues se me hacia raro que durante la comida mi padre no dijera nada, hasta que vi que mantuvo un rato la mirada centrada en mi hermana y ahí supe que empezaría la tormenta.
ㅡTu maestra de ballet me irritó con su visita sorpresa. Me interrumpió porque pensó que estabas indispuesta. Vino a verte, dijo que le preocupaba que llevaras días sin asistir a sus clases.
Mi hermana se quedo quieta sin decir nada.
ㅡOlivia, querida ㅡle llamó, y aunque las palabras podían tomarse como dulces, su tono fue todo lo contrarioㅡ. ¿Se puede saber por qué no has ido?
El rostro de Olivia amenazaba con volverse completamente blanquecino. Estaba tan nerviosa que pude notar el temblor de sus manos y el sudor comenzando a emanar de su frente. El cubierto se resbaló de su mano, pero ninguno reparó en eso. Ella pareció meditar muy bien sus palabras antes de cometer un error porque sabía que si lo hacía, provocaría una furia indetenible que acabaría en objetos siendo arrojados por toda la habitación y violentos gritos.
-Lo siento por no a vertelo dicho padre, pero no me gusta la danza, lo mio es la pintura y la poesía, no quiero dedicarme toda la vida a esto......
Papá azotó la mano contra la mesa y grito.
-¡Entonces solamente por que tu no quieres crees que vas a poder dejarlo! Pues no Olivia jamás dejaras el ballet me escuchas, jamás,serás alguien importante con esto y elevaras en lo más alto el apellido familiar , eso es lo que debes de hacer.
Mi hermana dejo caer las lágrimas en la mesa, mantenía la cebza baja, y me enfureció.
Me pare de la mesa y le grite.
-¡Es injusto ella no es feliz con esto, tu no puedes obligarla a nada!,.
Antes de que pudiera seguir desahogando mi furia con él, se levantó de su asiento y estrelló su mano contra la mesa. Eso alimento aún más mi coraje y pude sentir cómo la temperatura de mi rostro aumentaba.
ㅡ¡No vuelvas a levantarme la voz, niña! ㅡamenazó, ejerciendo tanta fuerza al hablar que creí que sus ojos saldrían de su cara ㅡ. En esta casa se hace lo que yo diga, ¿Entendiste? ㅡni siquiera me dió tiempo de responder, y él simplemente siguió hablando ㅡ: Si yo digo que baile, ella baila sin cuestionar mi puta autoridad. Y si te digo que te calles, cierras la maldita boca.... Hablas de necesidades como si alguna vez en tu vida te haya faltado algo. ¡Por favor, si les he brindado todo en bandeja de plata! Y así es como me pagan. Tanto sacrificio para que se vuelvan dos malcriadas que sólo saben quejarse ㅡsu voz disminuyó, pero el disgusto seguía presenteㅡ: Nadie más en esta familia ha sacrificado tanto por ustedes como yo.
Un ligero dolor brotó en mi pecho qué me molestaba y necesitaba decirlo.
ㅡSí hubo alguien que dió más que tú, y fue mi madre ㅡCon la cara en alto me levante para que vea que no logró intimidarmeㅡ. Y puedes golpearme todo lo que quieras, pero sabes que tengo razón.
De repente, el enojo se disipó y fue reemplazado por una expresión de burla. Su sonrísa irónica me molestó.
ㅡ¿Tu madre? ㅡse rióㅡ. Tu madre está muerta, porque fue una maldita cobarde...
Lo bofetie, tan fuerte que mi mano me dolió.
Nadie habla mal de mi madre nadie.
Se toco la cara, y clavo sus molestos ojos sobre mi, fue en ese momento cuando supe que estaba perdida, qué el coraje me cegó.
-¡¿Qué es lo que te pasa?!, ¡¿Acaso has perdido la cabeza?!
Me quede completamente callada, esperando me diera un golpe,pero en ese preciso momento el se acercó a mi hasta tenerme contra la pared.
-Esta es la última vez-Se acercó tanto a mi que pude verle hasta el alma - Me vuelves a pegar y yo mismo te entrego con tu madre¡¿Me oyes?!
No me salía la voz así que solo asentí con la cabeza, inmediatamente el se fue y hui a mi alcoba, era como un refugio para mi, me hacia sentir segura, protegida.
Me fui a mi habitación y pensé a que se refería con "Entregarme a mi madre" ¿El le hizo algo? ¿Fue el responsable de su muerte? Quería pensar que no, pero mi padre eran tan capas de todo, creo que hasta de matarme a mi si eso hiciera falta para sobresalir de su puesto.
Somos piezas de un juego para el, un juego en el que el se sabe las reglas, un juego en el que cualquier movimiento significaba la muerte.
Yo no quería perder, tenía que ganar.
Mi padre Alessandro toda su vida había sido un hombre frío, poco empatico y demasiado materialista, el era de un pueblo humilde así como mi mamá en Francia, solo que a él lo gobernada la ambición y la avaricia.
Un día la Reina Victoria fue al pueblo de mi padre buscando un nuevo esclavo, en cuanto lo vio quedo cautivada por su indescriptible belleza.
La reina le pago a mis abuelos para que entregaran a su hijo y esta se lo llevo, vistiendolo rápidamente con finas y delicadas telas.
Convirtiendoce así rápidamente en su mano derecha y el burgués más importante y temido de toda Escocia.
Odiaba su trabajo, le robaba a los que más lo necesitaban, los hacía menos y manipulaba a su antojo.
Cuando se aburrió de estar solo viajo a París y unos días después encontró a mi mamá, la separó de sus padres como hicieron con el y la obligó hacer su esposa, no, no la quería solo debía cumplir con su propósito de mujer y darle unos buenos descendientes, pero, para su mala suerte fuimos dos hermosas niñas y mi padre la odio por eso, y no se canso de hacerle daño hasta el día en que murió.