Capítulo 6 Plagio

Esteban frunció el ceño al instante, pues pensó que Katherine era tan codiciosa como su familia. Ahora que ya no tenía ni su prima ni a su exnovio cerca, estaba tratando de encontrar una manera de aprovecharse de Esteban.

La amable abuela de este último debió de haberse engañada por la apariencia humilde de Katherine. ¡Pero Esteban no cometería el mismo error! Él estaba decidido a demostrarle a su abuela que Katherine era el tipo de persona que solo quería aprovecharse de sus riquezas.

"Sí, he pagado este apartamento en su totalidad. Sin embargo, desde ese entonces la empresa ha experimentado algunos reveses financieros. A decir verdad, uno de mis socios comerciales se escapó con una fuerte suma de dinero, y como ahora la empresa se encuentra corta de fondos, este apartamento será subastado pronto. Viviremos aquí temporalmente". Mientras Esteban hablaba, fingió una expresión de vergüenza.

"Oh, comprendo". Después de pensar un rato, Katherine esbozó una sonrisa brillante y, en un esfuerzo por consolar al hombre, agregó: "No te preocupes. Menos mal que ahorré un poco de dinero y compré un apartamento, sin embargo, es un poco pequeño. Si te parece bien, en el futuro podemos mudarnos ahí".

El hombre se quedó un poco aturdido, pues nunca se imaginó que Katherine reaccionaría así. Entonces, con los ojos entrecerrados estudió su expresión con cautela.

¿Acaso estaba jugando al gato y al ratón con él?

La verdad era que lucía y sonaba sincera; al menos no parecía estar fingiendo. Debido a eso, Esteban empezó a dudar de su propio juicio.

Después de estudiar a la chica durante un rato, se aclaró la garganta y dijo secamente: "Creo que la empresa puede aguantar un poco más. Esperemos y veamos cómo se desarrollan las cosas".

"Está bien", contestó Katherine con un asentimiento, después de lo cual no dijo nada más.

Entonces, Esteban la llevó hasta la puerta de una habitación desocupada, y le dijo: "A partir de ahora puedes quedarte aquí. Después de todo, nos acabamos de conocer y no existe ningún sentimiento de por medio. Primero, nos tratémonos como compañeros de cuarto. El resto lo descubriremos sobre la marcha".

La chica quedó muy satisfecha con la decisión de su esposo, por lo que aceptó sin dudarlo: "¡Me parece bien!".

"Por cierto, puedes hacer lo que quieras en la sala de estar, la cocina, etcétera, pero no puedes entrar al estudio, ¿lo entiendes?", agregó Esteban.

Katherine asintió de nuevo, al mismo tiempo que contestaba: "No te preocupes, no soy el tipo de persona que husmearía así. Espero que puedas hacer lo mismo por mí, y respetar mi privacidad".

No pasó mucho tiempo antes de que la pareja llegara a un acuerdo acerca de sus condiciones de vivienda. Poco después, se retiraron a sus respectivas habitaciones para descansar.

Al día siguiente, Katherine se levantó con el sol para preparar el desayuno. Quería prepararle algo delicioso a Esteban para agradecerle toda su ayuda.

Cuando el chico se levantó, encontró un plato de huevos fritos crujientes y un vaso de leche esperándolo en la mesa del comedor. Para ser honesto, ese desayuno no parecía muy apetecible.

Cuando entró al comedor, no pudo evitar fruncir el ceño y mirar hacia la cocina inconscientemente, solo para descubrir que Katherine aún estaba ocupada preparando algo.

Al parecer la chica pudo sentir la mirada de Estaban, ya que rápidamente lo miró por encima del hombro, y le dijo: "Aguarda un momento. Todavía estoy friendo el tocino. Ya casi está listo".

Dicho eso, Katherine continuó con lo que estaba haciendo.

Esteban rara vez vivía en ese apartamento, y las pocas veces que venía siempre estaba solo. Por lo tanto, cuando miró la escena que estaba desarrollándose frente a él, un sentimiento extraño surgió en su corazón.

Unos minutos después, Katherine salió de la cocina con un plato de tocino bien caliente. Esteban, por su parte, todavía estaba ahí, aturdido. Justo cuando la chica estaba a punto de decir algo para hacer que su esposo volviera a la realidad, su celular sonó de repente.

Al ver que era una llamada de la empresa, respondió sin dudarlo.

"Katherine, ¿dónde estás? Tienes que venir a la oficina ahora mismo. ¡Algo malo sucedió!".

Sin esperar una respuesta de Katherine, la colega que la llamó colgó.

La chica no pudo evitar tener un mal presentimiento acerca de eso... Como no podía demorarse, se marchó del apartamento a toda prisa, y sin probar bocado.

Al ver que la chica se fue sin siquiera despedirse, Esteban frunció levemente el ceño.

Luego, cuando miró la comida que estaba sobre la mesa, perdió el apetito, e incluso estuvo a punto de llamar a la limpiadora para que la tirara.

Pero justo cuando marcó el número de la empleada, recordó que un momento antes Katherine había estado muy concentrada en la cocina preparando el desayuno. Sin pensarlo, colgó, se acercó a la mesa y probó los huevos fritos.

Un instante después, sus cejas se alzaron con sorpresa, pues no esperaba que el sencillo desayuno supiera tan bien.

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Entretanto, poco después Katherine llegó a la empresa, gracias a su confiable bicicleta eléctrica.

Tan pronto como entró al edificio, los empleados la miraron con extrañeza.

Luego, cuando llegó a la oficina del Departamento de Diseño, descubrió que era un absoluto caos.

"¿Qué diablos está pasando?", preguntó con el ceño fruncido, de pie en la puerta y contemplando la escena que se desarrollaba frente a ella.

"¡Katherine, por fin llegas! ¿Ya viste el borrador que Cilice Design publicó hoy? ¡Estamos perdidos!", preguntó su colega, Olivia Flores, mientras con ansiedad la jalaba al interior de la oficina.

El ceño de Katherine se hizo más profundo mientras preguntaba: "¿Qué tiene que ver Cilice Design con nosotros?".

Olivia le mostró a Katherine el borrador del diseño que dicha empresa había publicado, al mismo tiempo que le explicaba la situación brevemente: "El borrador que debíamos publicar hoy a las diez en punto es muy similar al que Cilice Design publicó hace un rato. Si publicamos nuestro diseño ahora, la gente pensará que lo plagiamos".