¡He Pecado!
img img ¡He Pecado! img Capítulo 7 Deseos desconocidos.
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Capítulo 11 Reconocer la tentación img
Capítulo 12 Plegarias escuchadas. img
Capítulo 13 Ardientes confesiones. img
Capítulo 14 Tentación. img
Capítulo 15 Ceder o no ceder a los instintos img
Capítulo 16 Eucaristía img
Capítulo 17 Oportunidad. img
Capítulo 18 Hombres prohibidos. img
Capítulo 19 Un beso, solo eso. img
Capítulo 20 ¿Escuchar al corazón ó dejarse guiar por la razón img
Capítulo 21 Admitir debilidades. img
Capítulo 22 Ayudar al prójimo img
Capítulo 23 Matrimonio en peligro img
Capítulo 24 Un imposible img
Capítulo 25 Anatomía del placer img
Capítulo 26 Pecado consumado. img
Capítulo 27 Amores prohibidos img
Capítulo 28 Un Anibal roto. img
Capítulo 29 ¿Está mal img
Capítulo 30 Olimpiadas amatorias. img
Capítulo 31 Señales para no amar. img
Capítulo 32 Los deseos de la carne. img
Capítulo 33 El lamento de un alma. img
Capítulo 34 Una confesión dolorosa. img
Capítulo 35 Un regalo de amor. img
Capítulo 36 Estás jugando con fuego. img
Capítulo 37 ¿De qué huyes img
Capítulo 38 El amor de un padre. img
Capítulo 39 Amarga despedida. img
Capítulo 40 Amigas reencontradas. img
Capítulo 41 Dos extraños que duermen juntos. img
Capítulo 42 Incomprendida img
Capítulo 43 Reproches. img
Capítulo 44 Pagar penitencia. img
Capítulo 45 Hasta que la muerte nos separe. img
Capítulo 46 Mantener las esperanzas. img
Capítulo 47 Doble chantaje. img
Capítulo 48 Sentirse sola. img
Capítulo 49 Embarazada. img
Capítulo 50 Sorpresa. img
Capítulo 51 La decisión correcta img
Capítulo 52 Ratificar el amor. img
Capítulo 53 Piel a piel. img
Capítulo 54 Amor de padre. img
Capítulo 55 Votos de amor img
Capítulo 56 Un acto de amor. img
Capítulo 57 Al acecho. img
Capítulo 58 Qué pequeño es el mundo. img
Capítulo 59 Decidido. img
Capítulo 60 Travesuras en el confesionario. img
Capítulo 61 Libre para amarte. img
Capítulo 62 Instrumento del mal. img
Capítulo 63 No juegues a ser Dios. img
Capítulo 64 La piedra de tropiezo. img
Capítulo 65 ¡Una arpía! img
Capítulo 66 Una visita inesperada. img
Capítulo 67 ¿De qué es capaz img
Capítulo 68 La mano de Dios. img
Capítulo 69 Hasta que la muerte nos separe. img
Capítulo 70 ¿Un castigo img
Capítulo 71 Es mi esposo. img
Capítulo 72 Amor de madre. img
Capítulo 73 De sacerdote a CEO img
Capítulo 74 La voz de dios. img
Capítulo 75 Sé mi esposa. img
Capítulo 76 Locura img
Capítulo 77 Deben pagar el precio. img
Capítulo 78 la fiesta de purificación img
Capítulo 79 Tu amor es un pecado img
Capítulo 80 Salvación img
Capítulo 81 Dolorosa decepción. img
Capítulo 82 Dios perdone tus pecados. img
Capítulo 83 El amor siempre vence. img
Capítulo 84 Epílogo; Amar sin culpas. img
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Capítulo 7 Deseos desconocidos.

Después de despedirse de Amy y negarse a qué la llevara o la acercara a la estación de metro, decidió caminar un poco, sabía a dónde iba, pero se negó a no terminar de transitar el camino...

Era tarde, y al entrar a la iglesia, escuchó como el padre Samuel oficiaba la misa, con su voz potente pero cargada de compasión y ternura, lo escuchó dar consejos espirituales a todos los presentes... y cuando la misa llegó a su fin, luchando contra su deseo de ir hasta donde el sacerdote estaba, se puso en pie y salió de la iglesia a toda prisa, en dirección al metro...

*******†*******

Samuel, no podía dejar de pensar en la pelicastaña, se reprendía al encontrarse nuevamente divagando sobre ella... ella le había impresionado y se imaginaba que por eso, había imaginado su rostro entre los feligreses, mientras celebraba la misa, supuso que se debía a que ella se había quedado en sus pensamientos.

La mujer estaba atravesando un mal momento, y quería suponer que debido a eso le generaba esa cierta... curiosidad. Sin embargo, debía reconocer que... desde el día en que la vio allí, en aquel banco de la iglesia llorando, sintió pena por verla tan triste, sintió ganas de acercarse, consolarla y protegerla.

No lo entendía, y suponía que se debía a qué la había visto tan afligida... una mujer tan bonita no debería tener motivos para llorar.

Un momento... detuvo sus pensamientos. ¿Bonita?, ¿Ámbar Hobbs, le parecía bonita?, Si, la verdad era que si, y esperaba que eso no fuese nada malo, suponía que no lo era, aquella era una jóven dotada de la virtud de la belleza...

Nunca antes se había fijado en esos detalles, nunca antes la belleza de ninguna mujer había sido tan visible a sus ojos.

¿Qué tenia de especial Ámbar Hobbs?, ¿Por qué despertaba esa curiosidad en él?

-¿Qué son estos extraños pensamientos, Samuel?, ¡Debes rezar, no des espacio a malos pensamientos!

Aquella noche, decidió que no visitaría a su madre, se quedaría en la iglesia, por ello después de asegurarse de que todo estaba en su lugar, que las puertas estuviesen bien cerradas, se marchó a la oficina, quizás un poco de lectura le ayudaría... no pudo concentrarse en lo que aparentaba leer, así que se fue directo a su habitación, tomó una ducha y se colocó su sencillo pijama, tomó su biblia y leyó un pasaje que hablaba del amor de Dios para con sus hijos, al terminarlo, cerró la biblia y colocándose de rodillas en la cama, se dispuso a rezar.

Hizo la señal de la cruz y comenzó con sus plegarias... al terminarlas hizo nuevamente la señal de la cruz, se levantó y apagó las luces de la habitación y se metió a la cama para descansar...

Poco tardó en despertar con la respiración agitada y el sudor resbalando por su frente... abrió los ojos y se sintió desorientado por la oscuridad... se sentó en la cama buscando calmar los latidos de su corazón...

¿Qué había sido aquello?

Una pesadilla...

Un sueño...

Ámbar se había colado en sus sueños, logrando perturbarlo, soñó que ella lo besaba en los labios, de una manera apasionada y pecaminosa.

-¡Oh, Dios mío!-gimió el sacerdote -¿Qué es ésto?- no podía reconocer los sentimientos que lo embargaban... ¿Por qué estaba soñando que ella lo besaba?-¡Perdóname, Dios mío, perdóname!- a ciegas y a oscuras se lanzó de rodillas frente a la cama, mientras elevaba plegarias y suplicaba el perdón divino, él era un hombre de Dios, un elegido, como decía su madre, un sacerdote, un siervo de la obra terrenal de Dios, y un hombre con visión y ministerio eclesiástico, él... él no podía tener esos sueños, esos pensamientos, esos... deseos... -¡Perdóname, Padre!-gimió angustiado, buscando el consuelo divino.

***********

Ámbar tampoco podía dormir, daba vueltas y vueltas en la cama, ansiando desesperadamente conciliar el sueño, poder apartar de su cabeza la imagen de aquel tentador hombre, anhelaba poder hacer a un lado sus deseos carnales y comprender que él estaba prohibido, Samuel Thompson no era un hombre para codiciar...

Pero, ¿Cómo?, ¿cómo podía explicarle a su cabeza y sobre todo a su cuerpo que no obtendría lo que anhelaba?

Un gemido de frustración escapó de su boca, mientras golpeaba con fuerza la almohada... Era demasiado deseo para ser contenido, en un rápido movimiento se deshizo de las bragas con las que dormía, y el camisón, cerró los ojos, mientras sus manos vagaron por su cuerpo desnudo, acariciando suavemente, el roce de sus dedos la estremecía, mientras a ojos cerrados se imaginaba las grandes y calidad manos del sacerdote recorriendo su cuerpo, tocando lugares que seguramente serían prohibidos para él... separó sus muslos, permitiéndole a su mano llegar a rozar su femineidad, mientras que la otra mano jugaba con sus pezones ya erectos y sensibilizados... su respiración se agitó, y se mordió el labio inferior... mientras la mano que estaba entre sus pliegues, conseguía el epicentro de su deseo, el lugar de combustión que calentaba su sangre... la mano acarició con velocidad, mientras abría su boca para gemir.

-¡Oh... Samuel!- se contorneaba y retorcía de placer, al imaginarse que era el padre quien hundía sus dedos dentro de ella, y la empujaba al placer, imaginar todo lo que podría hacerle-¡Si ... Si!- placer absoluto, cuando el orgasmo la golpeó con violencia, mientras la imagen del inocente Samuel llegaba a ella como un aliciente a su deseo, impulsandola al placer... con los ojos aún cerrados, desplomó la espalda en la cama, mientras luchaba por recuperar la respiración...-esto no es suficiente...-se dijo ahogadamente- lo necesito a él, no es como dijo Amy, no quiero apagar la llama, quiero que arda...- Adormecida por el placer obtenido, se cubrió con las sábanas- tienes que ser mío Samuel... mío...

********************

-Hijo...- Ana llegó hasta Samuel y besó su mano, para luego darle un abrazo. -pensé que vendrías anoche.

-Tenia asuntos que atender en la iglesia-sonrió- pero me alegra verte hoy, he venido para solicitar tu ayuda.

-Por supuesto, hijo. Siéntate, tomemos una taza con té- le dijo sonriendo, mientras solicitaba al personal, el servicio de té. Cuando cada uno sostenía su correspondiente taza, la mujer indagó -¿De qué se trata?

-Hay una jóven que ha venido a la iglesia en busca de ayuda, está atravesando un mal momento, ha sido despedida y necesita un nuevo lugar para vivir, de preferencia cerca de esta zona, por la situación del nuevo empleo. ¿Conocerás a alguien que tenga algún lugar disponible?, no cuenta con un gran presupuesto, así que debe ser algo que ella pueda cubrir.

-Eres tan bueno, querido hijo-Sonrió.

-Solo quiero ayudarla, está pasando un mal momento, y la vi tan quebrantada emocionalmente, todos somos creación de Dios, madre, y sabes que me complace ser instrumento para bendecir a otros.

-Lo sé, lo sé-sonrió de nuevo- Antonia tiene un lugar cerca, es muy bonito aunque no muy grande, solo una habitación, el espacio e bastante reducido, es el que usaba su hijo para estar cerca del trabajo, al menos antes de casarse. Lo ha tenido desocupado durante mucho tiempo, quizás pueda conversar con ella y explicarle la situación para que la joven pueda usarlo y además se lo deje en un bajo precio, a fin de cuentas está desocupado.

-¡Eso seria de gran ayuda, madre!-le sonrió y se inclinó hacia ella para besarle la mejilla.-seguramente ella lo agradecerá, y Dios nos bendecirá por auxiliar a una de sus hijas.

-Amén, hijo mío, ya sabes que soy una creyente dispuesta a toda buena obra...

-Lo sé, madre, lo sé.

            
            

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