La embarazada del CEO
img img La embarazada del CEO img Capítulo 5 Sus ojos sobre mí.
5
Capítulo 6 Caballero. img
Capítulo 7 Amenaza. img
Capítulo 8 Él hombre que no puedo sacar de mi cabeza. img
Capítulo 9 Maximillian. img
Capítulo 10 Nerviosa. img
Capítulo 11 Despertaste su atención. img
Capítulo 12 Sueños. img
Capítulo 13 Buscando su mirada. img
Capítulo 14 Bailar. img
Capítulo 15 Conquistarlo. img
Capítulo 16 Mariposa. img
Capítulo 17 ¡Déjala ir! img
Capítulo 18 Movimiento de caderas. img
Capítulo 19 La quiero a ella. img
Capítulo 20 Atracción sexual. img
Capítulo 21 ¿Celos img
Capítulo 22 Ella no es nada para mí. img
Capítulo 23 ¡No te acerques a mí! img
Capítulo 24 Feliz cumpleaños, mariposa. img
Capítulo 25 Latidos apresurados de mi corazón. img
Capítulo 26 El asesino de Tatiana. img
Capítulo 27 Confío en ti. img
Capítulo 28 Verdad. img
Capítulo 29 Escape. img
Capítulo 30 Nueva casa. img
Capítulo 31 ¿Serás mi enfermera img
Capítulo 32 Sus ojos fijos sobre mí. img
Capítulo 33 Mi novia. img
Capítulo 34 Sólo para él. img
Capítulo 35 ¿Intentas seducirme img
Capítulo 36 Dormir juntos. img
Capítulo 37 Domingo familiar. img
Capítulo 38 La manera en que me besa. img
Capítulo 39 ¿Boda img
Capítulo 40 Intenso deseo. img
Capítulo 41 Quiero que me hagas el amor. img
Capítulo 42 Húmeda. img
Capítulo 43 Eres la única. img
Capítulo 44 No vas a casarte con él. img
Capítulo 45 Quería que me salvaras. img
Capítulo 46 Besos dulces. img
Capítulo 47 Estás embarazada. img
Capítulo 48 ¿Quieres ser mi esposa img
Capítulo 49 Nuestro hijo. img
Capítulo 50 De repente. img
Capítulo 51 Voy a casarme con él. img
Capítulo 52 Puede besar a la novia. img
Capítulo 53 Ahora eres mía. img
Capítulo 54 De vuelta a la realidad. img
Capítulo 55 Si eso quieres. img
Capítulo 56 Condenado. img
Capítulo 57 Completamente feliz. img
Capítulo 58 Se siente tan bien. img
Capítulo 59 La calidez de su abrazo. img
Capítulo 60 ¿Cómo está ella img
Capítulo 61 No voy a perderte Rebecca. img
Capítulo 62 Ayúdame. img
Capítulo 63 Debo huir de aquí. img
Capítulo 64 La amo. img
Capítulo 65 Mi bebé. img
Capítulo 66 El mejor regalo de la vida. img
Capítulo 67 Pequeño Markus. img
Capítulo 68 Eres mi esposa. img
Capítulo 69 Una sacudida a mi ser. img
Capítulo 70 Acoplados. img
Capítulo 71 ¿Te pusiste celoso img
Capítulo 72 Es tan preciosa. img
Capítulo 73 Hablaremos. img
Capítulo 74 ¿Cuándo vamos a vernos img
Capítulo 75 No quiero que vayas sola. img
Capítulo 76 Siempre que me necesites. img
Capítulo 77 Yo también te hecho de menos. img
Capítulo 78 Estoy cansado de que te alejes de mí. img
Capítulo 79 Sólo disfruta del momento. img
Capítulo 80 Max, te amo. img
Capítulo 81 Hasta el último día de mi vida. img
img
  /  1
img

Capítulo 5 Sus ojos sobre mí.

Rebecca:

Ilusamente creí que podía ser una buena idea conocer a las otras chicas.

Pensar que ellas podían estar sufriendo lo mismo que yo, sin embargo me sorprendí entendiendo que no todas las personas internalizamos las situaciones de la misma manera.

No puedo hacer lo que ellas hacen... me parece repulsivo.

Una falta de respeto a mí misma.

A mis creencias.

A mis valores.

Pero después entiendo el trasfondo de todo...

Somos desafortunadas.

No tenemos otra opción.

Es tu elección decidir sin embargo somos mucho más rápidos juzgando a los demás para darnos cuenta de que no somos empáticos.

No todos tenemos elección y me siento avergonzada por creer que mi realidad es igual a la de los demás.

Que juzgué sin pararme a pensar que no sé realmente como son las vidas de las chicas aquí.

¿Qué pasa por sus mentes?

Probablemente nunca me hubiera puesto a pensar en nada como eso pero vi a Jenica. Ella es como el resto de chicas que se encuentran aquí adentro.

Coqueta.

Preciosa.

Alta.

Llama la atención con cada paso que da porque realmente parece una modelo de pasarela, aunque hay algo especial en ella.

Un motivo.

Su hijo.

Christel me presentó con las chicas que no tenían que estar afuera en este momento y terminé por un instante huyendo al baño como excusa aunque la verdad es que no quería estar cerca de ellas demasiadas tiempo.

En lo que estuve ahí estuve siendo censurada con miradas de advertencia mientras que sus ojos me fulminaban y destruían.

No quise seguir siendo presa de furia así que entré al cubículo popular de las chicas.

No todas poseen baños en las habitaciones según lo que escuché y las que sí lo hacen son privilegiadas por lo que creo que esa es una causa más para su molestia desmedida conmigo.

¡Como si yo fuera culpable!

Entré finalmente y ahí fue donde vi a Jenica.

Ella no me miró.

Estaba tan ocupada arreglando la ropa de su hijo que no lo hizo.

La miré con curiosidad sabiendo que ese niño era suyo por la forma dulce y maternal que tenía ella de tratarlo.

El niño si miró en mi dirección sonriéndome tímidamente a lo que yo no tardé en corresponder.

Es un niño muy lindo.

-Hola -saludé algo temblorosa esperando recibir el mismo trato que las chicas me habían dado.

Es normal.

A la nueva siempre la ponen en el ojo del huracán para ver cómo se defiende.

No quiero tener problemas con nadie aquí.

Lo único que quiero es salir.

Conseguir una casa y...

¿Mi sueño de ir a la universidad estaba desechado?

De sólo pensarlo mi corazón se apretó pero yo no me atreví ni siquiera a pensarlo.

Me enfoqué en el momento presente donde la mujer se levantaba completamente girándose en mi dirección.

Escaneó mi cuerpo sin ninguna expresión en su rostro al mismo tiempo que tomaba la mano de su hijo con suavidad pero con posesividad marcada.

Cuando su mirada se posó en mi rostro pareció relajarse un poco más aunque no del todo.

Es como si siempre estuviera alerta.

Puedo entenderla.

Todo aquí me resulta peligroso.

Y yo no tengo a nadie pero ella tiene a su pequeño.

Comprendo su precaución.

-Hola -me respondió al fin.

-Soy Rebecca, aún no nos han presentado -le dije acercándome a ella para tenderle mi mano la cual recibió con calidez estrechándola.

-Mi nombre es Jenica, él es Jacob -me dijo con amabilidad aunque sus ojos se mantenían fijos sobre los míos con intensidad como si intentara descifrarme astutamente-. Mi hijo.

-Oh, es un placer.

Que niño más guapo -le dije sonriéndole y el pequeño me devolvió la sonrisa con timidez.

-Saluda Jacob -indicó su madre.

Él le dio una rápida mirada a ella quien enseguida le sonrió a lo que el pequeño volvió sus ojos en mi dirección teniendo el permiso de su madre.

-Hola, tienes un cabello muy bonito.

La sonrisa se extendió en mi boca sintiéndome llena de calidez.

Por primera vez en muchos días me sentía más calmada.

Los niños siempre me han gustado muchísimo.

De hecho siempre pensé en estudiar arte para licenciarme como maestra y enseñar a los niños más pequeños.

Me tensé un poco ante ese recuerdo pero me obligué a no ponerme triste de nuevo.

-Muchas gracias Jacob, eres un niño muy dulce.

-Fue un placer conocerte, Rebecca. Jacob debe dormir ahora así que nos iremos.

-Adiós, dulces sueño.

Jenica se fue sosteniendo a su hijo con fuerza pero sin hacerle daño como si pensara que alguien podría llegar y arrebatárselo.

No la culpo.

El vivir aquí me hace volverme paranoica.

¿Por qué ella está en un lugar como este con un niño pequeño?

Será muy difícil para ella.

Siento pena por Jenica más de la que siento ahora por mi misma aunque trato de no pensar en ello.

Camino hasta el espejo arreglándome un poco el pelo pero no puedo evitar bajar mi mirada por mi cuerpo.

La ropa que llevo es reveladora y nada pudorosa. Se adhiere a mi cuerpo como una segunda piel.

No soy de usar demasiado los tacones pero agradezco a Dios que sé caminar con estos porque de no ser así no sé cómo estuviera ahora.

Christel me dijo que es casi prohibido para las chicas estar descalzas o en zapatillas mientras que sea hora de la función.

Los hombres aman los tacones.

Se excitan con estos.

Probablemente por lo poderosas que nos vemos al usarlos, no lo sé.

Trato de mantenerme firme.

Igor, uno de los trabajadores de este lugar me entregó el dinero que me había ganado del show.

Christel me había aconsejado que guardara un poco de dinero para cosas personales antes de darle a Răzvan el dinero sin embargo me rehúso a hacerlo.

Quiero salir de aquí cuanto antes.

Eso es lo primordial.

Ellos cubren las necesidades básicas.

La comida, el agua.

Nosotras no tenemos que dar nada sólo lo que debemos y por mi parte lo que el desgraciado de mi padre debe.

Necesito hablar con Răzvan para saber el monto que mi padre le debe.

Christel me dijo que Răzvan es legal y que si me trajo aquí fue porque en la cláusula que mi padre firmó me daba a mí como garantía.

-Para eso yo tendría que haber firmado ¿No? -espeté en ese momento a Christel y ella asintió antes de responderme.

-Pero lo hiciste fețită.

Yo vi el contrato.

Lo más probable es que tu padre te haya mentido para hacerlo, tu firma está ahí.

Puedes pedirle a Răzvan que te lo enseñe.

Tienes una opción.

No creas que no es así pero lamentablemente si te vas de aquí sin pagar, Răzvan levantará cargos contra ti. No confía en la gente y por alguna razón cree que si las chicas se van de aquí es para escapar y no pagarles su dinero.

Es muy poderoso así que hará que te arresten si lo haces, lo que obviamente será mucho peor para ti -me avisó y yo asentí en ese momento.

Mis ojos habían permanecido fijos al espejo mientras recordaba esas palabras.

Obviamente le pediría a Răzvan que me mostrara el contrato.

No podía quedarme con la duda.

Cuando mi madrastra -que fue quien me crió- estuvo a punto de morir y estuvo en una clínica hospitalizada firmé algunas cosas para papá sin leer siquiera.

Mi mente estaba en Doina, mi madrasta.

La única madre que había conocido para mí.

Era posible que él se hubiera aprovechado de ese momento de vulnerabilidad y me hubiera utilizado.

¿Cómo era capaz?

¿Cómo podía hacerle eso a su única hija?

Apreté mis puños molesta y salí del baño para volver donde estaba Christel con las otras chicas.

Las dos que quedaban eran rubias tal y como la esposa del jefe.

Ellas se llamaban Anca y Romina, pero ahora no están solas.

Entre ellas hay un hombre sentado.

Es muy guapo.

Su tez es morena.

Su cabello es ligeramente ondulado.

Ambas chicas tienen las manos sobre él con posesividad mientras que él le susurra algo al oído de Romina.

La puerta hace un sonido cuando la cierro detrás de mí llamando la atención de las cuatro personas que hay aquí dentro.

Me tenso cuando sus penetrantes ojos se posan con interés en mí ocasionando que me pusiera muy nerviosa y ansiosa.

No me gusta la atención sobre mí.

Las chicas parecen pensar lo contrario de mí ya que me fulminan con la mira fuertemente.

Es obvio que mi presencia les disgusta, claramente no están tan ansiosas en conocerme como Christel lo había planteado.

Me estremezco y poco contrariada apartando la mirada de ellas para posarla sobre Christel quien me sonríe a duras penas como si pudiera leer mi mente.

-Jade, este hombre que está aquí es Rashim Moldovan. Es el hermano menor de Răzvan.

El aludido dio un escaneo por mi cuerpo incomodándome cuando le tendí mi mano para saludarlo sin querer ser grosera aunque ese hombre y me intimidara no voy a mostrárselo.

- ¿Cómo que Jade? Estamos en confianza cuñada, puedes decirme como se llama realmente.

-Claro que no -espeta ella y él ríe tendiéndome la mano.

-Es un placer, hermosa -murmuró con coquetería evidente provocando que yo me tensara.

Su mano hace contacto con la mía para estrecharla y yo asiento de inmediato con la cabeza.

-El placer es mío.

Tan rápido como lo digo me aparto de su toque incómoda pero sin ser tan evidente.

Él amplió una sonrisa que no supe como interpretar pero me volví hasta donde estaba Christel una vez más sintiendo la mirada de él sobre mí y lo que era peor. La de las chicas acribillándome.

Escuché que la puerta se abrió una vez más pero no quise voltear.

Necesitaba que Christel me sacara de aquí.

Tuve suficiente por esta noche así que se lo hice saber.

-Fetiță, la noche es joven.

-Lo sé pero yo estoy un poco cansada, por favor Christel -supliqué.

Era ella quien me tenía que llevar a mi habitación.

Yo no podía irme sola pero cuando la vi suspirar me llené de esperanza.

Por un momento sentí la intensidad de una mirada detrás de mí sin embargo no le di importancia.

-Está bien -dijo soltando un suspiro-. Chicos, volveré en breve.

-Las esperamos -dijo en un tono divertido y a la vez coqueto el cuñado de Christel haciéndome sentir mucho más incómoda.

Gracias al cielo Christel no dijo nada y las dos nos giramos para salir pero fue en ese momento en el que vi a ese hombre frente a la puerta.

Era él.

Quien me había visto bailar.

Sus ojos se clavan en mí como allá afuera y me siento terriblemente intimidada por él.

Hay algo en su mirada retadora.

Algo peligroso.

Intenso.

Contengo el aliento sabiendo que voy a pasar por su lado y escucho como Christel lo saluda pero él mantiene sus ojos sobre mí pero aún así lo ignoro.

Alzo mi barbilla y miro hacia el frente sin voltear a verlo otra vez pero su nombre dicho por Christel se clava en mi cabeza sin podérmelo sacar de ahí y repitiéndolo más de una vez.

Maximillian.

                         

COPYRIGHT(©) 2022