¡Malditos Adolescentes Enamorados!
Si tan solo me hubiese atrevido a hablarle cuando más lo quise, cuando lo veía pasar todas las mañanas a través de mi ventana. Era un chico alto, robusto, corpulento, con sus brazos impregnados de tatuajes en blanco y negro, sin dejar de lado una mirada seria, penetrante y de pocos amigos que obligaba a las personas a cruzar la calle y evita cruzarse en su camino.
Si tan solo hubiera dejado guardado mi orgullo y así empezar lo que sería mi perfecto castillo de fantasía en el que me encierro todas las noches cuando quiero olvidar por un rato mi realidad, luchando por graduarme de abogacía y empezar mis estudios en Medicina, una ardua vida que no me deja ni un segundo de tranquilidad;
vivo bajo la presión de la Universidad, pero a veces, en mis ratos libres regreso a esos bellos momentos en Diciembre que era lo máximo, y lo eran no por la atmosfera navideña, ni por los suntuosos regalos debajo del árbol, ni por la apetitosa cena de
medianoche, ni por los campanazos de la iglesia al anunciar el nuevo año, ni por los filántropos vestidos de Santa Claus que llenaban de sonrisas los rostros de los niños más necesitados...
Lo era porque estaba con él.
¿Necesitaba otra razón para sonreír? ¡No! La felicidad me acompañaba hasta que los caminos entre nosotros se separaban.
Lo conocía desde pequeña, cuando yo ni siquiera había empezado el bachillerato; me llevaba 1 año, pero aparentaba mucha más edad, siempre lo veía pasar temprano frente la casa de mi abuela con una expresión serena y distante que quitaban los deseos de dirigirle la palabra. Nunca había escuchado su voz, me preguntaba que existía detrás de esa mirada hierática, el mutismo infinito del cual nunca salía, ya que solo saludaba con ademanes y señas oculto detrás de enormes lentes oscuros que nunca se quitaba.
Quería saludarlo y siempre vacilaba, mis pasos eran interrumpidos por mi clara consejera la timidez. Creo que nunca quise hablarle porqueeníamos los mismos Temperamentos Sanguíneos y tal vez terminaríamos peleados y con ninguna ganas de volver a hablarnos en el futuro, pero igual mi interés estaba centrado en esa figura tan enigmática que me llenaba de suspiros y me ponía a pensar en mis horas de insomnio.
...
Yo soy muy romántica, pero no creo en el amor... ¿Me entienden? Creo que no; el destino me ha deparado un final devastador, una oportunidad que nunca debí tomar, a veces me arrepiento de tantas cosas que hice pero a la vez me enorgullece haberlas vivido, eso me da a entender que era más fuerte de lo que creía.
Nadie en el Barrio cruzaba palabras con él, basándose en la razón de que uno de sus hermanos había parado en la cárcel por los pasos que decidió seguir, y todos creían en el aforismo:
"Lo que ves es lo que serás"
Y se ahorraban el gesto del saludo.
Pero al mismo tiempo no sabía qué hacer, ¿Lo llamo? ¿Qué se esconde detrás de tanta incertidumbre? ¿Nadie lo quiere? ¿Nadie deseaba saber la causa de su rara indiferencia? El resultado de la ecuación no daba exacto y las variables se escondían herméticamente en el rincón más oscuro del misterio.
Faltaba poco para yo cumplir los 18 y mis padres me regalaron un teléfono. Solo había agregado a mis amistades y familiares y casi nadie me escribía un mensaje de buenos días, o me preguntaban qué estaba haciendo o cómo iba en las clases; cuál no sería mi sorpresa cuando a los pocos días me llega un mensaje de texto que decía simplemente una palabra:
"Hola"
Al principio pensé que era alguna de mis amistades o cualquier broma de mal gusto, pero después cuando voy a responder tan curioso texto me llega otro mensaje impreso en la parte superior de la pantalla:
"¿Sabes quién soy?"
Y como pirata que había encontrado un precioso tesoro empecé a revolotear en todas las ramas de mis conocidos y amistades... Y siempre volvía al mismo lugar como si caminara en círculos; sinceramente no sabía quién me estaba escribiendo, pero algo me hacía inclinarme a creer que era la persona menos esperada.
-Ehh... No, ¿Quién es?
-Soy tu vecino.
-¿Cuál de todos? Jsjs.
-Tú más que nadie lo sabe, no te hagas la indiferente.
-¿¡...!?
-Soy tu admirador Secreto.
Yo había entrado en shock, no sabía que pasaba, ni sabía cómo él había encontrado mi número de teléfono, simplemente me asusté, pensaba hasta en no responder más, pero la curiosidad me estaba matando y carcomiendo el alma y seguí enviando textos con "Mi enigmático Admirador"
La conversación aún la tengo guardada en mi teléfono, fueron largas horas mandando textos y textos que fue algo raro que no se me acabara el saldo. El sol se ocultó y seguía hablando con él, había perdido la noción del tiempo, en lo más profundo de mi alma tenía una intuición que me decía que era él, pero el lado del sentido común me susurraba que estaba chateando con un asesino prófugo de la justicia o un loco cimarrón fugado de la psiquiatría.
La conversación seguía alargándose y yo aún no me atrevía a preguntarle de nuevo su nombre, me daba pena, la desconfianza se había ido de exilio y no me deje dominar por ella, hasta que me hizo una pregunta algo retrógrada:
-¿No te da miedo hablar conmigo?
-¿Cómo así?
-No sabes mi nombre y me hago llamar tu Admirador Secreto... ¿Eso no te causa desconfianza?
-No lo sé, en realidad no sé porque sigo hablando contigo si mañana tengo clases y necesito descansar.
-Tú siempre me ves cuando paso por tu ventana.
-¿¡...!?
-Y siempre has tenido curiosidad por saber de mí...
No sabía que responder: Si era él, en realidad era él. Sentía que tenía poderes de clarividente, o tenía una máquina ortodoxa para poder plasmar mis pensamientos en una hoja de papel... Llegó el momento en que me veía en un centro esotérico mientras me leían todas las líneas imaginarias que tenía mis manos para deleitarme o asustarme por el porvenir.
-Me llamo Misel Richel, y tú, ¿Cómo te llamas?
Aquí empieza mi primera historia de Amor.