Capítulo 7 Regreso

Dos años después, en el consultorio ambulatorio del Departamento de Andrología del Hospital General Elesmond, Leanna estaba sentada detrás del escritorio.

Con una bata blanca y una sonrisa resignada, le dijo al director del hospital: "Señor Patton, puede seguir con sus asuntos. Yo soy capaz de manejar las cosas aquí por mi cuenta".

Felix Patton le dio una sonrisa. "Como es tu primer día con pacientes, me quedaré aquí un rato".

Leanna alzó una ceja. "Si insiste".

Un asistente observó el intercambio y se sintió un poco ansioso. Hacía poco, el director informó que contrataría a un médico extranjero altamente competente con un salario sustancial, lo que generó entusiasmo por su llegada.

Sin embargo, la nueva doctora resultaba ser una mujer joven y deslumbrante.

Tenía un rostro naturalmente hermoso, sin una pizca de maquillaje, y su postura en su bata blanca irradiaba distanciamiento, pero tenía un encanto que atraía más.

El asistente no podía creer que ella realizara exámenes en un área tan íntima de la medicina.

De repente, entró un paciente varón, quien también parecía desconcertado. ¿Por qué estaba una mujer joven tan encantadora en el Departamento de Andrología? ¿Y por qué ocupaba una posición que solía reservarse a médicos de alto nivel?

"¿Hay algún problema?", preguntó Leanna cuando notó su expresión.

El hombre estaba desconcertado. "¿Usted es la doctora?".

Ella asintió. "Sí, ¿cuál es su consulta? ¿Tiene disfunción eréctil? ¿O problemas para lograr una erección?".

El hombre no pudo evitar sentirse incómodo. No podía hablar de asuntos tan personales con una joven.

Sin su bata de doctora, cualquiera pensaría que se estaban burlando de él.

"Por favor, bájese los pantalones para que pueda examinarlo".

El hombre enrojeció de vergüenza. Protegiéndose, se volvió hacia el director y protestó: "¿Es una broma? ¿Por qué una mujer joven atiende temas tan delicados? ¿Está siquiera calificada?".

El director mantuvo su sonrisa, pero respondió con un toque de gravedad. "En el campo de la medicina, la habilidad no está dictada por el género o la edad. Esta señorita es una especialista que acabo de traer del extranjero. Si ahora rechaza el tratamiento, es probable que se arrepienta más tarde".

El hombre observó la placa del director, dudó brevemente y luego, cuando el asistente estaba a punto de pedirle al siguiente paciente que pasara, se desabrochó los pantalones a regañadientes.

Era difícil conseguir cita con un especialista, así que no podía darse el lujo de desperdiciar esa oportunidad.

Estaba a punto de continuar cuando, de repente, la puerta se abrió. Dos hombres con trajes negros y lentes de sol entraron, como si quisieran sacar de ahí al paciente.

"Señorita Powell, el señor Holland nos ha enviado para que la llevemos a casa".

Leanna los miró con una expresión seria. "Liberen a mi paciente ya mismo. Si el señor Holland tiene alguna inquietud, puede abordarla con el hospital. Sus malos modales me parecen muy anormales, pero desafortunadamente yo no estoy tratando problemas mentales. Si realmente tiene un problema con sus partes privadas, díganle que puede venir al Departamento de Andrología".

Los guardaespaldas se quedaron desconcertados, ya que no esperaban esa respuesta.

"Señorita Powell, el señor Holland se encuentra bien. Solo desea que la llevemos a casa".

"¿No ven que tengo que atender a un paciente? Regresaré una vez que termine".

"El señor Holland dice que usted no debería trabajar aquí".

Visiblemente molesto, el director intervino: "¿Por qué no puede trabajar aquí? Es una excelente profesional, sería una pérdida para ella no practicar".

"El señor Holland cree que debería irse del Departamento de Andrología".

El director estaba tan furioso que golpeó la mesa con la mano. "¿Cuál es el problema con que trabaje aquí? ¿Están diciendo que es probable que nunca necesiten nuestros servicios? Es demasiado mezquino. Como médicos, nuestra obligación es curar y ayudar, centrándonos únicamente en la enfermedad. Con sus habilidades y dedicación, se puede confiar plenamente en ella. ¡No le interesa ver cuerpos desnudos!".

A pesar de la apasionada defensa del director, los guardaespaldas no cedieron, por lo que se creó una atmósfera tensa que hizo que el paciente dudara en quedarse.

Ya casi sin paciencia, Leanna se puso de pie y dijo fríamente: "Háganse a un lado, por favor. No retrasen la atención a mi paciente. No iré con ustedes".

Luego, cambió su tono y agregó: "A menos que... planeen contenerme y arrastrarme".

Los guardaespaldas intercambiaron miradas ansiosas.

Después de años trabajando para Nate, entendieron su continua búsqueda para encontrar a Leanna. Era obvio que la valoraba mucho. Además, el líder del equipo había destacado la importancia de mostrarle respeto a Leanna y abstenerse de acciones impulsivas.

Estaban en una situación difícil, ya que no sabían si podrían recurrir a medidas contundentes para traerla de regreso.

No tuvieron más remedio que intercambiar una mirada y decidieron notificar a Nate antes de proseguir.

"¿Este ha sido un problema continuo? ¿Es solo con su esposa o es un problema general? Por favor, acuéstese ahí para que lo examine". Leanna se puso los guantes y apartó la cortina.

De la nada, una firme mano la agarró de la muñeca y tiró de ella hacia un lado. Leanna lanzó un grito cuando su nariz chocó con un pecho sólido.

Tapándose la nariz, sintió dolor y estuvo a punto de llorar.

Sin embargo, al levantar la cabeza, se encontró con la mirada severa de Nate.