Capítulo 7 Tú eres lo que quiero

'¡Este tirano horrible es despreciable!'.

Cara estaba sumida en la ira. Solo quería escapar de sus garras, y si era posible, quería abofetearlo tan fuerte como pudiera.

¿Su riqueza y poder le daban derecho a hacer lo que quisiera con ella?

Desafortunadamente, era demasiado débil para liberarse de él. Podía sentir su aliento caliente sobre su rostro. Para ella, hasta su respiración era maligna y aterradora.

"Gatita salvaje, despertaste mi deseo y debes pagar por ello. Me niego a dejarte ir. Estoy obsesionado con el sabor de tu cuerpo. No importa lo que pienses, serás mía de ahora en adelante. ¿Entiendes?".

Su cuerpo musculoso presionaba a Cara contra el gran colchón.

La apretaba tanto que se sentía sin aire.

Era tan sofocante que se preguntó si alguna vez sería capaz de enfrentarlo.

"Señor Nehemiah, por favor déjame ir. Hay tantas mujeres hermosas en el círculo del entretenimiento que desean tu atención. Este juego no es para mí. Por favor déjame ir. Todavía quiero encontrar a alguien y casarme. Te estoy pidiendo que no arruines mi vida".

Cara estaba aterrorizada. Sin embargo, sabía que si no hablaba ahora, este hombre rico y poderoso la lastimaría una y otra vez. Esta relación solo la conduciría a la ruina.

Los ojos de Nehemiah se oscurecieron de repente. Le levantó la barbilla con un dedo y dijo con voz feroz: "No puedes casarte hasta que haya saciado mi deseo por ti".

Era la primera vez que una mujer le decía que quería casarse con otro mientras estaban en la cama.

De repente, la lujuria y la frustración lo abrumaron.

"De hecho, estoy rodeado de muchas mujeres hermosas. Sin embargo, ¡todo depende de si yo las quiera o no! Tú eres lo que quiero ahora, y como sabrás, siempre obtengo lo que quiero".

La miraba intensamente mientras hablaba. Nehemiah era como un lobo que acechaba a su presa.

"Señor Nehemiah...".

Él la miró con anhelo y deseo.

Ella estaba aterrorizada pero intentó alejarlo.

"Señor Nehemiah, todo esto es mi culpa. No debería haberte hablado así. Pero...".

"¡Cállate la boca!", le gritó entrecerrando los ojos oscuros.

Cara no pudo evitar llorar de miedo ante su estallido.

De repente, él le arrancó la camisa que llevaba y

su rostro se sonrojó como una manzana madura.

Él la soltó y observó su rostro delicado como una flor. Con una sonrisa maliciosamente irresistible dijo: "Cara, me gustas mucho. Te guste o no, serás mi amante a partir de ahora. Si te quedas a mi lado, seré bueno contigo. No intentes escapar hasta que me canse de ti".

A Cara se le llenaron los ojos de lágrimas. Se mordía los labios por el resentimiento que sentía hacia él. En su corazón, maldecía a Nehemiah una y otra vez.

"¡También deberías saber que no soy tan amable con los juguetes desobedientes!".

Cara no sentía nada por él. En realidad, quería escapar de él y eso lo hacía sentir incómodo. Esa incomodidad solo incrementó su deseo por ella.

Cara no pudo contener sus lágrimas.

Mientras miraba su rostro cubierto de lágrimas, el corazón de Nehemiah se enterneció. Le secó las mejillas con la punta de la lengua y dijo en voz baja: "Relájate".