Tentaciones en guerra
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Capítulo 3 Capitulo 2

Entro en casa a hurtadillas, rogando que estén dormidos.

La lampara de la cocina se enciende de golpe...

Quedo paralizada pegando la espalda a la pared al mismo tiempo que me llevo la mano al pecho. ¡Jesús de mi vida!

Mi hermano ríe en silencio, por su broma. ¿Será que el universo ha confabulado con Fernando, con el cretino del rubito de la discoteca y con Nino para hacer de este día un infierno? Desde luego que a este paso no sobreviviré por mucho tiempo...

Coloco el bolso y la chaqueta vaquera en el perchero de la entradita, mientras el latido de mi corazón se normaliza. ¡Menudo susto me ha dado!

- ¿Ahora llegas? - pregunta cuando estuvo satisfecho.

Tuerzo el gesto forzando una sonrisa y respondo:

-Si te parece temprano vuelvo más tarde, tontito.

Me imita haciendo una mueca de fastidio.

-Ni con esa cara de muerta que tienes dejas de ser la miss ironías ¿eh?

Estoy a punto de soltarle una colleja, cuando oigo la puerta de la habitación de mi padre abrirse...

Como si nos hubiésemos puesto de acuerdo, entramos a la cocina y rápidamente cogemos un vaso. Batallando entre empujones, el turno en el grifo tratando de llenar el vaso de agua y, como siempre pierdo la batalla ¡está muy fuerte el niño!

- ¿Qué hacéis niños?

-Nada papá, bebiendo agua.

-Aquí - añado llenando mi vaso de agua. No se me da muy bien improvisar como a Nino, así que no me voy a excusar, no serviría de nada -... Acabo de llegar de currar.

Papá alza sus cejas.

- ¿Y no es un poco tarde?

-Más bien es demasiado temprano. Son exactamente las -. Se detiene a mirar el reloj que le regalé en sus diecisiete cumpleaños -... seis de la mañana papá.

¡Será Mamón! Me entra ganas de matarlo, pero me contengo, giro hacia él y sonrío como mejor puedo:

-Si bueno... Ya sabes cómo son los bares... Cierran tarde y mientras limpiamos y hacemos caja y todo, se me fue el santo al cielo papá.

-Entiendo. Pero no quiero que vuelvas a casa sola en mitad de la noche. Avísame para que vaya por ti.

-No te preocupes papá. Ya me he despedido hoy.

Me miran sorprendidos.

-Pero, ¿por qué? con la falta que nos hace la pasta.

Alzo un hombro en respuesta. El cretino del rubio me había enviado a unos de sus gorilas con el pago de esta noche, más un extra por el despido inmediato.

No tengo cómo justificar esto porque ellos no saben que trabajo, mejor dicho, trabajé durante dos meses como stripper en la discoteca más popular de Madrid.

La mente cerrada de mi papá no entendería que exhibo mi cuerpo frente a los hombres para traer dinero a casa. No lo entendería, no.

-Nino no le hables así a tu hermana -le reprende papá, luego me mira -. No te preocupes. Encontrarás algo mucho mejor que servir a viejos borrachos, ya lo verás.

¡Ojalá!

El recuerdo del señor que nos alquiló el piso, aún me pone la piel como escarpia. Vino antes de ayer a dar el aviso; de que si no pagamos ochocientos cincuenta euros iremos a la puta calle la próxima semana. No le culpo. Quiere cobrar. Debo dos meses de alquiler y mi papá no sabe que el dinero que cobré el mes pasado lo gasté en pagar la luz, el agua y la comida.

Por suerte, lo que gané esta noche servirá para llenar la nevera y pagar el alquiler. Tiene razón mi hermano en decir que, si apretamos un poco más el cinturón, nos dará gangrena a todos. Pero es lo que hay...

-Ya que están despiertos -dice mientras se adentra a la cocina, se pone a preparar la cafetera -... Quiero hablar con ustedes.

-¿Ahora? - bostezo.

No soporto el discurso sobre la crisis en casa. Es el tema principal desde que perdió el empleo en la cafetería del hostal donde trabajó casi toda su vida. De eso no hace más de cinco meses. Tuve que dejar la universidad para limpiar departamentos, por menos de cincuenta euros semanales, era muy poco, pero al menos era algo...

-Necesito dormir papá.

-Si ve... y yo voy a por el pan. - me apoya solo para escaquearse, ¡anda que no sabe nada el niño!

-Nino. Quieto ahí -. Lo señala papá en gesto de advertencia. -... Venga solo será un momento... Nora, cariño desayuna primero. Además, lo que quiero hablar os concierne a los dos.

Cruza la mirada verdosa con la mía. Me llevo la mano al pecho, teatral, imitando a Nino, es lo que suele hacer cuando ve que la regañina se aproxima:

-Ay papá, la culpa fue de él que... -la palma de su mano me silencia inmediatamente.

- ¿Que? Ni la creas papá yo no hice nada... -interrumpe con esa voz de hombrecillo rudo que tiene últimamente, e improvisó. -. Juro papá que yo no fui... el chaval se metió solito en el contenedor.

Mis finas cejas se arrugan mientras aparto su mano y papá nos mira confuso:

-Pero, ¿qué dices de contenedor... qué chaval? -se va hacia él y lo amenaza con la mano en alto, pero se arrepiente en el último momento. Trata de calmarse, por lo visto tiene algo mejor que hacer que llenarlo de collejas, porque añadió -... Anda venid aquí y sentaros...

Nino, que hasta entonces usó mi espalda como escudo, suelta un disimulado suspiro de alivio, cuadra los hombros y se sienta, celebrando que la tormenta ya había pasado.

¡Es que flipo con este niño!

Sacudo la cabeza y me siento a su lado, pensando en cómo se le ha ido la pinza con la trola que acaba de soltar.

Papá nos sirve un vaso de café con leche. Nos observa desde el lado opuesto con las manos apoyadas en el respaldo de la silla.

-Niños, tengo una muy buena noticia.

Por un segundo dudé en preguntar si al fin había alguna mujer en su vida. A mí me alegraría mucho, sé que estaría mucho mejor cuidado y más feliz. Otra cosa era mi hermano, él no lo aceptaría. Hemos tenido esa conversación miles de veces desde que falleció nuestra madre hace más de cuatro años. Lo sé, nadie ocupará ese lugar en su corazón.

-¡Nos tocó la lotería!

-Nino. -Lo detengo en cuanto comenzó a celebrar como lo que es, un adolescente alocado.

-No... En realidad, tengo una buena y una mala noticia -empieza a sonar precipitado mientras se gira para poner las tostadas en la tostadora. -... También se puede decir que hay una regularcilla ahí, que eso ya es depende de por donde se mire si se medita las dos cosas a la vez ¿cierto?

Nos mira sonriente.

- ¿Cuál quieren primero?

Nino y yo intercambiamos una mirada cómplice. Que papá nos diera a elegir significa una cosa: ¡problemas!

-La buena papá - me adelanto.

Por inercia sé que una buena noticia para mi papá sería una mala o la regular, como bien dice, depende de por donde se mire.

-Tengo un contrato de trabajo por cuatro meses. ¡Para todo el verano!

-¡De lujo papá!

Mis cejas finas se arrugan. ¿Dónde estaba la trampa? Algo no cuadra aquí. Porque si eso es malo...

-Espera Nino - agarro su brazo y miro intuitiva a mi padre -. ¿Cuál es la mala?

-Que nos vamos a California.

Casi se me cae la mandíbula a la mesa.

-Queeee... -susurra Nino.

Cierro la boca de golpe.

- ¡Como está eso! ¿Cómo que California? Pero... ¿Cómo... cuándo? - si estoy medio adormilada, sin duda papá se encargará de despertarme.

-Espera, Nora-. Nino se levanta de golpe, rodea la mesa y se coloca al lado de papá. Acto seguido pone la mano en su frente. - ¿Tienes fiebre y por eso estas desvariando, a que sí?

-Óyeme, respeta...

Corre a mi lado antes de recibir la colleja que estaba preparando papá.

-Antes de que lo pregunten. Punto uno, hablo en serio - enumera con los dedos, muy serio -. Punto dos, no tengo fiebre. Punto tres, no estoy loco. Punto cuatro, no estoy enfermo. Y punto cinco, no es coña.

Me extraña que Nino no usara su típica frase con el punto cinco para bromear: ese cinco tiene premio...

En cambio, se dejó caer en la silla a plomo, me miró como un pobre cachorrillo.

-No es coña Nora. Lo perdimos. Ahora sí que lo perdimos...

Me desespera cuando dice eso...

-SSS. Calla, enano. A ver papá. Esperamos una explicación lógica.

-Y a eso voy... Es que no me dejáis hablar y... a eso voy.

Toma asiento, y más animado nos cuenta: Ha recibido una oferta para un trabajo de camarero en un hotel de cinco estrellas. En San Diego, California. La oferta llegó a su correo electrónico, después de haber rellenado el formulario en Internet.

-¡En Internet! - salta de la silla, exaltado-. Y precisamente en San no sé qué... que no sabes ni donde está eso, y que igual ni sale en el mapa, vamos.

Me río nerviosa.

-Sale en el mapa ¡ignorante!

-Ignorante no, Nora. Me parece increíble. Perdona papá, pero esto me huele raro... A ver si te están tomando el pelo o yo qué sé papá. Mira que en internet hay muchas estafas y la gente se aprovecha de los pobres desgraciados como nosotros.

Sonrío a mis adentros. A pesar de que siempre ha sido un niño de ir a su puta bola, rebelándose contra todos, noto la madurez en sus diecisiete años, tanto que me siento orgullosa de criarlo.

El sonido de la colleja que recibe de nuestro padre, me saca de mi pensamiento. Acaricio la zona roja del cuello en gesto protectora.

-Pero ¿acaso me tomas por tonto, o idiota? ¿Me estás diciendo que no sé lo que estoy haciendo?

-No. ¡No lo sabes papá! - le gruñe, alejándose de mi mano protectora.

¿Qué le pasa? Él no se enoja con facilidad, por no decir imposible. Es el más sereno de los dos, por el contrario, es él quien suele hacer enojar a los demás.

-Y que sepas que yo no voy.

- ¿Como qué no? ¡A donde vaya yo van mis polluelos!

Mientras yo trato de asimilar todo esto, Nino sale de la cocina muy molesto.

- ¡Mientras estén bajo mi techo se hará lo que yo diga! ¡En dos días salimos... así que ve haciendo la maleta! ¿Me oyes? ¡¿Nino?!

-Papááááá... Me vas a romper el tímpano. Ya te escuchó.

Hasta los vecinos se han enterado que en dos días nos vamos. Eso seguro. Otra cosa no, pero a garganta nadie le gana. A veces... ¡Somos una casa de locos!

-Perdón cariño, es tu hermano que me enciende... Y yo que me caliento y disparato a lo loco... En fin, ve a descansar.

-No. Quiero ver eso.

Me entrega un sobre, lo que había imprimido de su correo. Leo. Releo. Incrédula. El contrato es para todo el verano, empezando desde mayo, para la adaptación. Con un salario a lo que ganaría aquí en todo el año. La empresa cadena de hoteles se hace cargo del traslado y el alojamiento, para él y la familia, si la tiene. Solo exigen eficiencia, compromiso y dedicación laboral.

-Y, ¿qué opinas?

Levanto la vista.

No había visto a mi padre tan entusiasmado, desde hace muchísimo tiempo, y solo puedo decir lo que pienso.

-Demasiado bueno para que sea verdad papá.

A veces, cuando las cosas buenas pasan por delante de nuestras narices, solemos dudar, ser incrédulos y, muy posiblemente las dejamos pasar sin saber si era bueno o no en verdad. Y cuando la oportunidad pasa, después nos arrepentimos de no haber creído que pudo haber sido bueno. Creo que se debe a que rara vez, a los García nos suceden cosas buenas.

Me levanto de la silla y añado:

-Sea lo que sea... cuenta conmigo papá, a mí nada me retiene aquí más que vosotros.

Me dirijo a mi habitación.

Quito el maquillaje de mis ojos y me doy una ducha rápida, con la cabeza como un bombo, pensando en todo lo ocurrido en las últimas horas. Me coloco el pijama, no puedo quitarme de la mente la reacción de Nino. Debería ir a ver cómo está.

Toco la puerta con los nudillos y entro.

Está tumbado en su cama y, lanzando una pelota de tenis, a la pared que tiene enfrente.

- ¿Cómo estás?

No responde, pero igual entro y cierro la puerta. Lanza la pelota, que rebota en la pared, ésta regresa y la atrapa al vuelo, con maestría.

Entonces me mira.

-Te advierto que si vienes a convencerme te lo puedes ahorrar ¿vale?

Me acerco a su cama.

-Solo vengo a dormir no voy a decir nada ¿ok?

Sin mirarme, se hace a un lado y me hace un hueco a su lado. Me quito las zapatillas y me tumbo junto a él, igual, mirando al techo.

Quedamos en silencio.

-Es que no lo entiendo - empieza él, cansado de mi silencio -. Primero en el pueblo con la abuela y la tita Choni... luego para madrid otra vez y ¿ahora a California? Por favor... A este paso no sabemos dónde poner el huevo.

Contengo una risita. Me hace gracia su voz quejica.

- ¿Tu lo ves normal, Nora?

-Pero vamos a ver, a ti qué más te da so' tonto. Vas a estar cuatro meses de vacaciones y te ahorras el último mes de clase... Imagínate: Un hotel de cinco estrellas, con vistas al mar.... con piscina... con jacuzzi...

Giro la vista, está conteniendo una sonrisita socarrona, le conozco. Le doy un toque con mi hombro.

-¡Estaremos de lujo! ¿o no?

-Entonces, ¿Crees que es verdad?

Bostezo, antes de responder:

-Tal vez sí, tal vez no. Lo único que sé es que aquí no tenemos nada y tampoco perdemos nada con probar.

Se queda en silencio mirando al techo de nuevo. Los rasgos de su cara son finos, los pómulos marcados y el bello de hombrecillo le da ese toque perfecto varonil. Es tan guapo que no me extraña que se tenga que quitar a las niñas de encima a patadas. Se parece mucho a mí, en versión masculina. Ambos salimos a mamá. Ella tenía una belleza que mantenía a papá celoso...

-Ah ya sé. Tu no quieres irte porque tienes algún ligue especial aquí ¿verdad? Bueno siempre queda la llamada virtual...

-Naa. Ya sabes que yo paso.

Pasa el brazo debajo de mi cuello y me atrae hacia él. Besa mi cabeza mientras entierro mi cara en el hueco de su cuello. ¡Me quedaría dormida aquí, en estos brazos que tanto adoro!

Dejo que apriete a su antojo.

-Yo tengo estas chorradas de cursilerías para mi familia. Lo demás me importa un carajo.

Y no le puedo contradecir, en eso somos iguales.

Creo que se debe a la genética García, o quizás es que vivimos en carne propia el dolor de papá y fue cruel. No solo perdimos a mamá, sino que papá cayó en una depresión de caballo y le costó siete dioses levantarse.

Será por eso, que es mejor no involucrar los sentimientos. Nino y yo, seguimos nuestro duelo, a nuestra manera. Los dos llevamos alfileres clavados en el corazón y, aun así, intentamos no dejar de sonreír, por nuestro padre.

-Vale -dice cuando estoy medio dormida -... Nos vamos de vacaciones, entonces.

            
            

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