Bésame
img img Bésame img Capítulo 2 Menos orgullo, más deseo
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Capítulo 6 No salgas. Quédate img
Capítulo 7 Te ves cansado. Ven a la cama img
Capítulo 8 Un error de una sola vez img
Capítulo 9 Los sueños cambian img
Capítulo 10 El placer en el dolor img
Capítulo 11 Cena incomoda img
Capítulo 12 Distracción img
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Capítulo 2 Menos orgullo, más deseo

Alessandro era una leyenda de las artes marciales mixtas a la edad de veinte años, y no era broma, él era uno de los mejores luchadores en la categoría de peso medio. Su agilidad y fuerza había hecho que muchos codiciara sus cinturones. Una forma de querer vencer al rey. Pero parecía casi imposible ya que mi mejor amigo siempre se esforzaba al máximo, no había un solo día que no dejará de entrenar el triple que los demás. E incluso su futuro ya se encontraba asegurado en el MMA.

Sin embargo, su talento nato para el combate no hacia que fuera menos imbécil.

-Maldita sea, como no se detenga, va a causar una hemorragia interna al pobre chico-comentó Vlad sonando asustado al lado de los demás chicos que observaban con detalle el combate de Aless.

-Ríndete, ríndete...-susurraba Ethan con expresión nauseabundo, como si su plegaría la fuera a escuchar Juno Newland, el contrincante de Aless.

Aunque los chicos parecían exagerar con sus comentarios, realmente no podía estar más que de acuerdo con lo que decían. Aless estaba siendo brutal. A él parecía no importarle que estaba peleando con uno de los mejores, es más, eso lo volvía poseído. Como si deseará tratarlo como su muñeco de trapo.

No pude evitar sentir compasión por Newland.

Para hacer la situación más humillante para él, era saber que ni siquiera estaba en el último asalto sino en el primer asalto y su deseo de aguantar más estaba llevándolo a cometer suicidio. Aless ni siquiera se moderó en sus golpes cuando observó la nula defensiva de Juno, se volvió todavía más brutal.

Después de un minuto entero de una fuerte golpiza por parte de Aless, el referee dio por terminado el combate al interponerse entre él y Juno Newland, y declaró un nocaut contundente.

-Joder-susurró Ethan entre asustado e impresionado por lo acababa de hacer Aless en la jaula-, tenemos suerte de que esté de nuestro lado.

Iba a decirle que eso iba a cambiar en unos pocos años, pero decidí mejor dejar ese comentario en mis pensamientos. Después de todo, no quería hacer que Ethan se orinará en sus pantalones tan pronto se diera cuenta que era muy posible que fuera la próxima víctima.

-Mañana estará insoportable-dije pensando en las notas que iban a sacar sobre el combate de está noche.

Aless se alejó mientras alzaba los brazos en modo de celebración y sonriendo a la audiencia, para luego, voltear su rostro a donde sabía que lo estaba viendo y me mandó un beso en forma de broma.

«Imbécil», pensé mientras levantaba mi mano y le enseñaba el dedo de en medio.

Mi mejor amigo se carcajeó mientras era abrazado por el entrenador y golpeando en la espalda como una muestra de orgullo ajeno. Más por masoquismo que por otra cosa, seguí a Ethan y a los otros chicos a la jaula, pues también deseaba estar cerca del ganador.

Sobre todo porqué era lo más cerca que iba a estar de un Aless sudado.

Cuando estuve a unos pasos de distancia, Aless rompió la celebración grupal y atravesó el gentío para caminar y poder quitarse el cinturón de su cintura y dármelo en mis manos, y luego cargarme en sus hombros como siempre hacía en sus rituales de victoria.

Me reí, pese a las circunstancias.

Y como era la costumbre, alcé su cinturón y se los enseñé a todos lo grandioso que era Aless en el combate.

Una mano en mi pierna hizo que bajará la vista y observé la mirada orgullosa de mi mejor amigo. Suspiré. «Si tan siquiera hubiera un poco menos orgullo y más deseo, estaría perfecto», pensé sin poder evitarlo.

Alcé la mirada y fui cegado por la luces.

Para luego echarme a reír, y unirme a la celebración de victoria.

Tres horas más tarde, ansiaba dormir tan desesperadamente que me dolía los ojos pero Aless hacía imposible que eso sucediera.

Él quería ir a una maldita fiesta, y yo no. Sobre todo porqué sabía a qué quería ir.

Y eso era ligar.

Admitía que era masoquista por tener sentimientos por alguien que no me correspondía, pero tampoco era suicida emocional. Aún quería mantener mi cordura por más tiempo.

-Vete-solté enojado de que Aless estuviera queriendo quitarme las sábanas que cubrían mi cuerpo.

-Si hubiera sabido que tus planes eran dormir en vez de cambiarte, no hubiera dejado que vinieras a la habitación.

-Puedes ir solo, no me necesitas.

Aless se acostó a mi lado, tocando mi cabello con sus dedos.

-Tienes que venir conmigo, no puedo ir sin ti-volvió a decir.

-No.

-Estaré preocupado si no vienes. ¿Qué tal si alguien entra al lugar y te golpea? ¿Sabes lo difícil que será mi vida sin ti?

-Eso no va a pasar. Así que deja de molestar-dije con un quejido de cansancio mientras intentaba tapar mi rostro con la almohada, pero Aless no dejó que eso sucediera. El imbécil no quería dejarme dormir y lo mire enojado cuando volvió a impedir que cerrará mis ojos-. En serio basta, Aless. Tengo que dormir para poder levantarme mañana temprano. El entrenador sigue enojado por la estúpida broma de la semana pasada, y ahora soy yo quien tengo que pagar los platos rotos. ¿Sabes siquiera que pude quedarme en el campus por culpa de tus amigos?

En realidad, había querido que eso sucediera. Por eso me había echado la culpa de forma inmediata cuando el entrenador había descubierto que algunos chicos habían usado los vestidores cómo un salón para orgía.

Había sido Aless quién había intervenido cuando el entrenador dijo que iba a suspenderme por todo el mes. "No puedo ganar si no lo puedo ver en el combate, entrenador". Nadie se sorprendió de ese comentario, Aless ya le había dicho a todos que yo era su amuleto de la suerte, y ya que todos sus compañeros eran fieles creyentes a eso, nadie dudo de la desesperación en su voz. "Además, ¿Realmente cree que Dar sería capaz de algo así?", había terminado de decir Aless cuando observó que el entrenador no decía nada y que parecía castigarme. Una forma de que todos vieran que nadie se podía pasar las reglas por el culo. No obstante, el entrenador me conocía demasiado bien y sabia que Aless no estaba mal encaminado con sus afirmaciones. Por lo que dijo que podía cumplir con el castigo una vez que volviera de la gira. En ese momento, estuve a punto de gritar de frustración, sobre todo cuando observé el alivio y la sonrisa en la cara de mi mejor amigo. Así que ahora estaba metido hasta el fondo en la gira. Peor aún, con un Aless emocionado queriendo probar su nuevo proyecto de relación abierta.

Mi mejor amigo se apoyo en su palma mientras me observaba con el ceño fruncido.

-Ni sé porque te echaste la culpa, Dar. Eso fue un movimiento estúpido.

No estúpido sino desesperado. Había querido estar tan lejos de la gira que había actuado de manera imprudente, y había sido la mente maestra de lo que había sucedido en esos vestidores, y le había dicho pequeñas sugerencias a los chicos para que lo llevarán a cabo sin que nadie se diera cuenta.

Por eso no estaba del todo molesto por el castigo, lo había merecido, sin embargo, eso no lo sabía Aless y ése secreto me lo iba a llevar a la tumba. A menos que uno de los chicos decidieran confesar. Lo que dudaba que fuera a pasar. Nadie quería hacer enojar al entrenador para ser tan valiente.

Miré a Aless sin delatar mi culpabilidad.

-Los chicos han entrenado duro, no merecían una suspensión.

Mi mejor amigo se sentó en la cama, frustrado y enojado de mi comentario.

-Me importa una mierda lo que les pase a ellos, lo que me preocupa es lo que hará el entrenador contra ti.

-Sabe que no fui yo, así que no será tan duro.

-Serás el mensaje, Dar. Es obvio que te va a dar una paliza-me miró enojado-. No debiste echarte la culpa.

-No tiene caso lamentarse ahora-cerre los ojos, dando a entender que había terminado de hablar sobre el tema-, apaga las luces cuando te vayas.

-¿Irme? Querrás decir irnos.

-Aless...-

De pronto, Aless puso todo su cuerpo encima de mí.

Gemí por el peso.

-No te duermas-susurró en mi oído-, te dije que teníamos que vestirnos para una fiesta.

-Y yo te dije que quiero dormir. Vete solo.

-No, irás conmigo.

-¿Por qué siquiera quieres que vaya? Una vez que te conseguis a alguien, me dejarás solo-dije sonando molesto y frustrado. Y al mismo tiempo dando la razón de porque no deseaba ir a esa maldita fiesta.

La simple idea de ver a Aless en acción, me hacía doler el corazón.

Bastante sufría ya a diario. Cómo para sumarle un clavo más al ataúd.

-No quiero ir-volví a decir.

Aless hizo lo único que hacía cuando no podía convencerme de algo, cosquillas.

«Idiota», pensé entre risas.

-Vamos, vamos-canturreó en mi oído al escuchar mis carcajadas.

-Basta-dije queriendo empujarlo, pero era inútil, sus manos eran demasiado rápidas en su tortura-, deja de hacerme cosquillas. Me voy a orinar, imbécil.

Aless se calmó y volvió a decir:

-Pues ven conmigo.

Respire con fuerza y lo miré.

-Estoy cansado, Aless, no tengo ánimos ni de caminar.

Mi mejor amigo colocó sus manos a cada lado de mi cara, quedando a centímetros de mi rostro.

-Entonces te cargo.

Abrí la boca, intentando decir que dejara de joder. Pero aún con mis deseos de decir aquello, ningún sonido salió de mi boca.

Mi atención estaba en sus ojos.

En lo cerca que estábamos del otro.

Mi corazón empezó a latir con fuerza.

-Aless

Mi mejor amigo hizo algo más idiota, se acostó encima de mí.

El peso de su cuerpo me hizo gemir.

Pero aunque podía ser doloroso, realmente lo disfruté. «Soy un verdadero masoquista», pensé mientras bajaba mi vista a sus labios.

-¿Dar? ¿Estás bien?

Parpadee.

-Si, lo estoy.

Aless llevó su pulgar a mi mejilla.

-¿Estás enojado conmigo? Estás rojo.

-No es nada-soltó mientras apartaba su mano de un golpe-. Bájate.

-No lo haré hasta que me digas que irás conmigo a la fiesta.

-¡Bien, iré! ¿Feliz?

Aless beso mi nariz de forma rápida.

-Mucho.

Bufé. Aunque podía sentir que por dentro estaba ardiendo. Fue una suerte que el edredón estuviera tan grueso para que Aless se hubiera dado cuenta de mi erección.

Aless se levantó con una sonrisa.

-Date prisa, estamos llegando tarde.

No respondí, en vez de eso, aproveche que Aless estaba de espaldas para ir al baño rápidamente.

            
            

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