Bésame
img img Bésame img Capítulo 5 Nueva adicción
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Capítulo 6 No salgas. Quédate img
Capítulo 7 Te ves cansado. Ven a la cama img
Capítulo 8 Un error de una sola vez img
Capítulo 9 Los sueños cambian img
Capítulo 10 El placer en el dolor img
Capítulo 11 Cena incomoda img
Capítulo 12 Distracción img
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Capítulo 5 Nueva adicción

Me sentía soñando. Realmente no podía creer que esto fuera real, que Aless estuviera empujando su erección en mi boca, que se sintiera tan bien cuando el grosor de mi mejor amigo me estimulaba a estirar mi boca, de lo mucho que me gustaba ser usado para calmar su ira.

Nadie tenía que decirme que había algo mal en mí por querer ser el juguete de Aless. Pero no me importaba. Lo quería tan desesperadamente que dolía demasiado.

Estaba completamente perdido.

Apenas un segundo de probar el sabor de Aless, y ya era adicto a Aless. Lo que indicaba lo malo que era todo. Ahora estaba seguro que mi vida iba a depender de que mi mejor amigo fuera...

-¡Aless, sal de ahí! ¡Surgió algo!

-¡Vete de aquí, Ethan!-siseó Aless de placer cuándo sintió mi lengua sobre su dureza y tomando mi cabello con firmeza para evitar que su erección saliera de mi boca-, no pares. Él se va a ir.

No pude evitar gemir mientras le sostenía la mirada cuándo dijo aquello, ya que Aless se veía desesperado, incluso parecía drogado por lo que mi boca le estaba haciendo a su sistema.

El chico al otro lado de la puerta y que golpeaba con fuerza y desesperación no se rindió con facilidad.

-¡Grayson Bufford está aquí y esta golpeando a Vlad!-volvió a decir Ethan por sobre la música-. ¡Sal de una maldita vez de ahí y ayúdanos!

Me detuve de golpe. «¿Grayson Bufford?». Alcé la vista, y observé que Aless también estaba igual de sorprendido.

-Hijo de puta...-siseó mi mejor amigo de frustración. Aless se empujó se hizo hacia atrás y guardó con rapidez su erección en sus pantalones. Todo a causa de la preocupación que sentía hacia Vlad, el más novato de todos y el hijo del entrenador.

Me levanté de inmediato, listo a ayudar a Vlad. Pero fui detenido por Aless.

-¿A dónde crees que vas?-cuestionó mientras tomaba mi brazo y me miraba fijamente.

-¿A dónde crees? Voy ayudar.

-No irás a ningún lado. Te quedarás aquí.

Me aparte de su agarré y avance a la puerta.

-Bufford probablemente trajo a todo su equipo, no podrás solo...-

Aless me tomó del brazo de nuevo y me giró bruscamente.

-Es por eso exactamente que no quiero que salgas de la habitación.

Levanté la vista, listo para pelear.

-Estas siendo un idiota...-

Aless tomó mi cuello e hizo que lo inclinará hacía atrás para poder verlo mejor.

-Dije que te quedarás aquí.

Abrí mi boca, listo para replicar, pero observé la mirada dura de Aless. Supe de inmediato que sin importar que le dijera, mi mejor amigo no iba aceptar que saliera de la habitación.

-Bien. Me quedaré-mentí.

Aless no se movió, me quedó viendo fijamente.

-Estoy hablando en serio, Dar. No salgas, podría ser peligroso para ti.

-No tienes que decirlo.

-Te conozco. Se que saldrás cuando yo salga por esa puerta. No lo hagas. Por una maldita vez, hazme caso. Bufford no se anda con juegos.

Lo sabía. Grayson Bufford era el único rival real de mi mejor amigo en el octágono. Muchos decían que Bufford había estado en el reformatorio antes y que las peleas en la jaula lo habían salvado de ir a prisión a una edad muy temprana. Lo que hacía que los rumores sobre que era alguien peligroso e inestable corrieran como pólvora.

Y ahora él le estaba dando una golpiza a Vlad, el chico con sonrisa inocente.

-Aless...-dije sonando frustrado.

Mi mejor amigo juntó su frente con la mía.

-Por favor. No salgas.

Mi corazón colapsó al oír su ruego, pero ese órgano masoquista no era nada en comparación a la tensión que se formó en mi entrepierna, ya que mi mente voló en una dirección completamente obscena.

Era demasiado tentador hacer caso a lo que Aless me decía, sobre todo cuando usaba esa voz...

Pero no podía quedarme a esperar. Muchos menos cuando se trataba de Vlad.

Pero si no decía que iba a esperar en la habitación, Aless no iba a irse.

-¡Maldita sea, Aless! ¡Qué carajos estás haciendo ahí!-volvió a gritar Ethan totalmente enojado.

-Está bien, me quedaré-dije a regañadientes.

Aless inclinó su rostro, casi haciendo que su mandíbula chocará mi mandíbula, prácticamente acariciando.

Un gemido salió de mi boca.

-Volveré-prometió Aless con una voz íntima y profunda.

Un estremecimiento de placer me recorrió por todo el cuerpo.

Fue casi vergonzoso lo mucho que quise apretar la camisa de Aless en mis manos cuando lo sentí alejarse.

Fue mucho más difícil mantener mis ojos cerrados al oír sus pasos alejándose.

Y totalmente perdí mi equilibrio cuando oí que la puerta se cerró detrás de mí e inmediatamente me dirigí a la cama con mis piernas inestable.

Fue difícil volver a la normalidad. Sobre todo cuando tenía una erección en mis pantalones.

Dolía demasiado.

Pero no era nada comparado al deseo que me recorría el cuerpo al recordar el sabor de Aless en mi boca.

Me recosté en la cama y llevé mi brazo a mi rostro, intentando averiguar qué había pasado.

En la fortuna que me había tocado.

Y el frustrante desenlace de todo.

Más que nada porque me sentía demasiado seguro que Aless hubiera tenido sexo conmigo si no fuera por la interrupción de Ethan.

Todo por culpa de Bufford.

Quité mi brazo de mis ojos y estuve pensando en sobre bajar o no. Un segundo me tomó para decidir levantarme de la cama y seguir a Aless.

Sabía que mi mejor amigo se iba a enojar conmigo, pero su malhumor era nada a lo que iba a pasar sino podíamos salvar al más pequeño del equipo de un matón.

Me dirigí a la puerta.

Una vez que estuve afuera de la habitación empecé a oír los gritos a lo lejos, y supe que era momento de moverme con rapidez.

Empecé a correr a las escaleras y poder llegar al primer piso.

Ni siquiera tuve que buscar, rápido localicé a Aless y Bufford. Ambos terminaron chocando contra una mesa que estaba a un lado de las escaleras , donde me encontraba parado.

-Darío, apártate de ahí!-gritó Ethan a lo lejos mientras golpeaba a uno de los compañeros de equipo de Bufford.

-¿Dario?-preguntó Aless mientras se enderezaba y buscaba voltearse para verme, pero el chico que estaba delante de él no permitió que eso ocurriera, Bufford lo tomó de su camisa y golpeó su mandíbula.

-¡Aless!-grité y tome cualquier objeto cercano y fui directamente a Bufford. Sin embargo, no pude avanzar ni un paso cuando fui derribado por otro cuerpo.

Gemí cuando choque contra la pared. Y al abrir mis ojos, observé que un puño se dirigía a mi rostro.

Mi rostro dolió cuando fui golpeado.

Un rastro de sangre salió de mi boca. Pero ignore el dolor y llevé mi mano y usé la lámpara que había tomado y golpeé al chico justo en su cara.

El chico ni siquiera se movió, su deseo de sangre lo hizo inmune al golpe. Por lo que me preparé para otro puñetazo. Sin embargo, antes de que el puño me golpeaea de lleno, Aless se abalanzó sobre el chico y lo derribó en el suelo.

-¡Sube arriba, Dar!

No hice caso, aún cuándo sentía las pulsaciones en mi mejilla.

-¡¿Dónde está Vlad?!

-¡No sé y no me importa!-gritó enojado y me volteó a ver-. ¡Ahora deja de desobedecer y sube a la habitación!

Empecé a retroceder para hacerle caso o para buscar a Vlad. Ni yo mismo sabía. Pero no siquiera tuve tiempo de tomar una decisión porque una voz mayor y enojada tronó por todo el lugar.

-¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ?

Todo se detuvo. Ni un sonido sonó. Incluso Aless se quedó paralizado al observar al entrenador entrar al lugar y ver si expresión enfurecida.

Hice una mueca, ya qué sabía que ahora estábamos metidos en serios problemas y no había nada en el mundo que pudiera salvar del castigo que nos iba a tocar. «Mierda»

(...)

No podía dejar de pensar en dolor y más dolor. Giré mi rostro a un costado y pude notar que Aless sentía lo mismo, aunque en su expresión solo había tensión.

Por lo demás, no se veía ningún sufrimiento, ni siquiera su rostro se veía magullado después de la pelea.

Todo lo contrario a mi rostro. Mi mandíbula dolía y sabía que a una hora del golpe, podía estar formándose el moretón en mi mejilla.

-¡Dario deja de ver a Aless y pon atención!-gritó el entrenador deteniéndose enfrente de mí.

Una gota de sudor empezó a recorrer mi rostro y miré al hombre furioso.

-Si, entrenador-susurré rápidamente para evitar que colocará una barra más en mis brazos.

El entrenador me miró por un momento, y despues, volvió a retomar su caminata para observar a cada chico de su equipo para mirarlos enojado.

-¿Acaso creen que son animales para comportarse de esa manera?

-No, entrenador-respondimos al unísono.

El entrenador siguió caminando, y hasta que no tuvimos la mirada abajo, él no dejó de acercarse a nosotros.

Después note que se detenía a un metro y nos miraba con el ceño fruncido.

-¿Acaso tengo un letrero en la frente que diga que soy un idiota?

-No, entrenador.

-¡¿Entonces por qué coño no hacen lo que les ordenó?!

Todos saltamos asustados.

-Entrenador, usted no sabe, pero...-

-¡Si no deseas otra barra, señor Parker, mantendrás la boca cerrada!

-Si, entrenador.

El entrenador miró a Aless.

-¡No solo destruyeron un establecimiento sino que también tuvieron que hacerme pagar diez mil dólares!

-Lo sentimos, entrenador.

-¡¿Y acaso piensan que un "lo siento" arreglará todo?!

-No, entrenador.

-¡Claro que no!¡Así que a partir de mañana harán el triple de entrenamiento!

-Entrenador...-empezó a decir Aless.

El hombre mayor lo ignoro y continuó:

-¡Ya que tienen tiempo que perder, lo haré trabajar de verdad! ¡De esa manera ni siquiera pensaran en pelear con nadie!

-Si, entrenador-dijimos todos al mismo tiempo.

-Darío debe de estar fuera de esto, entrenador-comentó Aless rápidamente.

-Guarda silencio, Aless.

-No entiendo porque nos castiga si fuimos quién estuvimos la golpiza a Vlad.

El hombre mayor se cruzó de brazos y miró a mi mejor amigo con dureza.

-Si ustedes no hubieran pesado mejor en lo que hacían, entonces hubieras sido arrestados y tú, Aless, para al amanecer hubieras sido eliminado de las nacionales. ¿Acaso querías eso?

-No, señor-contestó Aless a regañadientes.

-Entonces cállate y continúa cargando el peso de sus decisiones estúpidas-arremetió el entrenador.

-Si, entrenador.

Giré mi rostro y lo ví, fue que note que Aless me estaba mirando fijamente, y por su expresión, se veía preocupado, pero también había una nueva emoción, deseo.

«Oh Rayos»

                         

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