Capítulo 5 V: Estoy bien

"Lo siento Gabby, espero que este año ya no haya más lágrimas"

Aquel mensaje me tomó desprevenida obligándome a revisar la fecha en el teléfono que sostenía entre mis manos. Era 29 de Marzo.

Lo había olvidado, el trabajo me había mantenido tan ocupada que no había tenido tiempo para verificar la fecha en la que estábamos. Era inaudito que hubiese perdido la noción del tiempo hasta este momento.

Un 29 de Marzo fue el día en el que mis padres emprendieron un nuevo camino juntos, alejados completamente de mi. Suspiré y tomé a Amor en mis brazos para tallar mi rostro en su peludo y esponjoso lomo.

―Amor, tenemos que ir a ver a mamá y papá.

Antes de desayunar saqué un par de inciensos de lavanda y los coloqué en medio de una hoja de periódico que enrollé con precisión para que las varitas no salieran de su lugar. A mamá siempre le gustó el aroma de estas cosas, la casa olía todo el tiempo a las diferentes esencias que compraba para aromatizar los diferentes espacios en donde ella pasaba gran parte del día.

―Olvidé comprar el café, mamá vendrá a matarme si voy sin algo de café para ella.

Rápidamente me coloqué una blusa encima de la camiseta con la que dormía y salí corriendo a comprar un poco de café antes de partir hacia el sitio donde descansaban los restos de mi pequeña familia.

Sin poner mucha atención a la carretera decidí cruzar corriendo hasta el otro lado en dirección a la tienda de abarrotes donde con seguridad podría encontrar el café que estaba buscando. No estaba equivocada, la amable señora fue quien me lo despachó de inmediato al ver que llevaba mucha prisa, en mi camino hacia la salida vi un pequeño chocolate en su envoltorio dorado, era más de la textura de una trufa que de una barra de chocolate.

―¿Podría darme ese también?

Papá adoraba el sabor de esos chocolates, la mitad de enmedio era de chocolate blanco mientras que el resto era chocolate amargo. Por obvias razones a mamá y a mí no nos agradaba el sabor amargo, pero a él lo volvía loco.

Cargando mi bolsa regresé a casa justo a tiempo para introducir a Amor en su transportador antes de que se quedara dormido en la cama después de haber comido. Él puso algo de resistencia pero después se enroscó y encontró la comodidad en aquel reducido espacio.

―Es hora de irnos, en el camino encontraré algo para desayunar.

Coloqué la mochila sobre mis hombros y até la caja transportadora sobre la canasta de la bicicleta para asegurarme de que Amor no sufriera ningún daño en el trayecto. Los topes y agujeros en el asfalto a veces le incomodaban y le impedían conciliar el sueño, pero desde que Sam me recomendó poner cojines a cada lado de la canasta eso no había vuelto a pasar.

Hice mi camino habitual hacia la escuela, sólo que esta vez no me detuve ahí, continué el recorrido hacia el interior de la ciudad, ese lugar lleno de edificios corporativos donde las personas entraban y salían apresuradas por cumplir en tiempo y forma con su horario de oficinista.

Me detuve frente a un semáforo y tomé una pequeña desviación para ir a comprar un sandwich preparado en una tienda de conveniencia. No había desayunado y mi estómago apenas se estaba dando cuenta.

―¿Tiene este jugo pero de mango?― pregunté señalando las cajitas de cartón que se exhibían dentro del refrigerador ubicado detrás de quien atendía.

―Claro, deme un segundo.

―También quiero uno― dijo una voz detrás de mí, a lo que la señorita que atendía sólo asintió. ―Buen día profesora.

―Buen día...hermano de Sara.

―¿Es de usted la bicicleta con el gato de allá afuera?

―Sí, voy de camino a un sitio.

―¿Saldrá de la ciudad? Pregunto porque esa mochila parece un poco pesada.

―Oh si, iré a ver a mi familia.

―¡Cóbrese también una bolsa de papas fritas!― avisó mientras iba al estante para tomar la bolsa metálica. ―Tome, un bocadillo para el camino.

Él parecía alegre por la mañana, algo completamente diferente a las otras dos ocasiones en las que nos habíamos encontrado, incluso pronunció más palabras de las que cruzamos con anterioridad.

La chica se apresuró a entregarnos los jugos y yo pagué por mis cosas antes de irme, sintiéndome en deuda por haber recibido esa bolsa de frituras.

―Muchas gracias, espero que usted y Sara tengan un hermoso día.

―Gracias a usted por haberme entregado mi almuerzo aquel día. Disfrute de la comida y también de la compañía de su familia.

Él se alejó caminando hacia el lado contrario al que yo me dirigía desapareciendo en el interior de uno de esos grandes edificios sin volver a ver hacia atrás.

Rehice mi trayecto normal en dirección al sitio donde estaban los restos de mis padres. Aquel sitio pintoresco cercano a un río poco visitado en el que ellos dijeron haberse conocido por primera vez, ese lugar al que siempre íbamos cuando ambos tenían tiempo.

Estaba pedaleando con tranquilidad hasta que encontré una parada de autobuses en la que me detuve a comer mi sándwich, tenía que reponer esas calorías consumidas durante el viaje. Al darle la primera mordida recordé la breve conversación que había mantenido con el hermano de Sara.

Había sido muy amable durante todo momento, incluso me había deseado pasarla bien con mi familia, nunca nadie me había deseado algo así y tal vez el motivo era que pocas veces me encontraba con alguien a quien le interesara a dónde me dirigía. Fue agradable recibir esas palabras en un día como este.

―Hagamos caso Amor, disfrutemos nuestra visita a mamá y papá.

Al terminar el desayuno volví a colocar el transportador de mi gato en su lugar y retomé el camino hacia el riachuelo. Pasó realmente poco tiempo para que me encontrara de cerca con el camino empedrado que le daba vida a aquel ambiente rústico y campirano, una especie de pradera llena de flores que iba bordeando el camino que desembocaba en aquel espacio lleno de vida y naturaleza.

El riachuelo corría como si se tratara de una película animada con aquel típico sonido del agua recorriendo las piedras a baja velocidad. La sensación del césped bajo mis pies descalzos y el pulular de las mariposas en los alrededores le daban un halo casi mágico a ese lugar.

Justo debajo de la sombra de un viejo árbol, ahí yacían enterradas las cenizas de mis padres. Saqué la correa y el arnés de Amor para colocarlo antes de permitirle salir de su transportador para echarse sobre el pasto.

―Mamá, papá, volví. ¿Cómo han estado? Apuesto a que sigues molestando a papá allá arriba. Antes de que se me olvide, traje algo de café para ti mamá y un delicioso chocolate para papá...está bien, no te mentiré, siguen sin gustarme.

⟫Desde el año pasado he estado luchando para volverme más organizada con el trabajo, pero es muy complicado. Sentarme a hacer papeleo sigue sin ser mi fuerte, Sam y Annie me han estado ayudando y yo los he ayudado también mamá, no te puedes enojar por eso. Hace unos días Sam me invitó una taza de café y no pude beberlo, sentí un poco de culpa al rechazarlo pero no estoy lista para dar ese paso sin sentirme mal por lo que me recuerda, no es porque el recuerdo sea malo, sino que me resulta aún doloroso. Cierto, traje el incienso que te gustaba mamá.

Coloqué la varita humeante en la tierra y dejé que el aroma se dispersara con el viento, el aroma no se encerraba y era casi imposible captarlo de la forma en la que podría hacerlo en el interior de una casa.

―Cuando fui a la tienda me encontré con el tutor de una de mis alumnas y me regaló una bolsa de papitas, me pregunto si tendré que hacer algo por él para devolver el favor o si él está pagando de esa forma el favor que le hice al entregarle el bolso con comida que olvidó en su casa. Es un tipo muy serio y extraño, me recuerda a uno de nuestros vecinos, el chico que no sabía hablar.

⟫Amor está conmigo, su salud es buena y no ha tenido problemas últimamente aunque ahora es un berrinchudo exigente por las mañanas, pero me ha cuidado muy bien en su ausencia. ¿Ustedes tienen amigos allá? ¿me extrañan también? Me siguen haciendo falta, a veces siento que entrarán por la puerta un día de estos trayendo uno de los pasteles de café que solíamos comer, pero entonces reacciono y sé que no pasará, pero seguiré viviendo bien hasta el día en el que esté destinada a alcanzarlos para comer aquel pastel. No tienen que preocuparse tanto por mi.

Estiré mis extremidades sobre el césped y me dejé caer para acostarme en el suelo junto al árbol que representaba la fuerza de la unión entre mis padres y yo. Eso era lo que una de mis tías había dicho el día en el que decidió traerme para depositar aquí las cenizas.

Amor escaló hasta mi estómago y decidió que ese era un buen lugar para hacerse un ovillo y ponerse a descansar. Lo dejé quedarse ahí echado mientras luché por atar la correa a la muñeca de mi mano derecha, fue así como ambos nos quedamos dormidos poco a poco en aquel sitio apartado de la ciudad.

            
            

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