El guardia se llevaba a la pobre Sofía, prácticamente a rastras. "¡déjenme!... ¡Soltarme!" gruñó con un poco de dificultad. La pequeña Sofía, había tenido problemas del habla, y no fue hasta hace unos años que aprendió a comunicarse... al menos en ese idioma.
"¡ya cállate inútil" ordenó levantando la mano para golpearla por su mal carácter.
"¿Qué creen que están haciendo?" intervino una voz llena de autoridad y frialdad. Sin embargo, para Sofía, esa voz le hacía sentir aliviada...
El guardia, agachó la cabeza en señal de respeto y miró a Sofía con desagrado. Pero la joven no se inmutó, tal vez si no hubiera sido ciega, estuviera temblando de miedo.
"joven maestro, su padre el conde Wright, mandó a llamar a la... señorita" confesó, apretando los dientes.
"mmm" hizo un sonido afirmativo, "¿puedo preguntar que hace mi hermana empapada de agua?".
El guardia se tensó ante la pregunta, pero rápidamente se incorporó. " la señorita no quería despertarse, así que tuvimos que despertarla... el conde la esta esperando".
El conde, no le importaba como tratarán a Sofía, le era indiferente su existencia. Pero Iván, su hermano, era muy protector en lo que su padre le permitía. Tanto él como su madre tenían prohibido interactuar con ella. "pero el que ella no se despierte, no es excusa para que la traten de esa manera".
El guardia se mantenía con la cabeza a gachas, no debía de ofender al joven maestro. El que se les permitirse maltratar a la señorita, no le daba el derecho de faltarle al respeto al joven señor. Sin embargo, el guardia no pidió disculpa, eso, porque no siente que haya hecho nada malo.
Iván se acercó a ella, y acomodo los harapos qué llevaba por ropa, llamó a una de las sirvientas y ordenó que llevarán una toalla caliente. De inmediato, se llevó a cabo las órdenes el señorito, una vez y trajeron la toalla, se la colocó encima a su hermana y consoló, mientras la instaba a caminar.
"lamento que tengas que vivir esta agonía Sofí, no sé que más hacer para ayudar" decía mientras caminaban a la oficina de su padre. "puedo mandar a todos y ordenarle qué te cuide de ves en cuando pero mientras padre se mantenga... como representante de la casa Wright, no puedo hacer mucho". Se lamentaba Iván mientras hablaba con su hermana.
Sofía, escuchaba con atención, sentía en sus palabras la sinceridad. "No te preocupes hermano, gracias a lo que tu y madre han hecho, mi vida es menos miserable". Dijo con un tono miserable. "el que hayan puesto a Marina a cuidarme, demuestran lo mucho que les preocupó".
Sofía, aunque era la segunda hija de la casa Wright, era tratada mucho peor que a una esclava, todo esto por orden de su padre.
Desde su nacimiento todos los que estuvieron en el, han hablado de lo diferente que luce. No se parece en nada a la condesa, y aunque si tiene algunos rasgos del conde y se parece a Iván, el hecho de que haya nacido con el cabello grisáceo y con ojos verdes con tonos amarillentos, hizo enfurecer al conde.
Llegó al punto de decir que ella no era su hija, haciendo que Elizabeth se sintiera ofendida. '¿Cómo podría él sugerir algo así?' pensaba indignada.
Richard, llegó aún más lejos, declaró que el bebé de la condesa había nacido muerta y pensaba en deshacerse de ella. Pero Elizabeth intervino, diciéndole que si se deshacía de la niña, ella acabaría con su vida ese mismo día. Todo esto mientras lloraba desconsoladamente.
Como el conde, a su manera, amaba a su mujer, no quedo de otra que complacerla. Solo con una condición, que ella no intervendría en la crianza qué él tuviera con la bebé. Le dijo, qué ella crecería en su casa pero que él no la trataría como su hija, porque él no la sentía así. Elizabeth estaba renuente a aceptar una condición tan inhumana, pero pensó al respecto y aunque no veía bien la forma en que su marido se estaba comportando, ya sabía de la personalidad de él.
Pensó en aceptar su condición, porque para ella era mejor ver como su hija crecía a su lado, qué sin saber si vive o muere lejos de ella. También ella sabía lo complaciente qué era su marido a su pedido, creía que luego lo haría cambiar de opinión. Sin embargo, no fue como lo planeó.
El conde, como ya había declarado que la bebé de la condesa había nacido muerta, lo que hizo fue, crear unos papeles de adopción para la bebé y así poder agregarla en el registro familiar. Tomó como escusa, qué la condesa estaba devastada por la muerte de su bebé, así que tomó la decisión de adoptar a una niña. Hacerlo así, tranquilizaba de alguna manera al conde.
Pensar que en el futuro, cuando la gente viera a la niña, lo diferente que luce, no pondrán en duda la fidelidad de su esposa. Aunque sabe que ella no lo engañó, y todo es culpa de esa flor, no puede explicar a los demás el porque la niña nació así. Más sabiendo, qué por más que quiera decir que la bebé es suya, no la siente su hija... muy en el fondo, sabe que esa bebé no lleva su sangre.
El que la niña fuera tan diferente a la familia Wright, ayudó a que se creyera lo de que fue adoptada. Solo unos pocos sirviente, sabían la verdad de la niña y se les ordenó no hablar al respecto.
Y así pasaron los años, a la niña se le trató peor que a los mismos sirvientes, cortando la interacción humana de ella. Solo una vez al día, se le daba un poco de pan del día anterior y leche. Otros días se le daba la sobras del día anterior, pero todo esto, era sin siquiera dirigirle la palabra.
No fue hasta que la niña cumplió 10 que se dieron cuenta de su ceguera y también que no sabía 'hablar' el idioma. Los guardias y sirvientes que pasaban por el agujero que era su habitación, la oían balbucear cosas sin sentido. Incluso pensaron qué por su soledad, creo amigos imaginario, por lo que se le oía estar sola.
Desde que era pequeña, El conde, le asignó la habitación de la niña, lejos de las habitaciones principales. Les ordenó a los sirvientes cuidarla solo lo mínimo, y no alimentarla demasiado. Así que se le daba leche solo dos veces al día, y solo cuando los sirvientes no soportaban los gritos de hambre de la bebé.
Todo eso, sin que la condesa pueda hacer nada por ayudar a su pequeña. Rogaba y gritaba a su esposo para que la dejara cuidar de la bebé, pero él era renuente e indiferente a los ruegos de la condesa. Cosa que rompía su corazón.
Entonces, Por las noches, Elizabeth esperaba a que Richard se quedara profundamente dormido e iba por los pasillos de la mansión, en busca de su pequeña. Allí, le daba el ceno, mientras llorando, le pedía perdón a su bebé por ser tan egoísta y traerla a éste mundo, incluso con las advertencias de la anciana qué esto pasaría, no escucho.