Capítulo 5 Anillo falso

"Judie, ¿en qué piensas? Haz tus votos para que formalices tu matrimonio con Dillan", insistió Maddie.

Katie volvió a la realidad y prometió estar al lado de Dillan con el sacerdote como testigo.

El siguiente paso era el intercambio de anillos.

El anillo de bodas para el novio, un regalo de la familia Holland, era intrincado y costoso.

Katie apenas se había atrevido a esperar que él tuviera un anillo para ella, dada su pobreza.

Pero el anillo que presentó Dillan tomó a todos por sorpresa.

Era un enorme diamante que brillaba bajo la luz del sol, atrayendo todas las miradas.

Al presenciar el espectáculo, Judie se tapó la boca. "Oh, parece un anillo de Bvlgari".

Maddie y Fabian, por su parte, intercambiaron miradas perplejas, ambos bastante confundidos.

Si venía de una familia pobre, ¿cómo había logrado Dillan conseguir tanto dinero?

¿Podrían haberse equivocado con él?

Sosteniendo el anillo, Dillan esbozó una sonrisa. "Lo compré de un puesto. ¿Hay algún problema?".

Resultó que era falso.

Si bien el anillo parecía ser un Bvlgari, tras una inspección más cercana, era evidente que esa marca nunca había lanzado ese diseño.

Judie lanzó un suspiro de alivio. Si hubiera sido real, junto con la apariencia llamativa de Dillan, Katie habría sido más que afortunada.

"No, para nada". Katie tomó el anillo y se lo puso en el dedo, fingiendo timidez. "Mientras sea tuyo, me gustará".

La ceremonia terminó bastante bien.

La familia Holland no se quedó mucho tiempo. Una vez que lograron su objetivo, subieron a su lujoso vehículo y se marcharon.

"Parece que tus padres estaban ansiosos por conseguirte esposo".

La fría voz del hombre resonó a sus espaldas.

Katie se estremeció y sintió un extraño reconocimiento.

Esa voz sonaba parecida a la que la había amenazado con una daga en el cuello.

Pero se suponía que había muerto... Tal vez había pensado mal.

Con una sonrisa forzada, respondió: "Es solo que temen que la despedida sea dolorosa si se quedan más tiempo... Pero dejemos eso de lado. ¡Vamos a nuestro nuevo hogar!".

La familia Holland había instalado una casa en un pueblo apartado de Dailens.

Katie había llegado un día antes para ordenar el pequeño y deteriorado apartamento. Trajo una colcha limpia, adornó la habitación con globos y añadió cintas de colores como decoración.

"¿Te gusta esto? ¿Te sientes cómodo?", preguntó mirando a Dillan nerviosamente mientras agitaba los dedos.

Él le echó un rápido vistazo y se encogió de hombros con indiferencia. "Está bien, pero iré a recoger unas cosas esenciales. ¿Necesitas algo? Te lo traeré".

"Oh, no. Estoy bien, gracias".

Dillan se fue rápidamente con sus largas piernas.

Katie exhaló un suspiro de alivio, sintiéndose afortunada.

Los rumores lo habían pintado como un alborotador, pero parecían haber exagerado.

En la calle, tras asegurarse de que no lo seguían, Dillan se subió a un elegante auto negro.

Si Katie lo hubiera visto, se habría quedado asombrada, ya que era un auténtico Maybach.

El asistente en el asiento del conductor le entregó una carpeta. "Señor, estos son los resultados de nuestra investigación".

Dillan hojeó los documentos y su comportamiento se volvió gélido.

Antes había dirigido a la prestigiosa familia Baxter en Andovale, que era adinerada y respetada. Pero luego se enfrentó a la traición y fue perseguido implacablemente.

Durante su fuga, conoció a alguien en Dailens que se parecía mucho a él, así que le pagó para que abandonara el país.

Fue así como se quedó con la identidad de Dillan Gilbert.

"¿Cuándo piensa regresar, señor?", preguntó su asistente. "Todo el mundo cree que está muerto".

"No hay necesidad de apresurarse. Esperaremos para ver su próximo movimiento".

Justo antes de salir del auto, Dillan se acordó de algo.

"¿Y el asunto que te mencioné?".

"Ah, la familia Holland le entregó a su hija menos favorecida...".

"¿Quién te preguntó eso?", interrumpió Dillan.

Solo un idiota creería que Judie se casaría con un pobre perdedor.

Un poco de investigación reveló que los Holland tenían otra hija llamada Katie.

Dillan frunció el ceño. "Me refería a la mujer del almacén de esa noche".

No había podido encontrar a la mujer con quien había pasado la noche.