Un milagro de navidad
img img Un milagro de navidad img Capítulo 3 Parte 3
3
Capítulo 10 Parte 10 img
Capítulo 11 Parte 11 img
Capítulo 12 Parte 12 img
Capítulo 13 Parte 13 img
Capítulo 14 Parte 14 img
Capítulo 15 Parte 15 img
Capítulo 16 Parte 16 img
Capítulo 17 Parte 17 img
Capítulo 18 Parte 18 img
Capítulo 19 Parte 19 img
Capítulo 20 Parte 20 img
Capítulo 21 Parte 21 img
Capítulo 22 Parte 22 img
Capítulo 23 Parte 23 img
Capítulo 24 Parte 24 img
Capítulo 25 Parte 25 img
Capítulo 26 Parte 26 img
Capítulo 27 Parte 27 img
Capítulo 28 Parte 28 img
Capítulo 29 Parte 29 img
Capítulo 30 Parte 30 img
Capítulo 31 Parte 31 img
Capítulo 32 Parte 32 img
Capítulo 33 Parte 33 img
Capítulo 34 Parte 34 img
Capítulo 35 Parte 35 img
Capítulo 36 Epílogo img
img
  /  1
img

Capítulo 3 Parte 3

Alexander

Louise, esa misma niña que conocí a los 20 años que creía que podría con el mundo, era tan especial, era tan única con su sonrisa y su cabello totalmente revuelto cuando estaba llorando o cuando estaba gimiendo encima de mí. Cuando me contaba todas sus cosas del pasado, lástima que nunca pudimos salir por esos tontos permisos con sus padres, tal vez ahora sería diferente.

-Alexander, llévame a tu apartamento -Me dice sería, su mirada tan fría y casi sin mostrar una sonrisa, extrañaba cuando podía hacerla reír o que al menos saliera una pequeña mueca.

¿Quién le había hecho tanto daño?

-¿Estás segura?

-Sí -dice ella mientras me agarra de un brazo y me susurra en el oído -. Por los viejos tiempos.

Hago lo que ella me dice, sería divertido seguirle el ritmo a esta mujer que siempre había sido acelerada, me preguntaba que habría sido de nosotros si hubiéramos continuado con lo nuestro o bueno, si de verdad le hubiera podido dar lo que ella quería.

Apenas cruzamos la puerta de mi apartamento, sus labios buscaron los míos con una urgencia palpable. En ese instante, todo volvió a mí: la familiaridad de estar con ella, un torbellino de sensaciones que avivaron mi entusiasmo. Los besos, las caricias, los susurros en la penumbra; cada gesto era un recordatorio de la conexión intensa que compartíamos. Los jadeos y gemidos se entrelazaban en un ritmo apasionado, creando una sinfonía íntima que resonaba en el espacio confinado de la habitación, sellando el reencuentro con la electricidad única de nuestro deseo compartido.

Nos movíamos en la danza silenciosa de la familiaridad y la novedad, como dos almas que redescubren su sintonía perdida. La habitación se llenaba de un calor compartido, y el susurro de nuestras respiraciones entrelazadas creaba un ritmo propio.

Cada caricia llevaba consigo la historia de encuentros pasados, mientras que cada nuevo contacto exploraba terrenos inexplorados. Los sentidos se agudizaban en la penumbra, permitiéndonos leer en el lenguaje de la piel y las miradas.

En medio de la pasión, el tiempo parecía desvanecerse, y solo quedaba el presente palpable de ese momento compartido. Los cuerpos se convertían en cómplices de un deseo que, aunque siempre latente, encontraba su máxima expresión en ese instante de conexión intensa.

Con cada beso, cada caricia, quedaba claro que aquel reencuentro no solo era un regreso al conocido terreno del deseo, sino también una exploración de nuevas dimensiones en el inagotable mapa de la intimidad compartida.

Esa loca sensación de que con ella podía lograr esas cosas que jamás pensé me hizo entender que ella me gustaba más de lo que yo era capaz de decir o mencionar, encontrarla había sido una sorpresa y un regalo.

Inmediato terminamos, ella me pidió permiso para ir a bañarse y cuando salió se vistió rápidamente mientras contestaba el celular que había sonado bastante mientras nos entregábamos, una parte habló en inglés y me hizo enarcar una ceja, ¿cuándo aprendió?

-Aprendí, mientras iniciaba la agencia, había inversionistas que eran de Estados Unidos, no podía desperdiciar eso por no saber un idioma -Como si leyera mi mente me respondió.

-Me dijeron que tenían un socio.

-Sí, él se encarga de encontrar más inversionistas para expandir el negocio, mientras yo hago todo aquí.

-¿Algún día lo conoceré?

-Sí, llegará para el 5 o 6 de diciembre, no te preocupes -Me dice ella mientras termina de organizar su cabello.

-No me preocupo -Le digo, ella me mira y asiente.

-Me tengo que ir, muchas gracias por todo.

-¿Si sabes cómo volver?

-No, pero tengo el mapa para eso -Me contesta para irse como sin nada, sin un beso y la detengo para darle un beso -¿Eres consciente que es algo casual? ¿Cierto?

-Sí, supongo -No pensé escuchar eso de ella, la misma que siempre me pregunto cuándo la vería como algo serio, me estaba diciendo eso. Cuando esa va, me vuelvo a preguntar, ¿quién le hizo tanto daño?

Al día siguiente me levantó temprano para ir por primera vez a las instalaciones de la agencia, aunque mi trabajo era totalmente remoto, pero quería ver cómo trabajaba esa mujer luego de tantos años, lo que me encontré me sorprendió.

Ella dirigiendo un grupo mientras les explicaba cosas que yo no entendía, cuando chocamos miradas dio unas breves cosas y más y me presentó.

-También quiero presentar a nuestro nuevo contador, Alexander Moya -Ella me señala y dio una leve inclinación -Solo vendrá cada fin de mes antes de mandar los archivos para cerrar la información, de resto su trabajo será remoto, entonces aprovechen -. Louise da una leve sonrisa y se retira, sin mirarme, al contrario, se va con el otro que conocí ayer, ¿Jared? No recordaba su nombre, pero la mirada que me dedicó fue de pelea.

Enarque una ceja, ¿qué le pasaba? Yo iba a pelear por una mujer. A lo lejos la vi, con su ceño fruncido mientras le decía cosas a él, como si lo regañará.

-No lo estaba regañando, ella estresada se ve enojada -Me indica una muchacha, la miro, era castaña clara, con unos ojos verdes grandes -¿Eres Alexander? ¿Ese Alexander?

-¿Hace cuánto eres amiga de ella? -Me da una sonrisa burlona.

-Lo suficiente para saber que hace cinco años no la ves -Se gira para seguir con su trabajo, luego de unos minutos Jared por fin sale.

-¡Jaden! -No se llamaba Jared, me confundí. Louise sale su oficina y me indica que entre.

-Moya, necesito que veas lo que he hecho yo estos últimos y corrijas lo que encuentres, si tienes alguna duda me puedes llamar e indicar que sucede.

-¿Puedo trabajar aquí y hacerlo? -Quita la mirada de unos papeles y me mira, esta vez su mirada estaba más fría que antes, quería abrazarla y decirle que todo estaría bien.

-Si eso deseas, sí, total, tu salario va a cubrir todo eso -Me responde y vuelve su mirada a sus documentos.

-Está bien.

-También, pásame tu número, para acordar nuevamente una cita o si puedes hoy más tarde sería mejor -Se me había olvidado lo adicta que era.

-Claro.

Luego de intercambiar números, me siento contento por esto, pero es luego de unos días que descubro la verdadera razón de todo detrás.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022