Capítulo 8 8

5:26 pm, domingo.

Los sueños siempre habían sido uno de sus traumas, las pesadillas, las lagrimas, todo era debido a los recuerdos del pasado que se presentaban cuando descansaba de su realidad. No soñar con su pasado era algo inusual, porque cuando abrió los ojos se encontró abrazando a Jay y rodeada de oscuridad. ¿Debía levantarse? No tenía ganas de nada, mucho menos energía para levantarse de la cama, debía esperar hasta sentirse mejor, quizá tomar un ducha caliente, aprovechando que tenía un baño privado.

Entonces como pudo se sentó, su cabeza daba vuelta y eso confirmaba el resfriado, su nariz escurría y sentía demasiado frio. Los resfriados y Lydia, eran enemigos desde hace años, porque cuando enfermaba, siempre iba a dar al hospital. El baño se encontraba a poca distancia, camino de forma lenta, casi sintiendo sus pies pesados y llegó a la bañera, la dejo llenar y cuando estuvo a la temperatura adecuada, ingreso aun con su ropa puesta, pues la cordura se había ido de sus sentidos.

Los golpes en la puerta volvieron, la fuerza de su voz era demasiado débil, por lo que se quedaría unos minutos bajo el agua y saldría para decirle a Adrián que le consiguiera medicina para su resfriado.

Y así hizo, no calculo cuanto tiempo había pasado, pero cuando abrió los ojos se sintió demasiado mareada.

- Creo que estuve demasiado tiempo -susurro.

Necesitaba llamar al beta de cuarta y pedirle un poco de ayuda, no quería desmayarse, menos en el baño. Se sujeto de la bañera, intentando pararse, poniendo todo su esfuerzo y energía en eso, un pie fuera de la ducha casi tocando el suelo, se sentía ya victoriosa, pero no contaba con que el suelo mojado la hiciera resbalar, cayendo de cara al suelo.

El estruendo fue tan fuerte que escucho como golpeaban la puerta de manera brusca.

- A-Adrián-murmuraba.

- ¡Lydia! -la voz del castaño se escuchaba tras la puerta- Maldita sea, no logro abrir la puerta.

¿Le había puesto pasador a la puerta? No recordaba esa parte. Todo era su culpa, todo había empezado a salir mal desde que se presento como omega, los problemas con Julián y su madre, el trabajo, no tiene un lugar el cual llamar hogar, aparto a Anthony de su lado, todo era un desastre.

Su pierna dolía, su cabeza también, estaba siendo un estorbo, algo que a toda costa quería evitar.

Escucho un fuerte estruendo y alguien la tomo en brazos, Lydia no pensaba con claridad, escondió su rostro en el cuello de quien la tenia en brazos, aquel olor exquisito, la hacía sentir un poco mejor.

[...]

Flashback

- Prométeme que te quedarás aquí.

- ¿A donde irás tú? -Lydia pregunto asustada.

-Solo iré a comprarte algo delicioso ¿sí? -la rubia se encontraba al borde de las lagrimas.

- Entonces, promete que volverás por mi -pidió mirando a su madre con tristeza.

- L-Lo prometo.

[...]

- Mamá... -susurraba entre sueños.

- ¿Lydia?

Aquella voz la hizo abrir sus ojos de manera inmediata.

- ¿Donde estoy?

- ¡Lydia! -Adrián se lanzó a los brazos de la omega- ¿Como te sientes? ¿Te duele algo?

- Si me aprietas de ese modo, me duele todo, Adrián -se quejó.

- Lo siento -dijo separándose de Lydia.

- ¿Por qué estoy aquí? -preguntó mirando la habitación.

- Tenias fiebre muy alta -respondió preocupado- Además te caíste al salir de la bañera, por suerte no hubo fractura. ¿Por qué te encerraste?

- No recuerdo haberle puesto seguro a la puerta -suspiró.

- Debiste haberme dicho que te sentías mal.

- Me sentí mal luego de despertarme, pensé en tomar una ducha y aquí despierto -murmuro- ¿Me trajiste en brazos? -preguntó mirando al castaño.

- No -admitió- Fue Tony.

- ¿Anthony? -preguntó sorprendida- Pero él estaba en ese hotel con esa omega...

- Lo llame porque estaba preocupado y no sabía donde estaban las llaves -Adrián comento- Vino de inmediato y derribo la puerta con una patada ¿Puedes creerlo?

- ¿Y donde está? -preguntó nerviosa.

- Esta hablando con el doctor, parece que te dejarán una noche en observación por la fiebre.

- Oh... Prefiero irme a casa ¿No se puede?

- Déjame preguntarle a Tony -dijo caminando hacia la salida- No me demoro.

¡Maldición! El alfa se encontraba ahí ¿Como iba a mirarlo a la cara luego de lo de ayer? Podía actuar desinteresada, saludarle como si nada, eso podía funcionar, es más, eso iba a hacer.

Por suerte el dolor de cabeza había disminuido, solo sentía dolor en su pecho y un poco en sus piernas. Ahora le debía algo más al alfa, debía pagarle a de la Torre, lo de su estadía en el hospital, una suma más a su deuda ¡Perfecto!

Esperar se volvió algo eterno, estaba entretenida observando la habitación, era grande, tenía un sofá ¡Incluso un televisor! ¿Cuánto costará esa habitación? Tendría que trabajar demasiado para pagar todas sus deudas, eso era seguro.

La puerta de la habitación se abrió y esperaba ver al castaño, su expresión se endureció cuando fue Anthony quien la miraba desde la entrada.

- Hola.

- Hola -saludo del mismo modo.

- Adri tuvo que irse -menciono- ¿Como te sientes?

- Bien -asintió- ¿Puedo irme a casa?

- Si, dijeron que no hay problema -sonrió- Vengo a ayudarte para llevarte al apartamento.

- Puedo sola... -Lydia bajo la mirada.

Era difícil mirar a los ojos al pelinegro.

- Entonces, te espero aquí afuera -respondió con tranquilidad.

Sin responder asintió esperando a que el pelinegro abandonara la habitación. Su ropa se encontraba encima del tocador, pero fue un poco ilógico pensar que podría caminar con normalidad, porque cuando sus pies tocaron el suelo y tomo impulso para ponerse de pie, fue a dar al suelo.

- C-Carajo...

- ¿Lydia? -el pelinegro se asomo- ¡Lydia!

Se acerco rápidamente a la rubia quien se hallaba en el suelo.

- P-Por suerte he puesto las manos -sonrió avergonzada.

- Ahora tendrás las manos lastimadas -comento serio- Te dije que iba a ayudarte, pero eres demasiado orgullosa -hablo dejando a la omega en la camilla.

- ¿Orgullosa?

- Sino hubiese estado aquí ¿Como habrías hecho? -preguntó enojado.

- ¿Estás enojado? -preguntó sin poder creerlo- Soy yo quien esta enojada contigo -dijo mirando mal al pelinegro- Si no me hubiesen mentido, no habría seguido a Adrián y si no hubieses estado con esa omega, no me habría mojado con la lluvia, no estaría enferma y ¡Menos en este hospital! -gritó enrojecida.

Lydia no esperaba nada, sobre todas las cosas que pudieran pasar, nunca imagino que los labios de Anthony chocaran con los suyos, tampoco esperaba corresponderle ¿Besarse en un momento como ese? No esperaba tampoco que el alfa terminara por desnudarla, la subiera a la camilla y empezará a besar su cuello. El calor llegó a su cuerpo, la misma sensación de semanas atrás, el calor invadiendo todo su ser, el deseo por el tacto del pelinegro, la necesidad de unirse con él. Sus ojos permanecían cerrados, no quería que sus miradas se encontrarán, nuevamente la estaban usando...

Los besos, las mordidas, su vulva se hallaba totalmente lubricada y cuando el alfa noto eso, fue cuestión de segundos para que bajará y lamiera aquel lugar, Lydia tapo su rostro sintiéndose morir en ese momento, pronto la vergüenza abandono su cuerpo porque sintió como los largos dedos del alfa se introducían en su interior, haciéndola sentir una oleada de placer, obligándola a que sus miradas se encontrarán y sintiéndose más excitada con esos ojos negros enfocados en su pequeño cuerpo.

La omega mordía sus labios bruscamente, tanta era la fuerza que pudo saborear la sangre en su boca.

- L-Lydia -jadeó el alfa.

El alfa se posiciono en medio de sus piernas y tan pronto que no pudo procesarlo, la gruesa erección de Anthony empezó a hacerse paso en su interior, el dolor empezaba a transformarse en placer y las estocadas aumentaban de velocidad. Era besada con fuerza, con desespero, quería disfrutarlo de la misma manera, pero estaba siendo imposible, reprimía las lagrimas, entonces cerro sus ojos con fuerza, deseando que se detuviera pronto y cuando sintió el pesado cuerpo del pelinegro detenerse, supo que todo había terminado.

- Ya tuviste lo que querías -susurro entre lagrimas- Ahora vete.

- ¿Qué dices? -preguntó con su ceño fruncido.

- Solo vete -pidió bajando la mirada- Déjame sola.

Y aunque deseará lo contrarió, Anthony hizo exactamente lo que Lydia pidió. La dejó sola en la habitación, sintiéndose una idiota completa. Se vistió de manera rápida y se preparo para tener que irse junto al pelinegro, porque el recorrido seria demasiado incomodo.

Cuando salió de la habitación no había rastro del alfa, por lo que por su cuenta entro al ascensor y llegando al primero piso, se encontró con una escena difícil de ver. Se sintió nuevamente una idiota por haber pensado en disculparse con el alfa, porque sin duda el recorrido hasta el apartamento sería incomodo.

La omega rubia, la misma del hotel, sujetaba el brazo del pelinegro como si su vida dependiera de ello y de nuevo sintió una leve opresión en su pecho. Dudosa se acerco a la pareja y cuando el alfa noto su presencia, simplemente empezó a caminar hacia la salida del hospital, Lydia siguiendo sus pasos y él, conversando alegremente con la omega.

- Oh eres la chica de ayer -la rubia la apuntó.

- Buenas tardes -saludo desviando la mirada- Lamento muchísimo lo de ayer.

- No te preocupes, Tony me contó que te estas quedando en su apartamento por algunos días, no hay nada mejor que ayudar a los indefensos ¿no crees?

- Claro...

- Andando -ordeno el pelinegro.

Como era de esperarse, la rubia se subió al lado de Anthony y ella en los puestos de atrás, todo el recorrido hasta el apartamento observo por la ventana, bastante ajena a la conversación de la pareja y cuando llegaron, se bajo del auto, se despidió de la desconocida y empezó a caminar hacia el edificio.

- Espera -Anthony llegó a su lado.

- Suéltame -se giro- Es mejor que te vayas, te esperan -dijo para empezar a caminar.

- ¿Así será desde ahora? -preguntó.

- Anthony, yo solo necesito encontrar trabajo, pagarte todo e irme -volvió a girarse hacia el alfa- Ya tienes alguien a tu lado, no lo hagamos difícil. Lo siento si te hice pasar un momento incomodo, actué por impulso, fui egoísta, tú y yo no somos nada... Vete, te están esperando -volvió a decir.

Y de esa manera se alejó, subió hasta el tercer piso por las escaleras, ingreso al apartamento, se sorprendió al encontrar la puerta destrozada en el suelo, le resto importancia y se recostó en la cama, abrazando a Jay con todas sus fuerzas.

Adrián no se encontraba por ningún lado y lo extrañaba demasiado, necesitaba la presencia del castaño para sentirse un poco mejor y eso la ponía demasiado sensible.

            
            

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