Amor a fuerza de resentimiento
img img Amor a fuerza de resentimiento img Capítulo 4 Juan de Dios disputa con Rolo Arzola
4
Capítulo 6 Elsa discrepa con Juan y Mercy img
Capítulo 7 Algunas evidencias img
Capítulo 8 Encuentro temeroso img
Capítulo 9 Entrevista a una víctima sexual img
Capítulo 10 Entrevista a una maleante img
Capítulo 11 Pablo razona img
Capítulo 12 Reverso de un caballero img
Capítulo 13 Frente a un psicópata img
img
  /  1
img

Capítulo 4 Juan de Dios disputa con Rolo Arzola

—Vine hablar contigo, Juan de Dios —habló, Rolo con voz forzada.

Rolo Arzola fue hasta el quiosco donde Juan de Dios vendía pizza para enfrentarlo, pues, tenía el presentimiento que éste estaba confabulado con Elsa, en sus reiteradas acusaciones.

—Espero entendernos para que no se agraven más las cosas.

—¿Qué es lo que tú te traes? —le preguntó molesto.

—Hace falta que le frenes la lengua a Elsa. En ningún momento la he violado.

—La violaste y bien. Lo que me molesta de ti es que no tuviste en cuenta la amistad que había entre nosotros.

—Me estás atacando, y me voy a defender.

—Reconócelo… No lo niegues.

—Hay que estar desesperado para hacerle el sexo a Elsa. Ella es una vieja.

—Esa noche la esperaste en el puente, la golpeaste, la desnúdate y la violaste.

—Eso te lo dijo Elsa, y tú se lo creíste.

—¿Por qué no se lo voy a creer? No me digas que estoy equivocado —murmurando —. Deseos no me faltan de golpearte.

Rolo Arzola no dejó de sonreírse burlón.

—No cometas el error de levantarme la manito. Evita una desgracia.

Juan de Dios se sintió ultrajado ante la sonrisa burlona de Rolo Arzola. Se acercó al mostrador. Sus pupilas se mostraron penetrantes. Su intención era brincar el mostrador y darle una puñalada a Rolo Arzola, quien se mantenía atento, caviloso.

—Necesito saber si es cierto para caerte arriba y desbaratarte todo.

—Yo no soy ése que tú estás pensando. No es posible que sigas confundido.

—Me traicionaste. Y pensar que tuvimos unas relaciones de buenos hermanos y tú las destruiste. Esa traición ha sido un golpe demoledor en mi mente. Por mucho que trato de olvidar esa pesadilla, más la recuerdo. Eso nunca te lo voy a perdonar.

—Eso pertenece al pasado. No vamos a desempolvar algo que si se puede olvidar. Ciertamente, nuestras relaciones era de buenos hermanos, por eso fuimos a dar juntos a la cárcel, sin yo haber cometido delito. Te pido disculpas, sin en algo te he ofendido.

El airamiento cubrió todo el rostro de Juan de Dios.

—Es tanto lo que tú has hecho, que es preferible no seguir hablando.

—No soy hombre que traiciona, Juan de Dios. Y mucho menos a alguien que era mi hermano amigo.

—Eso esta muy bonito. Pero tú puedes decir muchas cosas. A pesar de no ser quienes éramos.

—Dime primero qué fue lo que te dijo Elsa. Por ella ser armadora de problemas, entre nosotros hay odio y resentimiento.

—Ella me dijo que tú la golpeaste, la arrastraste, la amenazaste con matarla con un cuchillo, para que te concediera hacerle el sexo en contra de su voluntad.

—Estás llenando de enredos un asunto que puede resolverse en sana tranquilidad.

—La violaste. No sigas negándolo —le dijo atormentado.

—Es una estupidez de tu parte creerle a Elsa. Voy a ser franco contigo para acabar con este tema. Hicimos el sexo en mutuo acuerdo.

—Ella no me ha mentido. Eres un violador en potencia. Cuando la mujer está de acuerdo no hay que golpearla para realizar el sexo.

—Vuelvo a decirte que yo no violé a Elsa. No te lo voy a repetir más. Ella y yo fuimos a la cama a vivir un romance.

—Ya son dos veces que la golpeas y abusas de ella.

—Te voy a pedir un favor —le advierte—. No me sigas acusando de violador. No quiero perder la paciencia. Trata de entender.

Juan de Dios estaba bastante molesto. Con gran rapidez tomó un cuchillo en su mano y lo apretó con toda su fuerza. Rolo Arzola se quedó mirándolo, siguiendo cada movimiento de Juan de Dios. Sus músculos estaban tensos.

—No te atrevas hacer ningún movimiento con ese cuchillo. —Violaste a Elsa —amenazador— Y creo que no hay mejor momento para ir al desquite.

—Sal del quiosco, que con cuchillo y todo te voy a enseñar quien soy yo. Dale, sal del quiosco. Juan de Dios saltó el mostrador y cayó frente a Rolo Arzola. Le lanzó una cuchillada y no logró alcanzarlo, pues, Rolo lo esquivó dando dos pasos hacia atrás. Juan de Dios no desistió en matarlo. Llegaron al lugar varias personas y lo desarmaron.

—Uno de los dos sobra en esta tierra —su voz sonaba amenazadora.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022