Se Embaraza de su Tío Millonario
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Capítulo 5 05

Después de subir apresuradamente al autobús y huir de la casa de Alejandro, Sofía se sintió agotada, tanto física como emocionalmente. Las lágrimas habían cesado, pero el dolor en su pecho parecía no tener fin. Se acomodó en el asiento, abrazando su maleta con fuerza, y contempló cómo los edificios y las calles conocidas iban quedando atrás.

A medida que el autobús se alejaba de su ciudad natal, Sofía intentaba recobrar la calma y pensar con claridad. ¿Adónde iría? ¿Cómo lograría sobrevivir lejos de todo lo que conoció? Estas preguntas la atormentaban, pero sabía que no podía volver atrás. La idea de ver a Alejandro casándose con Valeria y formando una familia era demasiado dolorosa para soportarla.

Sofía se recostó en el asiento, cerrando los ojos. Poco a poco, su mente se fue despejando y comenzó a analizar su situación. No tenía mucho dinero consigo, y tampoco tenía un plan concreto de dónde dirigirse. Pero en ese momento, lo único que le importaba era alejarse lo más posible de Alejandro y su boda.

Mientras el autobús avanzaba, Sofía trató de mantener la mente ocupada, pensando en posibles lugares a los que podría ir. Finalmente, decidió que lo mejor sería buscar trabajo en una ciudad grande, donde pudiera tener una nueva oportunidad de reconstruir su vida. Quizás en algún lugar lejos de allí, podría olvidar poco a poco el dolor que la atormentaba.

Horas más tarde, el autobús llegó a su destino: una ciudad bulliciosa y llena de oportunidades. Sofía bajó del vehículo, sintiendo que sus piernas le temblaban. Miró a su alrededor, tratando de ubicar un lugar donde pudiera pasar la noche. Después de caminar unas calles, encontró un modesto hotel y se registró, decidió buscar trabajo al día siguiente.

Durante la noche, Sofía no pudo conciliar el sueño. Su mente no dejaba de reproducir una y otra vez la imagen de Alejandro, su mirada llena de angustia y desesperación. ¿Estaría bien? ¿Habría intentado buscarla? Sofía se estremeció ante esos pensamientos, sabiendo que no podía permitirse volver a caer en la trampa de sus sentimientos.

Finalmente, agotada, Sofía logró quedarse dormida. Pero su sueño estuvo plagado de pesadillas, en las que veía a Alejandro casándose con Valeria y alejándose de ella para siempre. Despertó sobresaltada, con el corazón latiendo a toda velocidad.

Al día siguiente, Sofía se levantó temprano y salió a recorrer las calles en busca de oportunidades de empleo. Visitó varios negocios, dejando su currículo y solicitando ser considerado para cualquier puesto disponible. Aunque se sentía nerviosa e insegura, su determinación de rehacer su vida la empujaba a seguir adelante.

Después de varias horas de búsqueda, Sofía logró conseguir un trabajo en un pequeño café. Si bien no era el empleo que ella hubiera deseado, le proporcionaría los ingresos suficientes para mantenerse y comenzar a ahorrar para un futuro mejor.

Mientras trabajaba, Sofía se esforzaba por mantener la mente ocupada y evitar que los recuerdos de Alejandro la atormentaran. Atendía a los clientes con amabilidad y eficiencia, sintiendo que poco a poco iba recuperando el control de su vida.

Pero una tarde, cuando servía el café a un cliente, un fuerte mareo la invadió. Sofía se tambaleó, dejando caer la taza al suelo. Inmediatamente, su jefe acudió a socorrerla, preocupado por su arrepentido malestar.

-¿Estás bien, Sofía? -preguntó, sosteniéndola suavemente.

Sofía asintiendo, tratando de recuperar el equilibrio.

-Sí, sí, lo siento -murmuró, abrumada-. Creo que solo necesito descansar un momento.

Su jefe la llevó a la trastienda y le ofreció un vaso de agua. Sofía bebió el líquido con avidez, sintiendo que la cabeza le daba vueltas.

- Deberías ir a ver a un médico, Sofía -sugirió su jefe, con preocupación-. No te ves nada bien.

Sofía lo miró con nerviosismo, consciente de que su repentino malestar podría estar relacionado con algo más que simple cansancio.

-No se preocupe, estará bien -dijo, esforzándose por sonar convincente-. Tal vez solo necesite descansar un poco.

Su jefe la vigilaba con escepticismo, pero decidió darle el beneficio de la duda.

-De acuerdo, pero si sigues sintiéndote mal, no dudes en ir a ver a un médico -insistió-. No queremos que nada te pase.

Sofía ascendiendo, agradecida por la preocupación de su jefe. Cuando se sintió un poco mejor, volvió a su puesto, pero no pudo dejar de pensar en lo que podría estar sucediendo.

Esa noche, en la soledad de su habitación de hotel, Sofía comenzó a atar cabos. Los repentinos mareos, el cansancio y la sensación de malestar general. Lentamente, la verdad se fue abriendo paso en su mente.

Con manos temblorosas, Sofía se levantó de la cama y se dirigió al baño. Tomó una prueba de embarazo que había comprado días atrás, sin atreverse a usarla. Ahora, sin embargo, sus sospechas se han vuelto casi una certeza.

Después de unos minutos de angustiosa espera, Sofía observó el resultado de la prueba. Dos líneas claramente visibles. Positivo.

Sofía sintió que el mundo a su alrededor se desvanecía. Embarazada. Estaba embarazada de Alejandro. En medio de su huida, de su desesperada necesidad de alejarse de él, ahora cargaba con una vida que habían creado juntos.

Las lágrimas brotaron de sus ojos sin control. ¿Cómo iba a hacer frente a esto? ¿Cómo iba a criar a un hijo sola, lejos de todo lo que conocía? El miedo y la incertidumbre la invadieron por completo.

Durante horas, Sofía permaneció sentada en el borde de la bañera, contemplando la prueba de embarazo y dejando que las lágrimas rodaran por sus mejillas. Finalmente, tomó una respiración profunda y secó su rostro. Tenía que ser fuerte, por ella y por el bebé que llevaba en su vientre.

Poco a poco, Sofía comenzó a trazar un plan en su mente. No podía regresar a su antigua vida, a la cercanía de Alejandro ya la constante tortura de verlo casarse con otra mujer. Tendría que continuar con su huida, al menos hasta que pudiera pensar con claridad y tomar una decisión sobre su futuro.

Con determinación, Sofía se levantó y se miró al espejo. En su reflejo, pudo ver la fuerza y ​​la determinación que ahora la animaban. Sería una madre soltera, lejos de su familia y de todo lo que conocía. Pero no importaba. Haría todo lo posible por darle a su hijo una vida digna y llena de amor.

Sofía salió de la habitación del hotel y comenzó a buscar un nuevo lugar donde vivir, uno más adecuado para recibir a su bebé. Mientras recorría las calles, se dio cuenta de que, a pesar del dolor y la incertidumbre, una pequeña chispa de esperanza brillaba en su interior. Tal vez, en medio de todo este caos, podría encontrar la felicidad que tanto anhelaba.

Con la determinación de una madre, Sofía se enfocó en construir un futuro para ella y su hijo. Alejandro ya no era más que un recuerdo doloroso que debía dejar atrás. Ahora, su prioridad era asegurar el bienestar de la pequeña vida que crecía dentro de ella.

Así, Sofía emprendió una nueva etapa, lista para afrontar los desafíos que la esperaban, con la esperanza de que, tal vez, algún día, pudiera encontrar la paz y la felicidad que tanto anhelaba.

                         

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