Aquilada para Amar a uno Millonario
img img Aquilada para Amar a uno Millonario img Capítulo 1 El contrato
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Capítulo 6 ¡Es Tu Culpa! img
Capítulo 7 Siempre nos encontramos img
Capítulo 8 Es el sonido de mi corazón img
Capítulo 9 Acepto la invitación img
Capítulo 10 Refugio para desamparados. img
Capítulo 11 Nos despedimos aquí img
Capítulo 12 Aprovecha la oportunidad img
Capítulo 13 Eso es estupidez! img
Capítulo 14 ¿Suegra o suegrita img
Capítulo 15 ¿Café o agua, señor img
Capítulo 16 ¿Eres nuevo por aquí img
Capítulo 17 ¡No es celos! img
Capítulo 18 Cisco en el ojo img
Capítulo 19 ¿Dónde está mi hermano img
Capítulo 20 Ya he estado en la misma situación img
Capítulo 21 Recuerdos y pesadilla img
Capítulo 22 Yo soy tu madre img
Capítulo 23 Por mi hijo img
Capítulo 24 ¿Una cita en el hospital img
Capítulo 25 El espectáculo va a comenzar img
Capítulo 26 Show de talentos img
Capítulo 27 Una mirada de odio img
Capítulo 28 Para nuestros hijos img
Capítulo 29 No escuches a Cascabel img
Capítulo 30 ¿Lo prefieres blando img
Capítulo 31 La gallina pintadita img
Capítulo 32 ¿Fernando vino contigo img
Capítulo 33 ¿Me haces compañía img
Capítulo 34 Qué coincidencia img
Capítulo 35 Mi vecina img
Capítulo 36 ¡A mi oficina, ahora! img
Capítulo 37 Ahora es mi turno img
Capítulo 38 ¡Tu casa, por qué! img
Capítulo 39 Dos voces gritan img
Capítulo 40 Ella está siendo muy rápida img
Capítulo 41 Gritos y Colapso img
Capítulo 42 Las ilusiones no respiran img
Capítulo 43 ¿De un dorama img
Capítulo 44 Buscar a mi hija img
Capítulo 45 Rostro de niña img
Capítulo 46 No fui el único img
Capítulo 47 Laura, esta es Lari img
Capítulo 48 No me rechaces img
Capítulo 49 Cuando me di cuenta img
Capítulo 50 ¡¿Tenías uno todo el tiempo ! img
Capítulo 51 ¡Quieren darme una paliza! img
Capítulo 52 Confusión en el vestíbulo de entrada img
Capítulo 53 Lo que realmente pasó img
Capítulo 54 CEO de mierda img
Capítulo 55 Tan criminal como ellos img
Capítulo 56 Vete, Fernando img
Capítulo 57 Declaración de Mike (parte 1) img
Capítulo 58 Declaración de Mike (parte 2) img
Capítulo 59 Para la comisaría img
Capítulo 60 Mi parte del acuerdo img
Capítulo 61 Eso ni siquiera es lo mínimo img
Capítulo 62 Bajo el césped img
Capítulo 63 ¿Todavía quieres quedarte img
Capítulo 64 ¿Quién es Olivia img
Capítulo 65 ¿Ahora quieres escucharme img
Capítulo 66 ¿Mike sabe img
Capítulo 67 El día que nació Oliver img
Capítulo 68 Visitas indesejadas img
Capítulo 69 ¿Laura es mamá img
Capítulo 70 Igual a mí img
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Aquilada para Amar a uno Millonario

Stephanie Gomes
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Capítulo 1 El contrato

Laura Martins:

Golpes fuertes en la puerta me despiertan de un sueño agitado. El sonido reverbera en mi cabeza, desencadenando un dolor palpitante en mi sien como un cruel recordatorio de la caída que sufrí hace dos días en la empresa. Al intentar apoyarme en el lavabo, el mareo se intensificó, me desmayé y golpeé mi cabeza contra la dura porcelana, despertando solo al día siguiente. La luz del sol entrando por las rendijas de la ventana de madera hace que mis ojos ardan.

-¡Ya voy! - Intento gritar, pero mi voz es tan débil que dudo que haya salido más que un susurro.

Los golpes continúan, ahora más urgentes. Respiro profundamente, intentando disipar la niebla del dolor, y me levanto tambaleante. La habitación parece girar por un momento, pero me estabilizo, apoyándome en la pared mientras camino hacia la puerta principal. El eco de los golpes se mezcla con el zumbido en mi cabeza.

-¿Quién es? - Mi voz sale ronca, casi inaudible, mientras desbloqueo la puerta.

-¿Señorita Martins? - Responde una voz femenina.

Abro la puerta lentamente, revelando a una mujer joven y elegante. Es alta y delgada, vistiendo un traje perfectamente ajustado. Sus ojos me observan con una intensidad desconcertante, y una leve sonrisa curva sus labios.

-¿Puedo ayudar? - Pregunto, la desconfianza evidente en mi tono.

-Quisiera hablar de un asunto delicado con usted, ¿puedo entrar?

-No es buena idea dejar entrar a una desconocida en mi casa - respondo con hesitación, manteniendo la puerta solo entreabierta.

Ella sonríe suavemente, un gesto calculado para parecer amigable.

-Entiendo su hesitación, pero no soy una completa desconocida, somos colegas de trabajo. Y le aseguro que lo que tengo para ofrecer es de su interés.

El dolor en mi cabeza hace difícil pensar con claridad, pero mi curiosidad me lleva a abrir la puerta, permitiéndole entrar. No me molesto en decirle que no se preocupe por el desorden; lo único que tengo en la sala es un sofá de tres plazas que me donó la vecina. La mujer se sienta en el asiento derecho del sofá, y yo en el izquierdo.

-Bueno, hace dos días la encontré desmayada en el baño de la empresa... - comienza a hablar, pero la interrumpo.

-Entonces, ¿vino a cobrar el dinero que gastó en el hospital conmigo, verdad? Ya debería haberlo imaginado, era uno de los hospitales más caros de la ciudad, no cualquiera entra al Vivaz - suspiro, sintiendo la humillación de mi situación. - Mire, no puedo pagarle ahora, pero si me da algo de tiempo...

-¡No! - Me interrumpe, y mis ojos se abren de par en par, sintiendo el miedo de que exija el dinero en este momento seco mi boca. - Fue mi jefa quien pagó el hospital para usted - aclara. - Y ella quisiera hacerle una propuesta.

Mi desconfianza aumenta, y mi corazón comienza a latir más rápido.

-¿Qué tipo de acuerdo?

Ella coloca el sobre en la mesa y me mira directamente a los ojos.

-Mi jefa pagará todos sus tratamientos, cirugía y medicación para la cura de su cáncer, y además le dará una asignación de mil reales por mes.

(El real o reales es el nombre de la moneda brasileña, donde ocurre la historia)

-¿A cambio de qué haría eso por mí? - Pregunto, ya no gustando, nadie hace nada gratis por nadie, no creo en hadas madrinas.

-Ella quiere alquilarla - responde, como si simplemente dijera que el cielo está hermoso.

-¿Qué? - Exclamo en shock. -¿Alquilarme para qué? - Pregunto, confundida.

-Para amar a su hijo - responde con una enorme sonrisa en su rostro, como si eso fuera lo más natural del mundo.

-¡No voy a prostituirme! - Exclamo extremadamente ofendida por ese acuerdo propuesto. - Sé que no tengo mucho dinero, pero sé muy bien que tengo mi valor.

-No, Laura, nada de eso. Ella no está pagando para que tenga relaciones con él. Solo para que sea el soporte emocional que él necesita - aclara. - Está pasando por un momento muy difícil, y mi jefa cree que usted puede ayudarlo a superarlo.

-¿Por qué yo? - La miro, tratando de descifrar sus intenciones.

-Usted despertó emociones buenas en él, por eso pensamos que puede salvarlo.

-¿Desperté? ¿Salvarlo? - Mi pregunta resuena llena de ironía e incredulidad. - ¡Ni siquiera sé de quién está hablando! - Digo lo obvio y reviro los ojos, error mío, el latir en mis sienes aumenta aún más.

-Entienda, usted salva al hijo de ella y ella la salva a usted, así de simple. Y si por algún motivo termina enamorándose de él, no hay problema, siempre y cuando este acuerdo nunca salga a la luz. Refuerzo, nadie más que usted, yo y ella debe saberlo - su tono de advertencia me deja alarmada.

- Ni siquiera he aceptado el acuerdo y ya están pensando en la posibilidad de que me enamore de un completo desconocido. ¿Qué tienen en...

- Mi jefa quiere ver a su hijo volver a sonreír - me interrumpe, su voz cargada de urgencia. - Curiosamente, cuando está con usted, muestra buenos sentimientos. Ella, al igual que usted, está desesperada. Hace años que su hijo se encerró en sí mismo y vive alejando a todos. Durante dos largos años ni siquiera salió de casa, y cuando finalmente lo hizo, mostró frialdad y grosería hacia todos. Sus ojos perdieron el color y ella siente que cada día está perdiendo más y más a su querido hijo, teme que termine, termine... - cierra los ojos, como si los recuerdos aún la atormentaran, ya puedo imaginar lo que quiere decir, suicidio. - Lo importante es que usted encendió una esperanza.

El desespero en su voz me toca. No puedo decir que sé lo que la madre de él está sintiendo - nunca fui madre, y la mía siempre me quiso lejos -, pero es triste vivir sin esperanza. En los últimos cuatro meses, me he visto en un agujero. A pesar de estar trabajando, mi salario no es suficiente para cubrir los gastos de la casa y un tratamiento privado.

- No voy a enamorarme de él - digo convencida, sintiendo el peso de mi elección sobre mis hombros.

- Si usted lo dice - ella entona con una sonrisita en el rostro, como si no creyera lo que digo. - ¡Mañana será su primer encuentro!

- ¿Mañana? - Me atraganto con la saliva.

- Una duda - levanto mi mano con el dedo índice levantado. - ¿Cuándo podré dejar de fingir que amo a este chico?

- El contrato tiene una validez de dos años. Si lo interrumpe antes, tendrá que pagar una multa y devolver todo el dinero gastado en su tratamiento y las asignaciones - responde, su semblante volviendo a ser serio. Suspiro, ¿en qué me he metido? - Mire, ya está en la etapa dos de su enfermedad. Si rechaza esta propuesta, cada día que pase, las posibilidades de evolución aumentan y su supervivencia disminuye.

Sus palabras son como varios golpes en mi cara, dejando el pulso dolorido en mi cabeza aún más fuerte.

- Está bien - murmuro, sin alternativas, realmente esta parece ser la única forma de que pueda sobrevivir.

- Firme. Voy a buscar la ropa - informa y se levanta.

            
            

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