-Es hora de despertar, mí príncipe-
Escuché que se abrían las cortinas y que al mismo tiempo me llamaban sacándome del sueño en el que me encontraba, traté de reconocer a la persona pero aún estaba un poco somnoliento.
Hasta que logré reconocer su voz, repleta de ternura, dulzura y delicadeza, la cual también reflejaba una gran cantidad de amor, paciencia y mucha compasión.
(Eso lo había heredado de mamá, sin duda alguna). Sin un gran esfuerzo, ese gesto logro sacarme una leve sonrisa de satisfacción.
Ella, al notar que no me iba a levantar tan fácilmente, me volvió a llamar. Podía escuchar sus pasos por toda la habitación, sus zapatos hacían mucho ruido, y eso me incomodaba porque no podía volver a conciliar el sueño, y bueno, eso era lo que ella quería.
-Leo, el desayuno ya está servido-
Dijo ella, y yo aun con mis ojos cerrados intenté ignorarla, haciendo un pequeño gemido de fastidio, para que ella entendiera que no me quería levantar.
Pero, el resplandor que entraba por mi ventana hasta darme en la cara me lo impidió, quise voltear me y cubrirme con las sábanas
-Despierta dormilón, tienes muchas cosas que hacer hoy-
Sin embargo, me las quitó de un tirón, al abrir mis ojos aun con mi visión un poco nublada logré ver su bella sonrisa, los volví a cerrar y la escuché una vez más.
Un poco más severa y autoritaria, como normalmente es ella cuando no le prestan atención, o no la toman en serio, o simplemente cuando ella quiere hacer las cosas a su modo.
(Eso lo había heredado de papá) Aunque a pesar de todo, aún mantenía su ternura, pero no le restaba imponencia a su voz.
-¡Ya es tarde Leonel, levántate!-
O eso creí...
Cuando abrí mis ojos de golpe, me sorprendí muchísimo al ver que no había nadie en mi habitación.
Me froté los ojos mientras analizaba la situación y recorría la habitación de arriba abajo, al darme cuenta de que nada era real, me entristecí un poco, como ya había sucedido con anterioridad, no estaba en mi cama sino en el sillón, y mucho menos había alguien en mi habitación.
Estaba solo, sin compañía, simplemente había sido mi imaginación jugando me una muy pesada broma.
Me preparé para ir a desayunar; me bañé, luego me vestí y bajé al comedor donde estaba mi padre y mi madre esperándome para comer.
Mientras comía, me di cuenta que me encontraba un poco tenso luego de aquella experiencia que constantemente se repetía una y otra vez; traté de buscar la mejor manera de iniciar esta conversación de nuevo con mi padre pero no la encontré.
Así que después de un rato, simplemente lo solté.
-Ya es la séptima vez que me pasa-
Dije, casi en un susurro mientras aún desayunábamos sin levantar el rostro, viendo todavía mi plato un tanto cabizbajo.
Mi madre me miró con una cara de sorpresa pero al mismo tiempo de lamento, pues mi tono era de molestia.
Yo esperaba alguna respuesta de parte de mi padre, sin embargo no tenía muchas esperanzas.
Pues por lo visto, como ya era costumbre no me estaba prestando atención, su rostro no reflejó ningún tipo de asombro o preocupación, mucho menos de interés.
En realidad, daba la impresión que le estaba molestando que hablara de eso, o simplemente le molestaba que yo estuviera hablando, pues de pronto frunció el seño, sin embargo creo que no me escuchaba.
Habían ocasiones donde parecía que él no estaba ahí, en su cuerpo, parecía que su mente estaba en otro lugar, en otro tiempo, con otra familia, la cual ya no existía.
-¿Por qué crees que me sucede con más frecuencia?-
Insistí, y esta vez lo mire directamente a la cara, pero no obtuve ninguna respuesta de su parte, él continuaba con esa mirada tenue que mantenía desde hacía ya doce años.
Sin decir una sola palabra excepto lo necesario, siempre estaba triste, deprimido, decepcionado, y a lo mejor, sin deseos ya de seguir viviendo.
Por un breve instante, creí que me daría alguna respuesta, porque sus grandes ojos color marrón oscuro, que dicho sea de paso, habían perdido el brillo que lo caracterizaba por su fiereza, su ímpetu y su terquedad, y que estaban perdidos en el fondo de la habitación, pasaron a mí.
Pero sin obtener algún resultado positivo, me di cuenta que todo continuaría del mismo modo.
Él regresó su mirada al fondo de la habitación, mientras continuaba desayunando en total silencio, y yo, solo lo observaba.
Mi padre es de piel trigueña, cabellera larga hasta los hombros; del mismo color que sus ojos, además con una barba que hace juego con su cabello. Con un excelente físico que a pesar de la edad aún conserva, también es alto, muy alto como un roble, junto a un increíble porte de monarca que sin duda alguna esa es la cereza del pastel.
Es inteligente, sagaz, imperturbable, un gran estratega militar y definitivamente un increíble político, nunca se le escapaba nada, estaba al tanto de todo.
Pero, este hombre que tenía a mi lado en la mesa del gran comedor real, donde por horas lo vi conversando junto a toda clase de políticos y militares, ese hombre al que todos temían y respetaban, simplemente había dejado de existir.
Además de eso, planes para mejorar el estado económico, social y cultural del reino, con embajadores eh incluso reyes de otros reinos, que gracias a eso, papá siempre lograba sacar de quicio a mamá, al igual, que disfrutamos de incontables desayunos todos juntos y en familia.
Con el cual festejé los logros que una y otra vez se lograban por las mejoras y avances del reino.
Ese rey ya no estaba, este hombre no es "El Rey Antonio" el que todo el mundo aclamaba, y que yo admiraba en gran manera, ese no es el rey que yo recordaba.
Este hombre que está a mi lado, ya no es mi padre.
No sé si fue el peso de su cargo, el estrés que lo consumió, el dolor de haber perdido a Cleare o simplemente fue el destino. Pero lo que antes fue mi padre, ahora era solo una sombra de lo que fue.
Así que a pesar de que no recibí ninguna respuesta, aún mantenía la esperanza de que alguna vez mi antiguo padre regresara de ese abismo en el que parecía estar sumergido, al menos para poder tener una conversación normal y corriente con él.
Porque quería tanto a mi padre, y extrañaba tanto tener una relación normal con él, cosa que evidentemente no estaba sucediendo.
Quería hablarle como le hablaba a mi madre, tener una discusión sana y llena de amor como la que tenía con mi hermana, a lo mejor hasta tener una charla de padre a hijo, cosa que por mi parte nunca había hecho con él.
Esa oportunidad nunca se dio, si en realidad sigue estando allí dentro, atrapado por algo que no me permite llegar a él. Y bueno, si es que definitivamente sigue siendo mi padre, o solo es una cáscara vacía habitada por un espectro del pasado, no lo sé. Como también podría ser que lo único que esté reteniendo todo eso en lo que él solía ser, sea yo.
A través de todo lo que he vivido, de la forma en que me he convertido y de la situación en la que estoy metido, he asumido que tendría que ser fuerte debido a que muy posiblemente yo soy todo lo que él tiene.
Se que si tengo pensamientos negativos o termino en la desesperación, se que él estará ahí, lo único que necesita para volver es que yo rompa ese infame esquema que hasta ahora nos mantiene desunidos.
Pero a la vez que pensamientos como esos recorrían mi cabeza, el otro lado de mi mente me decía que he fallado... que me he convertido en un plagio de su sombra, que no poseo nada de él, a pesar de que las apariencias indiquen lo contrario.
Sin conexión a este mundo, viendo como se va desmoronando, y tan solo tinieblas a mi alrededor.
-¿Qué le ha sucedido a mi padre?-
Dije para mis adentros, con mucho pesar, casi como si estuviera de luto.
Me asfixiaban mis pensamientos, de pronto se me quitó el apetito, sentí náuseas y un fuerte dolor de cabeza, además de la debilidad y el frio que me recorrió el cuerpo.
Un poco decepcionado, simplemente me levante de la mesa dejando mi desayuno a medio terminar y me fui a caminar para intentar despejar mi mente.
Cuando salgo Luke, mi perro estaba esperándome, el tenía prohibido entrar el comedor por mi madre, porque cuando era aún un cachorro hizo un gran desastre, y desde entonces me espera todos los días fuera de mi habitación o en la entrada del comedor.
Para mi sorpresa mi madre me siguió, me tomó de la mano y me llevó con ella a su habitación.
Mientras yo aún estaba de pie sin entender nada, ella me miró directamente a los ojos, los cuales eran del mismo azul oscuro que los míos, pero mucho más brillantes.
Y sin decir una sola palabra me interrogó, su mirada penetrante hizo que dijera todo lo que no dije nunca, sin embargo, no esperó y habló.
-¿Qué te pasa?-
Tras unos pocos segundos solo me deje llevar.
-¡YA NO LO SOPORTO!-
Le espeté en un fuerte grito, ahogando el llanto que de pronto quiso salir.
-¿¡Por qué tiene que ignorarme siempre, que fue lo que le hice!?-
Estaba colérico, quería decirle todo lo que pensaba de él, quería reclamarle muchas cosas.
Por lo tanto era injusto que tomara esa actitud conmigo, no era mi culpa todos los problemas que tenía el reino.
-¿Acaso se le olvida que yo también trato de mantener a salvo el reino? Ya que él no puede cumplir con sus funciones a causa de la depresión en la que se sumió, pues es mi deber hacerlo.-
Caminaba por todo el dormitorio frenéticamente, mientras ella me escuchaba atentamente, ni siquiera sabía porque era que él estaba molesto conmigo.
A menos que el me culpe por la desaparición de Cleare, pero fue su culpa no mía, como pretende culpar a un niño de doce años por tal acontecimiento. Si es que era ese el motivo por el cual no me dirigía la palabra, tampoco me miraba, ni siquiera por hipocresía u obligación, pero...
¿En verdad fui yo el que hizo algo o hay algún otro motivo?
Nada era seguro, solo sé que sentía un fuerte ardor en mi pecho y pues, no me gustaba para nada esa sensación, y quería deshacerme de ella lo más pronto posible.
Mientras caminaba de lado a lado alzando la voz, ella me interrumpió, con esa dulzura y serenidad que la caracterizaba, totalmente inamovible, llena de amor y mucha calma.
-Primero; debes calmarte, no puedes tomar las cosas de ese modo. Segundo; debes entender que tú no eres el único que ha sufrido todo este tiempo por la muerte de Cleare-
Después de tanto tiempo mi madre había llegado a la conclusión de que ella había muerto, pero yo aún tenía esperanzas de encontrarla.
-Además no es que sea un tema sencillo para él, a pesar de que han pasado doce años aún está presente ese día, también la amaba mucho, como a ti, pero debes tenerle un poco de paciencia-
Ella intento excusarlo por su comportamiento, siempre lo hacía, sin embargo, ese día no funcionó, solté todo el dolor que tenía acumulado desde la desaparición de Cleare.
Con cada palabra que salía de mi boca me quitaba un enorme peso de mis hombros; parecía que iba a estallarme la cabeza.
El dolor era muy fuerte, supongo que era por el esfuerzo que hacía por no llorar.
-¡Pero no es justo!-
Por un momento creí que ella iba a continuar, pero la interrumpí.
-¿Por qué con las demás personas él es totalmente natural pero conmigo, con su propio hijo, es indiferente? se preocupa por todos, ayuda a todos, cuida a todos ¡Menos a mí!-
Se me escabulló una lágrima y se me quebró la voz.
-Ni siquiera me pregunta como amanecí o si ya comí, nada, simplemente me ignora, él me culpa por la desaparición de Cleare. Lo se muy bien-
Le dije entre lágrimas y con una voz rota, que al mismo tiempo interrumpió mi madre nuevamente.
-No hijo, tu padre no te odia, él te ama profundamente-
Se levantó de donde estaba sentada y coloco sus manos en mi rostro, tomándome por las mejillas, limpiándome las lágrimas y haciendo que la mirara a los ojos.
-Solo dale un poco más de tiempo, acércate a él y veras como todo cambia-
-Lo he intentado mamá, intento acercarme a él, de muchas formas pero me rechaza, créeme que lo eh intentado, pero es inútil, solo me ignora ¡Él me odia!-
Sentencié de forma brusca.
-No, no, no, por supuesto que no, créeme cuando te digo, que él te ama mucho más de lo que tú crees-
Me terminó de secar las lágrimas y me dio un beso en la mejilla, luego me abrazó muy fuerte y por fin pude calmarme, creo que necesitaba eso.
Hablar con alguien cuando estas a punto de derrumbarte es bueno, te ayuda a superarlo o por lo menos a sobrellevarlo.
-Saldré a caminar un poco mamá, nos veremos más tarde-
Le dije, haciendo un ademan con la mano de camino ya a la puerta para despedirme, ella asintió con una enorme sonrisa, pero con una profunda tristeza.
Cuando salí Luke me siguió, el me acompañaba a todas partes.
Al ir saliendo por la puerta principal del palacio, me encontré a Miguel, uno de los guardias reales que me acompañaba siempre, y desde luego su intimidante amigo, Lobo.
-Porque nunca le has puesto un nombre-
Le pregunté a miguel, a lo que el muy casual solo respondió.
-No lo se, creo que no he encontrado uno que me guste y que le quede bien.-
Observe a lobo como se acercaba a Luke, se olfatearon y se dieron vuelta, creo que eso significa que se aprueban, cada vez que se ven hacen eso, aún no logro entender el porque lo hacen pero parece que todo está bien.
También estaban los demás que conformaban el equipo que papá me había asignado desde que era un niño, no solo era para mí, sino también para mi hermana, Cleare. Unos 15 soldados reales entrenados para ser los mejores bajó el mando de la actual jefa de la guardia real. Hope.
Anteriormente éramos ocho, contando a Cleare y a mí, todos nosotros crecimos juntos como los mejores amigos.
Al pasar el tiempo cada quien se dedicó a lo suyo pero, no precisamente para separarnos, si no para estar toda la vida juntos.
Unos se hicieron soldados (Miguel, Hope y Steven), este último fue ascendido como consejero real, por su magnífico desempeño en muchas misiones, otros se volvieron políticos (Sherry y Samanta) y el último se convirtió en un increíble estratega militar (Keateng).
Pero ahora Tristemente, solo somos siete, cuatro hombres y tres mujeres.
Aunque por mi parte, yo me tuve que convertir en todo eso, yo era el conjunto perfecto de todos los años de estudio y de experiencia que ellos representaban. Yo mismo quise iniciar mis estudios y entrenamientos para ser el mejor, únicamente para encontrar a Cleare.
Desde mi corta edad, a los doce años, me tuve que entrenar en todas estas áreas.
Siempre había escuchado a mi padre decir un refrán que me lo repetían todos los tutores que me habían tocado, muchos de ellos eran exasperantes al mencionar el mismo dicho todos los días, ellos lo decían con orgullo y casi con reproche al compararme con mi padre al decir que yo era su hijo y tenía que ser igual que el o incluso mejor: "Un hombre que no adquiere conocimiento y no prepara su cuerpo para la batalla, jamás alcanzará la victoria".
Cuando salí del palacio, me tope como era ya costumbre con un montón de personas, que tenían una infinidad de problemas y querían que les ayudara.
Miguel, como siempre mantenía a los ciudadanos alejados por precaución, aunque en ocasiones se excedía, mantenía todo bajo control.
Miguel es un joven de piel oscura, sus cabellos de color negro. Estos los mantiene rapados al ras de la piel en la parte baja y la parte de arriba, considerablemente larga; sin embargo se veía corta ya que se le formaban onda muy marcadas en sus formas del cabello, el es de contextura un tanto gruesa y es alto casi tan alto como mi padre, tiene los ojos marrón oscuro; sin mencionar a su lobo que siempre anda con el, de color blanco.
El, junto a Hope una chica muy guapa, caucásica de cabellos cortos, un tanto descuidados, con algunas manchas de color miel en ellas, siempre dice que es su forma de ser diferente, al ser baja de contextura delgada siempre la subestiman, pero todo el que se enfrenta a ella termina humillado, una vez casi me deja fuera de combate, de no ser por la técnicas que yo se, abría terminado conmigo, sus ojos grisáceos y su rostro perfilado la hacen muy peligrosa, en todos los sentidos, porque no hay que descartar el cuerpo muy bien trabajado que tiene, que no se nota siempre por el traje de militar que normalmente lleva puesto. Sin mencionar que es la jefa de la guardia real.
Y Steven, el mayor de todos nosotros, muy frío y calculador, un hombre de pocas palabras en realidad, siempre andaba con una pequeña sombra de barba y sus cabellos al ras del mentón y bien peinados, sus ojos eran de un color miel, la verdad es que si eran intimidante, alto de piel mediterránea y de contextura delgada era realmente fuerte, pocas veces he logrado vencerlo.
Él me entrena todos los días, creo que muy pronto lo superare, aunque la verdad no es que estoy muy lejos, casi siempre me he contenido, no me gusta que conozcan mi verdadera fortaleza, prefiero pasar por un niño torpe y descuidado. Aunque, ¿Y si el también se está conteniendo?
Ellos tres eran la élite de la élite, no existían mejores guerreros que ellos en el reino y posiblemente fuera de ellos, a pesar de eso, son las personas más humildes que conozco, carismáticas y divertidos, jamás te aburrirás si estabas con ellos, y desde luego que eran fáciles de reconocer.
Usaban ropas negras de la más fina tela de ceda, unas botas de cuero negro del más fino y caro del momento, encima de las ropas llevaban el hauberk de plata y sobre el, un peto de acero negro recubierto con detalles dorados que era lo único que resaltaba, y todo esto era cubierto por una capa de herreruelo, que cubría ambos hombros hasta la mitad del muslo, con abertura en el centro del pecho para mejor movilidad a la hora del combate, está capa no poseía ningún detalle dorado, los únicos adornos estaban en el peto y además esa manta era impermeable .
Sus armas eran, un escudo de bronce teñido de negro, con un diámetro de noventa y tres centímetros un peso aproximado de nueve kilogramos, con una lanza de ciento cincuenta de alto, y una espada hecha del mejor acero del reino, acero dorado desteñido. Este acero de oro, era una combinación de acero y oro que lo habían logrado desteñir para que pasara desapercibido.
A pesar de ser el hijo del rey no estaba exento de mis responsabilidades, y por lo tanto, no se me permitía estar más de cinco minutos sin hacer algo beneficioso para el reino, en ocasiones eso, era muy agotador.
Pero, no era para nada pesado ser el pilar de mayor soporte de todos de hecho, me gustaba serlo porque pasaba tiempo con mi pueblo y eso era lo que más disfrutaba.
-¡Leonel!, déjanos a nosotros hacerlo-
Escuché la voz de Miguel, cuando estaba ayudando en una tienda a sacar unas cajas de mercancía desde donde la transportaban hasta el almacén de esta.
Él y yo éramos buenos amigos desde la infancia, increíblemente nosotros pensábamos de la misma forma, el reino es primero.
A pesar de que era un increíble gruñón con todos conmigo él se reía, lloraba, bailaba, cantaba y todo lo que no podía hacer frente a las demás personas, como había perdido a sus padres cuando era joven, y a su hermano pequeño se sentía solitario, triste y responsable por ello.
Porque según él, había hecho que los asesinaran a todos, hasta hoy en día no me ha revelado el porqué, creo que por eso él me considera su hermano pequeño y me cuida de tal forma.
En ocasiones me gusta fastidiarlo y sacarlo de sus casillas.
-Oh, vamos Miguel, no se me va a partir una uña por levantar un par de cajas, tampoco me voy a deshidratar por derramar unas cuantas gotas de sudor-
Me encanta molestarlo.
-Solo intento hacer mi trabajo Leonel, pero no me haces el trabajo sencillo-
-¿Ah sí, y cuál es tu trabajo según tú, Miguel?-
En ése momento, se unieron a la conversación todos los del equipo, y todos se interesaron en la pregunta que quedó en el aire ya queMiguel no quería responder.
-¿Y bien?, sigo esperando una respuesta, Miguel-
Todos estaban muy atentos y expectantes por la respuesta de Miguel, pero él se negaba a responder.
-Bueno yo, solo...-
Hope no pudo aguantarlo más, y volteando los ojos mientras que a su vez hacía un sonido con la nariz de desesperación le urgió para que Miguel respondiera.
-¿Y bien, lo vas a decir o tenemos que adivinarlo por ti?-
Miguel se sonrojó al ver que todos lo rodearon y comenzaron a insistirle para que respondiera, pero él solamente se callaba, hasta que levantó la mirada y no tuvo más opción que decirlo.
-Solamente lo considero mi hermano menor, por eso lo cuido tanto, señor-
Luego de esto el bajo la mirada y la aparto hacia un lado, sin decir más nada.
Se me colocó un nudo en la garganta, no era mi intensión hacerlo sentir mal, de hecho, no pensé que el fuera a decir algo como eso, solo quería fastidiarlo un poco y seguir pasando un buen rato, como era de costumbre.
Todos conocíamos de primera mano la historia de Miguel y su infancia, pero nadie se atrevía a hablar con él de eso.
De pronto Steven irrumpe en la conversación grupal.
-Disculpen sé que la conversación está muy interesante, pero debemos continuar, hay mucho trabajo que hacer hoy-
-¡Oh vamos!-
Le espeta Sherry, anunciando su gran desacuerdo. Sherry es una joven delgada, casi tanto como Hope, solo que sin un cuerpo trabajado, albina, sus ojos eran de un color morado, con un cabello rubio muy largo y ondulado hasta la cintura. Ella no era para nada atlética, de hecho era muy delicada.
-De hecho señorita-
Le contesta Steven.
-Le recuerdo que usted y la señorita Samanta tienen un consejo en diez minutos el cual es de suma importancia y no pueden perdérsela por ningún motivo-
Por otro lado, Samantha si era atlética; sabe pelear; no mucho pero, sabe defenderse, ella si tiene un cuerpo trabajado, sus cabellos castaño en las raíces y en las puntas un poco más claros, los mantenía con una trenza que nunca se quitaba. Con ojos increíblemente llamativos de un gazul claro.
El Reino De Vasilíades era el más grande del continente, que a su vez tenía a su alrededor aldeas, los cuales con el pasar del tiempo, el primero pasó a ser el más débil y pequeño mientras que las otras, crecían en gran manera, política, social, económica y militarmente.
Eso se había convertido en una total desgracia para nuestro reino y nuestro pueblo, pero aun así, teníamos las esperanzas de que muy pronto volveríamos a alzarnos muy alto, como las águilas que nadan en los cielos.
Por lo tanto con el fin de alcanzar dicha meta, mi padre, las ha designado embajadoras del reino, y ellas tienen la importantísima misión, de reestablecer los lasos comerciales y políticos con el resto de las aldeas
Habitualmente estaban vestidas con sus ropas del día a día, sin embargo cuando les tocaban estas reuniones tenían que ponerse sus mejores vestimentas.
-Pobres niñas, les toca trabajar-
Dijo Keateng, en un tono muy sarcástico y burlesco, intentando sonar preocupado por las chicas pero, no era así.
-No te emociones mucho King, tú tienes una reunión con los generales del reino para preparar a los nuevos capitanes y tenientes, con el fin de que guíen a la victoria en los próximos combates al ejército del reino-
Le cortó Steven en seco a Keateng, el cual dejo ver su rostro lleno de aburrimiento.
Keateng se había vuelto el mejor estratega del reino a pesar de su corta edad, pero estaba muy seguro que era un pésimo peleador, eso se notaba con el simple hecho de verlo lanzar un puñetazo. El tiene un porte muy varonil pero de verdad que es un verdadero problema porque siempre había que sacarlo de problemas por su gran boca, es delgado, su cabello negro y sus ojos oscuro lo hacían un joven muy común, pero muy inteligente, increíblemente inteligente debo reconocerlo.
Miguel, Hope y yo soltamos unas fuertes carcajadas mientras veíamos a los tres marcharse muy cabizbajos; Steven volteo a vernos con el ceño fruncido y dijo.
-Y ustedes no crean que se van a escapar, Hope, Miguel, en quince minutos los quiero en el campo de entrenamiento para acondicionamiento físico-
Al unísono los dos soltaron un fuerte grito de fastidio y desespero al darse cuenta del tormento al que estaban a punto de ser arrojados.
-¿¡QUE!?-
Mientras que yo, intenté escapar de Steven, sin embargo, como en ocasiones anteriores, me fue totalmente inútil, porque enseguida se dio cuenta de ello, hasta ahora no sé cómo lo hace pero a este hombre no se le escapa nada.
-Y. Príncipe, a usted también espero verlo en el campo de entrenamiento, para sus pruebas de combate, así que espero que no intente escapar y llegue a tiempo, por favor-
Al final, cada quien se fue a sus distintas obligaciones; el panorama era increíble, Miguel y Hope, reclamándole a Steven, Keateng, Sherry y Samanta yendo a sus reuniones con esos ánimos que contagiaban a cualquiera.
Y yo por mi parte respire profundo y alcé mi mirada, y vi un águila recorrer el cielo con sus enormes alas, y pude pensar en que todo iba a salir bien, que todo se iba a resolver, sin importar cuan mal se veía.
***
Media Noche. Castillo Real.
-Esta vez Steven se pasó de la raya-
Decía mientras intentaba llegar en una sola pieza a mi habitación, había anochecido, era ya sumamente tarde, era casi media noche, mientras caminaba por el jardín tomando un atajo a mí habitación para evitar que mis padres me descubrieran llegando súper tarde.
Luke, me salto encima y como ya no tenía casi fuerzas me tumbo al suelo, los entrenamientos de Steven habían sido extremos, casi no logré llegar al castillo consiente.
Entre los ladridos de Luke y sus lamidas por la emoción de verme después de todo el día ya que lo habían enviado a casa para que no me interrumpiera los entrenamientos, escuche los gritos de mi mamá.
No me había percatado de eso, pero cuando lo hice, saque fuerzas de donde no las tenía y corrí hasta su cuarto, cuando llegue me quede en la puerta intentando escuchar sin ser descubierto, y para mi sorpresa, ella estaba discutiendo con mi papá, pero a pesar de todo lo que ella le decía, el como siempre, mantenía su postura de caballero y no decía una sola palabra en su defensa.
-Te estas sobre pasando con nuestro hijo, ¿No crees que ya tubo suficiente de tu indiferencia?-
Solo silencio...
-Respóndeme Antonio-
Papá no respondió absolutamente nada, pero mamá siguió hablando.
-¿Crees que es justo que con los demás tú seas un total amor y ternura, pero con Leonel no; a caso, es necesario que nosotros que somos tu familia soportemos el silencio que nos has mantenido solo porque así lo quisiste? Pues yo creo que no, ¡Reacciona de una buena vez Antonio, estas a punto de perder no solo el reino y a Cleare, sino también a Leonel y a mí!-
Esto no lo podía creer, mamá estaba pensando en irse y dejarlo, pero ¿A que se refiere con que el reino también lo va a perder?, si yo lo estoy defendiendo junto a los demás, juramos que este reino no se caería si no que se levantaría, entonces ¿De que está hablando? No tenía tiempo suficiente para pensar en todo esto, creo que lo mejor es que me vaya y no me meta pero, algo me detuvo.
Pues luego que ella gasto sus fuerzas diciéndole un sinfín de cosas, la escuché sollozar. Ella hizo un intento por continuar, pero pude notar que algo la detuvo, no entendía que sucedía, hasta que lo escuche.
Había pasado muchísimo tiempo, demasiado diría yo, pero por fin volví a oírlo.
-Lo siento mucho-