Capítulo 5 Tal vez no tuvo una erección

Para cuando Charlene abrió los ojos, ya había amanecido.

Trató de moverse pero sintió un intenso dolor por todo su cuerpo, especialmente en la cabeza, que la hizo retorcerse.

Levantó la mano y se palpó la frente, con la esperanza de que un buen masaje la ayudara a recordar lo que pasó la noche anterior.

Lentamente, las imágenes fueron apareciendo en su mente. La cerveza de Scott, el chico guapo en el almacén y el hombre impresionante en la suite presidencial...

El hombre...

De repente, la mujer se sentó en la cama y su corazón comenzó a latir con fuerza en su pecho mientras echaba un vistazo a su cuerpo debajo del edredón.

¡Estaba desnuda!

Su rostro palideció inmediatamente e hizo su mayor esfuerzo por recordar todo lo que había sucedido.

Al percatarse de la gravedad de su situación, comenzó a temblar. Se armó de valor y miró desde su pecho hasta la parte inferior de su cuerpo.

Para su sorpresa, todo parecía estar bien. No notó nada inusual, ni siquiera pequeños hematomas como describen en las novelas que había leído, ni ningún tipo de dolor en su cintura o piernas. Excepto por el malestar corporal, nada parecía estar fuera de lugar.

Pero mientras más pensaba en lo que había sucedido durante el poco tiempo que estuvo sobria la noche anterior, más se convencía de que no había certeza de que fuera así.

Según la eficacia de la medicina, había una gran posibilidad de que se terminara acostando con el hombre apuesto. Era tan alta como de doscientos por ciento. Mientras el hombre no se negara, estaba condenada a perder su virginidad.

Virginidad...

Dio un salto por tercera vez a punto de sufrir un infarto. Velozmente, se quitó el edredón de un solo movimiento y dejó al descubierto la sábana limpia debajo.

No, la pista quizás estaba en el edredón.

Rápidamente, levantó el edredón y lo examinó con cuidado, olvidándose del hecho de que seguía completamente desnuda.

No había rastro de sangre allí ni en ninguna otra parte.

Tampoco sentía el espantoso dolor que las novelas describían.

"Bueno, tal vez no tuvo una erección", dijo en voz alta, conteniendo una carcajada.

"Sí, eso es lo más probable. Después de todo, soy una mujer muy atractiva. Cualquier hombre en su sano juicio me encontraría irresistible.

Además, estaba drogada. Fui yo quien se arrojó sobre él. Pudo haberse aprovechado de eso. ¡Los hombres que no se arriesgan a acostarse conmigo, la mayoría de las veces no lo hacen porque ocultan algo!

O espera, ¿y si no es ese tipo de persona? Tal vez simplemente me rescató y me dejó recuperarme porque es una persona amable. ¡Sí, quizás es eso!".

Luego, abrió los ojos y asintió lentamente. "En ese caso, es una persona extraña. Aunque no es justo para él que no pueda probar la fruta prohibida, ¡soy tan afortunada! ¡Debería agradecerle por su corazón de oro tan pronto como pueda!".

Charlene continuó murmurando para sí misma, su expresión cambio de radiante a sombría ante los diferentes pensamientos.

Sin embargo, una parte de ella seguía convencida de que Robert no había podido alcanzar una erección.

¡Qué pena por él!

La muchacha sacudió la cabeza y suspiró aliviada, su ansiedad se fue calmando y apareció una expresión relajada en su cara.

El hombre no podría hacerle nada aunque quisiera. ¿Por qué debería seguir sintiendo miedo o ansiedad?

Con determinación, echó un largo vistazo alrededor de la habitación para asegurarse de que estaba sola. Luego decidió registrar la habitación mientras aún estaba desnuda.

Primero, buscó su ropa. Y al encontrarla arrugada y empapada en la bañera, se desanimó.

"¡Maldita sea! Ahora tendré que salir en bata de baño...

No, no puedo. Será muy vergonzoso. ¡Debería pedir ayuda!".

Se puso la bata de baño, regresó a la habitación y marcó el número de Eva Fang.

La mujer contestó al segundo siguiente.

Antes de que Charlene pudiera decir algo, una voz estruendosa llegó desde el otro extremo de la línea.

"Charlene, ¿dónde estás? ¡Te llamé un montón de veces anoche pero no respondiste! ¿Tus horribles hermanos te molestaron de nuevo? Mira, te dije que no volvieras con tu familia. ¡Les importa un comino cómo te sientes! ¡Deja de ser tan tonta! ¡A tu padre tacaño no le importas! ¿Qué estás haciendo ahí? Si yo fuera tú, definitivamente...".

La perorata de Eva prosiguió, dejando sin palabras a la otra. Era lo último que necesitaba, que su amiga la sermoneara. Durante unos segundos, Charlene se sintió un poco mareada.

"¡Ya basta, Eva! ¡Necesito tu ayuda!", dijo finalmente.

"Char, ¿eres tú?".

La presumida voz al otro lado de la línea se escuchó más fuerte.

Charlene tuvo un mal presentimiento.

Tenía razón al adivinar lo que estaba pensando Eva.

"¡Char, estoy muy feliz por ti! ¡Finalmente has accedido! ¿Cómo quieres hacerlo? ¿Necesitas que busque a alguien para violar y matar a tu hermana? También podría ordenar que golpeen a tu hermano. ¡Oh, he estado esperando este momento durante mucho tiempo! Todo lo que queda a partir de ahora es que me des la orden y actuaré tan rápido que estarás...".

Charlene estaba enloqueciendo.

Se frotó el entrecejo y advirtió firmemente a Eva.

"¡Eva, ya basta! ¡Detente! Todo lo que quiero es que envíes algo de ropa a la habitación 8888 del hotel Kendall. Recuerda, necesito un conjunto completo de ropa, incluidos zapatos y ropa interior. No lo olvides, envíalos a la habitación 8888 del hotel Kendall. ¡Te estaré esperando! ¡Te amo! ¡Besos! ¡Adiós!".

La mujer colgó el teléfono de inmediato.

Temía que, si seguían hablando, Eva se pusiera en acción y llevara a cabo sus planes.

Aunque Jason no era un pez gordo, era bastante rico. Si su amiga intentaba darle una paliza a Rylee y a Scott, inevitablemente terminaría en problemas.

Eva era realmente una buena amiga y Charlene no podía permitir que algo malo le pasara.

Pasados veinte minutos, alguien tocó la puerta.

La chica se apresuró a abrirla sin preguntar primero quién era.

"Eva, eso fue rápido. De verdad te quiero...".

De pronto contuvo la respiración. La persona frente a ella no era Eva. En cambio, un extraño de gran altura y aspecto fornido estaba allí, mirándola.

El hombre en la puerta se llamaba Devon y, de inmediato, le entregó una bolsa a Charlene.

"El señor

Feng me pidió que le entregara esto".

'¿El señor

Feng?', se preguntó la joven en silencio.

Lógicamente, solo había una posibilidad. El señor

Feng era el hombre de la noche anterior.

"¿Te refieres al hombre que me ayudó anoche?".

Al mencionarlo, ella retrocedió avergonzada.

Aunque estaba casi segura de que el hombre no había podido alcanzar una erección, tenía el presentimiento de que era un caballero bastante atractivo que hacía que a las mujeres se le aceleraran los latidos y se sonrojaran.

Y al recordar que estaba desnuda al despertar, tuvo sentimientos encontrados.

Era la primera vez que un hombre la veía desnuda. Incluso en sus sueños más locos, jamás imaginó que sucedería bajo esas circunstancias.

¡Debe haber sido una lástima para él!

"Está bien, por favor agradézcale al

señor Feng de mi parte. Dígale que pronto lo invitaré a cenar en agradecimiento".

Después de entregarle la ropa a la chica, Devon se marchó. Al regresar, trasmitió cada una de las palabras de Charlene a Robert. Incluso describió la complicada expresión en el rostro de la joven. Puso mucho empeño en imitarla lo mejor que pudo.

Mientras le comunicaba todos los pormenores a su jefe, Devon pensó en su cabeza:

'Señor Feng, si me hubiera dado un arma y me hubiera pedido que enfrentara a su enemigo, lo habría hecho con todo el placer del mundo en lugar de hacer algo como esto. ¡Simplemente no puedo hacerlo!'.

Dejó escapar un profundo suspiro y siguió imitando la expresión de Charlene lo mejor que pudo. Por desgracia, su rostro se torció y su expresión se distorsionó.

Mientras tanto, Robert escuchó con calma y entendió perfectamente todo lo que Devon trataba de decirle.

Su mirada era indescifrable. Después de una larga pausa, dijo en voz baja: "Charlene, ¿estás ocultando algo? ¿O eres realmente inocente? No importa. No te dejaré ir".

Su tono era indiferente y una expresión sombría apareció en sus ojos.