El dilema de Ina
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Capítulo 5 V

Llegamos hasta una enorme puerta, en donde raras veces mis padres hacen fiestas, al otro lado escucho varias voces, hablando de forma jovial y confianzuda, risas y carcajadas resuenan por mis oídos. Suelto a mi madre y ella pone ambas manos sobre la puerta abriéndola de par en par, la luz de la habitación me deslumbra por completo, pero cuando mis ojos se acostumbran veo a varias personas, mesas llenas de comida, postres y una gigantesca fuente de vino, la música resonando en cada rincón de la sala de fiestas, mi padre se acerca a nosotras con los brazos abiertos.

-Cariño, que hermoso vestido tienes- Me abraza con algo de fuerza.

-Gracias papá, pero estoy segura de que se vería mejor sin estos guantes y capucha- Digo con dificultad.

-De eso nada, fue la condición- Acota mi padre, parece que ambos se pusieron de acuerdo para decirme exactamente lo mismo.

Resoplo con fuerza, pero decido dejar de insistir, no quiero hacerles enojar.

- ¡La cumpleañera! -

Se acerca a nosotros un hombre de cabello negro, tiene una copa de vino en la mano derecha y en la otra tiene un racimo de uvas moradas, una sonrisa radiante adorna su rostro casi perfecto.

-Dionisio- Madre lo fulmina con la mirada.

-Hera, no te pongas a la defensiva, estamos aquí para celebrar el cumpleaños número decimosexto de mi hermanita- Se para frente a mí y me ofrece la copa de vino. -Para ti hermanita, el mejor vino que ha sacado mi cosecha-

Miro con asombro la copa de vino y la tomo entre mis manos temblorosas, estoy a punto de darle un trago cuando madre me quita la copa.

-De eso nada, aún es una niña- Le regresa la copa a Dionisio.

-Hera, deja que la niña se divierta un poco... fue por eso que decidimos acceder a esta fiesta- Pone una de sus manos sobre mi espalda y me empuja levemente hacia mi hermano. -Estoy seguro de que mi niña será responsable y no romperá las reglas- Me mira a los ojos. - ¿Verdad cariño? -

Asiento con la cabeza de forma enérgica, aunque no me puedan ver, tengo una enorme sonrisa puesta sobre mis labios.

-Está bien, pero no te sobrepases con las copas cielo-

Dionisio me ofrece su brazo de forma caballerosa, suelto una pequeña risa y la acepto sin dudarlo, ambos nos alejamos apresurados antes de que madre cambie de opinión.

-Es un gusto por fin conocerte querida hermana- Me vuelve a ofrecer la copa de vino y sonríe feliz. -Cuando naciste, padre y Hera no quisieron enseñarte al mundo como normalmente hacían, a todos se nos hizo extraño y preguntamos, pero ellos simplemente ignoraron nuestras preguntas-

-No pensé que las cosas fueran tan... así- Digo sorprendida, miro la copa y la muevo levemente, tomo un poco de aire y le doy un ligero trago.

El vino cosquillea en mi boca empapándola de un suave sabor dulzón seguido de una combinación de algo que no logro descifrar, ambos sabores cohesionan de forma armoniosa dejando un increíble sabor de boca.

- ¡Que delicioso esta! - Miro a mi hermano alegre.

-Me alegro que te guste pequeña- Me dedica una sonrisa. -Veamos... ¿A quién te presento primero? -

Para mi, todas las personas que me rodean se ven fascinantes y tengo ganas de hablar con todos, veo a dos mujeres hablando de forma amigable, tiro del brazo de Dionisio con suavidad.

- ¿Qué tal ellas? - Señalo de forma disimulada.

- ¿Artemisa y Atenea? -Pregunta con curiosidad. -Claro, vamos-

Caminamos hacia donde están ellas, no puedo evitar ponerme nerviosa, a pesar de que tengo guantes, puedo sentir como las palmas de mis manos suda, de forma instintiva me seco las manos sobre mi vestido, pero esto es en vano, gracias a mis estorbosos y horribles guantes.

Ya estando cerca de ellas, Dionisio hace las presentaciones adecuadas, ellas me ofrecen su mano para estrecharla y yo lo hago de forma nerviosa, Atenea ladea levemente la cabeza y frunce un poco el ceño. Ambas me miran con mucha curiosidad, esto me pone muy nerviosa y agacho más la cabeza.

-Te seré honesta hermanita, hubo un tiempo en la que pensé que no existías- Atenea suelta una pequeña risa nerviosa, para luego darle un pequeño sorbo a su copa.

Atisbo la mirada hacia ella, Atenea se rasca la nuca de forma incómoda.

-Pareciera que le causo incomodidad a todos, creo que debí seguir el consejo de mi madre, ahora me arrepiento de haber pedido que me organicen esta fiesta, espero termine pronto- Me reprocho en mis adentros, puedo sentir como unas pequeñas lágrimas se forman en mis ojos, nublándome la vista de forma parcial.

-Yo igual pensé lo mismo, se esparció el rumor de que Zeus y Hera tuvieron una niña, todos esperamos a que nos invitaran a la fiesta de presentación, pero nunca llego-

-¿Fiesta de presentación? - Pregunto dudosa y extrañada.

-Sí, normalmente Zeus y Hera preparan fiestas de presentación con todos sus hijos, por eso, al ver que no nos llegó ninguna invitación, creímos que era un rumor falso- Junta ambas cejas y bebe un poco de su vino.

-De hecho, nadie sabe de dónde salió ese rumor, pero lo que sí sabemos es que Hera y Zeus se habían apartado de todos, no desatendían sus deberes de dioses, pero no tenían contacto con nadie, al inicio creímos que algo les había pasado, ya luego creímos que todos esos rumores eran falsos- Dionisio se pierde en sus pensamientos por un breve momento, un suspiro se le escapa y bebe de golpe todo el vino de su copa.

-Para sorpresa de todos, construyeron un enorme palacio en los confines del Olimpo- Exclama sorprendida de tan sólo acordarse. -Nadie se esperó que construyeran este enorme palacio en los rincones más alejados de Olimpo- Atenea come una uva, puedo notar en su mirada que algo la tiene inquieta.

-Recuerdo que cuando encontramos este lugar, decidimos acercarnos para preguntar por ellos, muchos estaban preocupados, pero nadie quería buscarlos, porque esa es otra razón por la cual casi nadie sabía de este lugar tan alejado.

                         

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