-N-No es posible- Doy un paso atrás. -Mi padre me contó que... mi abuelo mato a mi bisabuelo- Digo con voz titubeante.
- ¡Claro que no querida! - Dice de forma bonachona mientras se levanta y me toma de los hombros. -Cronos no me mato, solo fue...- Desvía la mirada y luego la regresa a mí. -Eso no importa ahora querida-
-Aún sigue ahí la pregunta...- Insisto.
-Claro, ahí sigue esa pregunta querida, he venido para aclarar tu sueño, que en realidad no es un sueño, es un recuerdo- Me mira a los ojos con seriedad. -Nuestro plan no funcionará si no recuperas tu báculo querida, debes hacerlo pronto-
- ¿Qué tan pronto? ¿Qué báculo? - Digo confundida.
-Lo más pronto posible querida- Mira por encima de mi hombro y luego regresa su vista a mí. -Te hablaremos por medio de tus sueños para guiarte en la búsqueda, pero ten cuidado con tus parientes querida, los celos enfermizos de tu padre por protegerte te ha... puesto en una posición delicada con tus hermanos, primos y tíos- Me suelta y soba sus sienes con la yema de sus dedos. -Lo prohibido es una tentación, no solo para los mortales, debes tener mucho cuidado, en especial con Ares, querida, su mal temperamento podría llevarte a la ruina- Se aleja de mí.
A lo lejos escucho a los perros guardianes que ladran con fiereza, Urano se empieza a volver humo poco a poco.
-Recuerda querida, aléjate de él-
Antes de que pueda seguir preguntando, él se desvanece por completo, dejándome sola con los guardias que me preguntan si estoy bien, en reiteradas veces. La alarma se hace escuchar, despertando a mis padres.
-Estoy en serios problemas- Me reprocho a mí misma, mientras camino de regreso al palacio.
Antes de que llegue veo a lo lejos a mi padre que le está gritando a un guardia, se ve muy furioso.
-Papá- Digo en voz baja, apenada por haber sido descubierta.
- ¡Cariño! - Mi padre corre hacia mí con los brazos abiertos. - ¿¡Que haces fuera de tu habitación a estas horas de la madrugada?! ¡Te lo he dicho millones de veces jovencita! Es peligroso que salgas a esta hora, en especial sola-
- ¡Les juro por todos los Dioses, que si algo le pasa a mi bebé! - La voz fúrica de mi madre se escucha por el pasillo que está detrás de mi padre.
Cuando me ve, corre hacia mí con la cara llena de angustia y preocupación, acuna mi rostro con sus manos y llena de besos mi frente y cabeza.
- ¡Mi bebé! - Grita preocupada mientras apoya mi cabeza sobre su pecho estrujándome con bastante fuerza. - ¡Por todos los cielos! ¿¡En que estabas pensando jovencita?! - Me reprocha sin dejar de abrazarme.
-En nada mamá, solo quería pasear un rato por los jardines... es todo- Digo en voz baja.
Veo como mis padres se miran, mi padre les hace una seña a los guardias con la cabeza de que se retiren, sin decir nada más ambos me acompañan hasta mi cuarto.
- ¿Cómo supieron que no estaba en mi cuarto? -
-Un guardia vio la puerta de tu habitación abierta de par en par- Dice mi padre en un tono serio.
-Vaya... recuerdo haber cerrado la puerta, pero parece que, en mis ansias por salir, lo olvidé por completo-
-Cariño, entendemos que te agobie estar aquí todo el tiempo, pero recuerda cielo... lo hacemos por tu bien-
- ¡Pero estoy cansada de esto! - Me alejo de ellos y me paro enfrente. - ¡Quiero conocer algo más que sólo las cuatro paredes de mi cuarto! Estoy cansada de no poder convivir con nadie, no conozco a ninguno de mis hermanos ni primos, no voy a ninguna de sus fiestas ni reuniones, tampoco me dejan ir al mundo de los mortales- Curvo levemente los labios, tengo ganas de llorar. -Quiero conocer el mundo, no quiero estar eternamente encerrada en este sitio-
-Cariño... no es tan sencillo- Mi madre se acerca a mí con angustia. -La vida fuera de este palacio es difícil y...-
-Tú eres mi nena y de tu mamá- Mi padre da un paso adelante. -Entiende cariño, hacemos esto por tu bien-
- ¡Desde que tengo memoria siempre he escuchado eso, pero no me dan explicación alguna! - Las lágrimas corren por mis mejillas. -No entiendo porque a mí me protegen de esta forma y a mis otros hermanos no, no es justo-
-Cariño... sabemos que nada de esto es fácil para ti, tampoco para nosotros, no queremos que estés triste ni deprimida cielo, pero es por tu bien-
-Mamá- Digo agobiada de tanto oír eso. -Entiendo que se preocupen por mí, son mis padres... pero... ¿Por qué siempre me dicen lo mismo? Estoy cansada de estar escondida de todo y todos, no quiero seguir viviendo así- Miro a ambos llena de tristeza.
-En tu decimosexto cumpleaños te diremos todo hija, ahora... por favor, obedece-
-Pero aún faltan dos años para eso- Digo con reproche y tristeza. -Después de eso... ¿Podré salir? -
Ellos niegan con la cabeza, hago un puchero y corro hasta mi cuarto con los ojos llenos de lágrimas, abro la puerta de mi habitación de golpe y me tiro sobre la cama, de la forma más dramática posible para luego ponerme a llorar como si no hubiera un mañana.
Pasan los dos años, como de costumbre me levanto y me arreglo, cepillo mi cabello mientras me miro al espejo.
-Espero que mis padres me cuenten la verdad ahora...- Cierro los ojos y me dejo llevar por la tranquilidad que me trae cepillarme el cabello.