El precio del deseo
img img El precio del deseo img Capítulo 2 Prólogo parte II
2
Capítulo 6 IV img
Capítulo 7 V img
Capítulo 8 VI img
Capítulo 9 VII img
Capítulo 10 VIII img
Capítulo 11 IX img
Capítulo 12 X img
Capítulo 13 Once img
Capítulo 14 Doce img
Capítulo 15 Trece img
Capítulo 16 Catorce img
Capítulo 17 XV img
Capítulo 18 XVI img
Capítulo 19 XVII img
Capítulo 20 XVIII img
Capítulo 21 XIX img
Capítulo 22 XX img
Capítulo 23 XXI img
Capítulo 24 XXII img
Capítulo 25 XXIII img
Capítulo 26 XXIV img
Capítulo 27 XXV img
Capítulo 28 XXVI img
Capítulo 29 XXVII img
Capítulo 30 XXVIII img
Capítulo 31 XXIX img
Capítulo 32 XXX img
Capítulo 33 Treinta y uno img
Capítulo 34 Treintay dos img
Capítulo 35 Treinta y tres img
Capítulo 36 Treintay cuatro img
Capítulo 37 xxxv img
Capítulo 38 Treinta y seis img
Capítulo 39 Treinta y siete img
Capítulo 40 Trienta y ocho img
Capítulo 41 Treinta y nueve img
Capítulo 42 CUARENTA img
Capítulo 43 Cuarenta y uno img
Capítulo 44 Cuarenta y dos img
Capítulo 45 Cuarenta y tres img
Capítulo 46 Cuarenta y cuatro img
Capítulo 47 Cuarenta y cinco img
Capítulo 48 Cuarenta y seis img
Capítulo 49 Cuarenta y siete img
img
  /  1
img

Capítulo 2 Prólogo parte II

La brisa salada acaricia mi rostro mientras no detenemos frente al mar.

-Este lugar es especial para mí. Siempre he venido aquí cuando necesito pensar. No podía pensar en nadie más con quien quisiera estar aquí -Mark me mira profundamente a los ojos, mientras su mano acaricia suavemente mi mejilla.

-Tienes una manera muy especial de hacer que me sienta única -digo, inclinándome hacia él, a punto de rozar sus labios.

-Eso es porque lo eres -responde él, antes de cerrar la distancia entre nosotros y besarme profundamente.

El beso es lento y lleno de promesas, una danza de lenguas y susurros que nos envuelve en un mundo solo nuestro. Siento cómo mi cuerpo responde a cada caricia, a cada toque de Mark, dejándome llevar por la pasión del momento.

-No quiero que esta noche termine -murmuro contra sus labios.

-No tiene por qué terminar, Hanna- murmura buscando mis labios.

Así, con un beso ardiente y desesperado, inicia el fin de la razón. Sus manos, fuertes pero tiernas, empiezan a explorar mi piel, encontrando mi calor y suavidad. Respondo con un gemido ahogado, sintiendo la urgencia en cada uno de sus movimientos. Nos recostamos lentamente sobre la arena, dejando que nuestros cuerpos se entrelacen en una danza de deseo infinito.

Cada caricia y cada beso encienden una llama que nos consume por completo. Me aferro a Mark, sintiendo cada músculo tenso bajo mis dedos, mientras él recorre con avidez cada curva de mi cuerpo. Sus manos acarician la perfecta forma de mis pechos, provocando escalofríos de placer que no puedo reprimir. Mi cintura se arquea bajo el toque experto de Mark, haciendo que cada roce sea una mezcla de ternura y deseo.

El sonido del mar rompiendo en la orilla se mezcla con nuestros susurros y gemidos, eco de nuestra pasión desenfrenada. Con movimientos urgentes y ansiosos, comenzamos a despojarnos de nuestras prendas, dejando que caigan sobre la arena. Hasta que finalmente nos encontramos desnudos, con la luna y las estrellas como nuestros únicos testigos.

En ese momento culminante, el mundo se desvanece a nuestro alrededor, nos encontramos perdidos en un torbellino de deseo urgente y necesidad desesperada. Nuestros cuerpos se mueven al unísono, cada contacto enviando chispas de electricidad, cada susurro aumentando el anhelo hasta que no podemos contener más la explosión de nuestros sentimientos. Finalmente, agotados e invadidos por el alcohol y el temblor de esa experiencia prohibida, nueva y fantástica, nos quedamos dormidos sobre la arena. Mientras el eco de nuestra pasión se disipa con el suave arrullo del océano.

Horas más tarde, el sol comienza a asomarse en el horizonte cuando despierto junto a Mark , envuelta en sus brazos, con la ropa a medio poner y el amargo sabor del arrepentimiento en los labios. Con la lucidez de la mañana y el alcohol desvaneciéndose de mis venas, noto que Mark es mayor, pero hay algo en él que me estremece.

-Buenos días, princesa -dice Mark con una sonrisa que parece iluminar la mañana, aunque su brillo apenas logra disipar la sombra en mis ojos.

La mañana se desliza silenciosa sobre el agua, mientras el sol asciende lentamente en el horizonte, pintando el cielo con tonos dorados.

-¿Usamos protección? -es lo primero que pregunto, buscando un anclaje en la realidad para evitar enfrentar el torbellino de emociones que me invade.

Él asiente, mostrando un pañuelo a su lado, donde yace un preservativo usado.

-¿Te estás quedando cerca? Puedo llevarte a casa.

-No -respondo con firmeza, despejando cualquier esperanza de un futuro encuentro-. Gracias, pero no. Tomaré un taxi. No me lo tomes a mal, Mark, pero lo que pasó entre nosotros fue lindo, no lo voy a negar, pero solo fue producto de la embriaguez y la necesidad que tenía de... llenar un vacío en mi corazón.

-Entiendo -murmura Mark, mirando hacia el horizonte-. Bueno, quizás volvamos a vernos.

A pesar de la sensación inexplicable que me provoca mirar a Mark, decido irme. Me visto con prisa, acomodando mi ropa mientras mi mente aún se tambalea por la intensidad de la noche. Mientras abrocho los botones y recojo mis cosas, se me escapa un suspiro, recordando el gran bulto entre sus piernas y el cuerpo perfecto que me hizo estremecer.

-No lo creo, estoy de paso por la ciudad. Que tengas suerte en la vida y aprovecha las segundas oportunidades que encuentres. Esa mujer es muy afortunada por haberte encontrado, Mark. En verdad, lo es. Sabes cómo satisfacer a una mujer y hacer cada momento inolvidable. Ufff... ¡Dios! Aún siento el temblor en mis piernas.

Me acomodo el cabello y lo miro una última vez.

-Hanna... nosotros...

-No digas nada. Lo disfruté mucho. Nunca nadie me había hecho sentir sensaciones tan deliciosas. Sé feliz.

Sin más palabras, me apresuro a alejarme, sin mirar atrás, dejando atrás la intensidad de una noche que ha marcado mi vida de manera irrepetible.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022