LA PACIENTE DEL CEO.
img img LA PACIENTE DEL CEO. img Capítulo 2 En el restaurante.
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Capítulo 6 De vuelta a casa. img
Capítulo 7 Una cita. img
Capítulo 8 Hamburguesa y papas fritas. img
Capítulo 9 Manuel me drogó. img
Capítulo 10 En el salón de belleza. img
Capítulo 11 La casa de campo. img
Capítulo 12 En la alfombra. img
Capítulo 13 Urdaneta img
Capítulo 14 La Casa. img
Capítulo 15 Ropa de mujer img
Capítulo 16 Lista para la cena img
Capítulo 17 La Cena parte uno. img
Capítulo 18 Cena parte dos. img
Capítulo 19 El encuentro con Dora. img
Capítulo 20 El salón de la cena. img
Capítulo 21 La historia de Dora y Alejandro img
Capítulo 22 Mi historia con Manuel. img
Capítulo 23 Lunes en la universidad img
Capítulo 24 La amenaza y la foto img
Capítulo 25 En el apartamento. img
Capítulo 26 Llamadas en la noche img
Capítulo 27 ¿A quien hice enfurecer y porqué img
Capítulo 28 En casa de Alejandro img
Capítulo 29 Salir de casa img
Capítulo 30 Camino a casa. img
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Capítulo 2 En el restaurante.

Llega el tan esperado catorce de febrero, día que todas las personas enamoradas, esperan felices, le doy mi regalo, súper emocionada, porque sé que es de buena marca y es algo que a él le va a gustar, inesperadamente Manuel me invita a cenar, le digo que no es necesario, que veamos una película en casa y que pedimos pizza (como siempre dice estar corto de dinero, yo tratando de ahorrarle un poco), al principio le gustó la idea, luego minutos después, recibió una llamada de alguien y después de gritarme casi obligarme a cambiarme de ropa salimos de mi apartamento, (creo que al ser él una person

a de veintinueve años, lo veo más que como un novio, como una persona de autoridad en mi vida), por suerte me puse mi mejor vestido, porque Manuel en el auto, se cambió la ropa que llevaba, no se cambió de ropa en mi apartamento, imagino que por las carreras con las que salió, la camisa verde que hacían contraste con sus ojos verde claro, una camisa que nunca le había visto, parecía muy costosa, un saco de diseñador que hacía juego con el pantalón que traía puesto, vaya que me sorprendió verlo con esa ropa, porque es verdad, tiene una situación económica mejor que la mía, pero tampoco es que es millonario, los millonarios son sus padres, pero a él le ha tocado, como dice mi suegro, hacerse las cosas propiamente, como para ponerse un traje de ese precio, quince mil dólares y su padre algunas veces cae en eso del ahorro y le quita las tarjetas, él simplemente no puede darse esos lujos con el salario que tiene, se el valor del traje porque cuando buscaba el regalo perfecto para mi amado novio, pregunté por el traje y definitivamente se salía de mi presupuesto, casi costaba lo que me quedaba por pagar de mi cuatrimestre final.

Manuel condujo su auto y estacionó frente a un restaurante de lujo, había que aceptarlo, se veía bien, no era un chico del todo feo, metro ochenta, no tan gordo, ojos verdes, cabello café claro y extremadamente educado. Manuel se olvidó de mi en el auto, salió desesperado hacia la puerta de aquel edificio, mientras yo le decía que por favor me esperara, ¡que tonta!

Al entrar al restaurante nos recibe una chica hermosa Karol de cabello negro liso al extremo, con el maquillaje perfecto, vestida de negro, zapatos de tacón muy alto de color plateado, impecable, su vestuario elegante hacía juego con la decoración de lugar, negro con plateado, ella, Karol se presenta como la recepcionista del restaurante "Le Petit Chateau", lámparas gigantes hermosas, a la entrada una cava en donde puedes elegir una botella de vino extremadamente costosa, imposible de pagar para mi, unas mesas decoradas de manera elegante, algo que yo solamente en las películas había visto, pensaba que era imposible que yo con mi dinero, pudiera ingresar a este lugar, a no ser a pedir trabajo de lava platos para poder mantenerme y reía para mis adentros de pensar en la idea de que estaba ahí y que no podía pagar ni un vaso de agua en aquel lugar, Manuel habla con Karol casi en silencio, sin que yo pudiera escuchar prácticamente nada, para mi sorpresa, milagrosamente, había ese día catorce de febrero, a las siete de la noche mesa desocupada en "Le Petit Chateau", bueno, era lo que yo pensaba en ese momento ingenuamente, que de milagro había una mesa libre, cuando era el lugar preferido de las personas excesivamente adineradas de toda la cuidad , le dije a Manuel que no podíamos pagar la comida del lugar y que yo no andaba mucho dinero, que había estado ahorrando para adelantar algunas materias en la universidad y que no podía ayudarle con la cuenta del lugar esta vez, porque salíamos y yo pagaba la mitad de la cuenta siempre, él solo me miró y me dijo que me callara, que debía de haberme vestido para la ocasión y no con los trapos que había salido de casa, que debería invertir al menos en un buen vestido y ya dejar de comprar en tiendas de segunda mano, me hizo sentir mal pero ahí estaba yo impresionada de ver algo tan lujoso, que no había imaginado que en esta ciudad había un lugar así para ir a cenar, bueno, realmente siempre soñé con entrar a un lugar así, pero solamente podría hacerlo cuando me graduara y me quedara algo de dinero después de pagar mi deuda de estudio, estúpidamente, pensé que si Manuel se estaba tomando tantas molestias, gastando tanto dinero y hablando con la recepcionista Karol, posiblemente, me iba a pedir matrimonio esa misma noche (que ilusa, no sabía lo que se venía), solo pensaba en cuál sería mi respuesta, porque si es verdad que no estaba tan enamorada, pero que aun estudiaba, bueno, todas mis ideas daban vuelta en mi cabeza, estaba emocionada, pero por agradecimiento, seguramente aceptaría.

Se presentó el mesero a nuestra mesa, parecía un modelo de revista, sinceramente en ese lugar, no trabajaba gente de belleza moderada, todos eran extremadamente bellos, un hombre alto, moreno, uniformado de traje entero, a la medida, se veía muy costoso el traje, el reloj, los zapatos, todo.

El mesero nos sirve una copa de vino, la que Manuel pidió en la cava de la entrada, en ese momento, me levanté y fui al tocador, Manuel quedó un momento solo en la mesa, con las copas de vino y el mesero.

Habíamos ordenado la cena, amo comer un buen corte de carne, vegetales al vapor y vino tinto, lo mejor que hay.

Cuando regreso del tocador, observo que Manuel no dejaba de mirar a la chica que está al lado, con vestido de diseñador, parece una muñeca Barbie, impecable desde su cabello rubio rizado que combinaba con sus pendientes, collar de oro y diamantes, el bronceado que se podía observar en sus piernas, ya que el vestido que tenía puesto no dejaba nada a la imaginación y unos zapatos que cuando pasé por el mall, los observé en una tienda la semana anterior al catorce de febrero y juré que con mi primer salario como ingeniero los compraría, no podía comprarlos ese día, porque lo que tenía reservado era para el regalo de mi novio, fue amor a primera vista con ese par de zapatos a la chica la acompañada de un hombre espectacular al lado, alto, sobre la ropa de diseñador se puede observar que tiene un cuerpo atlético, de estos tipos que van al gimnasio todos los días y se ejercitan como solo Dios manda, pero con una mirada triste, como si acabara de recibir la peor noticia de la vida, muy parecida a la cara que tenía yo en ese momento eso fue lo que pude ver mientras que mi novio Manuel, no dejaba de ver a la chica hermosa y le hacía ojos como enojado, yo traté de hablarle, sin embargo, me dio una mirada con la que inmediatamente entendí que debía de callarme y dejarlo hacer lo que fuera que estaba haciendo en ese momento, para no hacer un problema, me quedé callada y tomé un sorbo de mi copa de vino.

            
            

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