Emma
img img Emma img Capítulo 5 Hecha para él
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Capítulo 6 Señores Valencia img
Capítulo 7 Espíritu libre img
Capítulo 8 Una obra de arte img
Capítulo 9 Impresión img
Capítulo 10 No estaba sola img
Capítulo 11 Solamente por él img
Capítulo 12 Acorralados img
Capítulo 13 Revelaciones img
Capítulo 14 ¿Qué vas a hacer img
Capítulo 15 Dudas img
Capítulo 16 Uniendo fuerzas img
Capítulo 17 No estás solo img
Capítulo 18 Encerrada en un laberinto img
Capítulo 19 Sufrir hasta la muerte img
Capítulo 20 En marcha img
Capítulo 21 Seguridad img
Capítulo 22 Sintonía img
Capítulo 23 Sin culpa img
Capítulo 24 Corazón img
Capítulo 25 Fuerza img
Capítulo 26 Vivir sus vidas img
Capítulo 27 Nuevo amanecer img
Capítulo 28 Incertidumbre img
Capítulo 29 Su nombre era Robert img
Capítulo 30 El santuario de Robert img
Capítulo 31 Confesión img
Capítulo 32 No se debe vivir solo img
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Capítulo 5 Hecha para él

Eran las ocho de la mañana cuando Anita llegó a la casa de Simon. Al entrar, notó la ausencia de Jackie, quien normalmente la recibía con entusiasmo. Al entrar al salón, se sorprendió al encontrar a Simón durmiendo profundamente, acompañado de Jackie. Con una expresión confundida, Anita se dirigió a la cocina, intuyendo que alguien más debía estar en la casa.

Mientras se ocupaba de los trastes sucios y preparaba el desayuno, el aroma del café comenzó a llenar la casa y, eventualmente logró despertar a Simón. Él se levantó y, tras un breve intercambio de saludos, Anita le sirvió el desayuno. En ese momento, una voz femenina resonó desde la habitación cercana, llamando a Simón.

-¡Simón!- la voz de la mujer sonó preocupada. Sin perder tiempo, Simón se precipitó hacia la habitación, dejando a Anita desconcertada. Al seguirlo, Anita se encontró con una hermosa joven en la cama, que parecía recién despierta.

-Buenos días, hola -saludó Simón, primero a la mujer y luego dirigiéndose a Anita con determinación. - ¿Podrias preparar un desayuno adicional, por favor?- la mujer mayor se retiró, cerrando la puerta para darles intimidad

Sin esperar una respuesta, Simón se volvió hacia la joven, Emma, y con delicadeza le ofreció su ayuda:

-Permíteme ayudarte y te llevaré al baño- la tomó en sus brazos y se aseguró de que estuviera cómoda antes de regresar a la habitación y establecer un plan para el día.

Despues de que Emma se aseara la volvio a llevar a la cama gentilmente, la recosto como si fuera una rosa a punto de deshojarse

-Pronto traerán ropa para ti. Después nos dirigiremos a la clínica. Iré por algo de desayunar -anunció Simón con una voz serena.

-Está bien, gracias -respondió Emma, acomodándose en la cama mientras esperaba pacientemente.

Mientras tanto, en la cocina, Anita se encontraba meticulosamente preparando una bandeja con tostadas, café y jugo de naranja. Al entrar, Simón tomó la bandeja sin decir una palabra y la llevó directamente a la habitación.

-Aquí tienes, espero que sea de tu agrado -le dijo Simon al ofrecerle la bandeja.

-Gracias, estoy segura de que lo será -respondió Emma, frotándose las manos antes de empezar a disfrutar de la comida. Aunque para Simón pudiera parecer un gesto simple, para ella representaba mucho más.

En ese instante, la expresión de Anita en la cocina reflejaba confusión y curiosidad.

-Ella es una amiga. Se quedará aquí mientras se recupera. Su nombre es Emma. Por favor, ayúdame a cuidarla mientras esté aquí -le pidió Simón.

-No hay problema, simplemente ayudare y atenderé bien como corresponde a una invitada -aseguró Anita.

-Gracias. Pronto llegarán algunas cosas para ella; las enviará Sandra. ¿Podrías recibirlas? -preguntó Simón.

-Claro, no hay problema. ¿Hoy no trabajará? -inquirió Anita con una mirada de curiosidad.

-No, debo llevar a Emma a la clínica y luego estaré ocupado en mi estudio -respondió Simón, dirigiéndose hacia su despacho.

-Entendido. ¿Quiere que prepare algún almuerzo especial? -preguntó Anita.

-No, mejor pregúntale a Emma si desea algo en particular. Estaré ocupado -concluyó Simon antes de retirarse a su despacho dando brincos por la escalera, se veia muy energico esa mañana.

Mientras Simon navegaba por su bandeja de entrada, la falta de noticias de Sandra sobre Emma era desconcertante. Intentó distraerse sumergiéndose en detalles sobre su proyecto relacionado con cigüeñas, pero en lugar de eso, la imagen de Emma se entrometía de manera inesperada: su piel pálida, sus pecas juguetonas, se colaban en cada rincón de su mente. La visión de esa bata húmeda que insinuaba más de lo que ocultaba lo dejó sin aliento por un momento.

Simon, sintiendo una mezcla de fascinación y exasperación, se frotó la frente con un gesto exagerado. "¡Vamos, concéntrate!", Maldiciendo su falta de concentración, se pasó una mano por el cabello reprendiendose a sí mismo.

Desde la trágica partida de sus padres, había transformado su vida en una misión: hacer crecer su imperio y proteger a su hermana. Pero Emma, con su aura enigmática y desafiante, lo estaba sacando de su juego, estaba resquebrajando las defensas que había construido tan cuidadosamente.

Un suspiro escapó de sus labios mientras recordaba las noches solitarias y las compañías vacías que su estatus atraía. Emma era un enigma, un soplo fresco en un mundo lleno de falsas promesas. Se puso de pie, sintiendo una urgencia repentina. Necesitaba sacudirse estos pensamientos y tal vez, solo tal vez, era hora de dejar que las chispas volaran y explorar la brasa inesperada que Emma había encendido en él.

Mientras Simon luchaba con sus pensamientos, una pregunta lo acosaba: ¿Sentiría Emma esa misma chispa intensa entre ellos? Las miradas furtivas, la electricidad en el aire cada vez que se cruzaban; no podía ser solo una ilusión. Sin embargo, cada vez que intentaba descifrarla, Emma parecía escurrirse entre sus dedos, una mezcla de curiosidad y misterio. Abrió un cajón de su escrito para sacar una cigarreras, encendió cigarrillo tras cigarrillo y aún así su ansiedad lo traicionaba.

No paraba de pensar que desde aquel trágico día que cambió su vida, Simón había evitado las complicaciones del corazón. Pero Emma, con su aura enigmática y esa mezcla de vulnerabilidad y fortaleza, estaba despertando un lado de él que había permanecido dormido durante años. ¿Era posible que ella también sintiera este torbellino emocional? ¿O sería él simplemente un romántico empedernido, viendo más allá de lo que realmente había?

Tomando una profunda respiración, Simón se dio cuenta de que necesitaba respuestas. No solo para él, sino también para entender el complicado y apasionante enigma que era Emma. Y ver si el universo les estaría dando una oportunidad para explorar esos sentimientos mutuos.

Abatido, Simón se cubrió la cara con las manos, intentando evadir esos pensamientos inesperados. Sintiendo la necesidad de liberar su mente y cuerpo de esa tensión, apagó su cigarrillo, se calzó sus zapatillas y salió a correr. Mientras avanzaba, se cuestionaba: ¿Por qué esta mujer, ejercía sobre él un poder tan magnético? A pesar de su éxito profesional, esto era algo que no podia controlar y eso le frustraba.

Llevaba tanto tiempo sin estar cerca de una mujer que eso notablemente se le iba de las manos, ¿ que le sucedía?, no sabia nada de ella pero algo lo llamaba, la deseaba como nunca había deseado a alguien, de hecho jamás había estado con una mujer. Desde que sus padres murieron él se había dedicado a trabajar sin parar, no quería que su hermana pasara miserias y el poco dinero que heredaron lo convirtio en un imperio, eso había hecho que tuvieran pequeñas comodidades, por que la tía que los terminó de criar siempre los instó a vivir una vida sencilla con lo justo y necesario, no quería ver a sus sobrinos cautivados por el capitalismo y la ambición, su trabajo había dado frutos y gracias a eso ellos nunca anhelaban grandes cosas, solo amor. Amor que Simón nunca ha encontrado ya que su estatus sólo atrae a mujeres vacías y ambiciosas que no encajan con su simplicidad pero Emma era distinta a todas, parecía hecha para él, con solo verla a los ojos lo sabía, ella era lo que tanto había esparo.

                         

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