Capítulo 5 5. Vestido cardíaco.

SUSANA ZAMBRANO

Sábado, 17 de febrero de 2024.

Jueves y viernes pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Las cosas en la oficina se tornaron tensas ayer entre dos de los socios. No puedo creer como ambos perdieron los papeles y terminaron susurrándose de lo lindo frente a las asistentes. ¿No se supone que eso no lo deben a hacer? Si hay rencillas entre ellos debería quedar internamente y no que nosotras nos enteremos.

Aunque... Claro han de tener algún contrato de confidencialidad, así como lo firmé yo el día siguiente a trabajar.

Puedo decir que superé mi primera semana en Laboratorios Sánchez Martínez con altibajos, pero la superé y eso es lo importante. Me estoy alistando para el almuerzo con las chicas, lo de la noche ya lo tengo listo, mi jefe mandará a buscarme con su chofer.

Al principio me opuse, le dije que podía trasladarme, pero él insistió tanto en que terminé aceptando y fue lo mejor así no tengo que conducir a casa cansada.

El sonido de mi teléfono me saca de mis ensoñaciones. Pego un brinco cuando veo la hora, debo salir ya o las chicas tendrán que esperarme.

-Rocío, si, si, ya voy de salida tía -respondo a su pregunta de donde estoy.

Salgo de mi edificio a todo gas, Mónica nos esperará en el restaurante mientras debo pasar por Rocío a unas cuantas manzanas de mi piso.

Una vez en el restaurante ordenamos y nos ponemos al tanto de lo sucedido en la oficina estos días y que no podemos conversar allá porque las paredes tienen oídos y cámaras. Por Mónica me entero que Alejandro se acuesta con su asistente, y cada dos por tres las están cambiando.

Vaya... sorpresita con ese tío, mientras más lejos me mantenga de él mejor, hay algo que no me cuadra y me causa escalofríos, como si mi cuerpo reconociese las señales que yo no.

A las seis de la tarde nos vamos, debo arreglarme para la gala y se me irán unas buenas horas. No voy a un salón porque lo que van a hacerme allí es lo mismo que yo me haré. Debido a uno de mis primeros trabajos aprendí como arreglarme para todo tipo de ocasiones y no me complico por eso.

IKER SANCHEZ.

-¡Iker! ¡te estoy hablando! -exclama mi madre indignada.

Volteo a verla, estoy en casa de mis padres por petición de papá, pero sé que mamá se esconde detrás de este "almuerzo" familiar. Judith Paz de Sánchez es una excelente esposa, madre, artista y tiene varias galerías de arte por toda España, pero cuando se trata de mí se pasa tres pueblos y quiere intervenir en mis decisiones cosa que no le permito cuando no tiene la razón.

-Madre...

-Que madre ni que madre -papá la ve como si se hubiese vuelto loca-. ¿Cuándo cojones piensas hacer oficial tu compromiso?

-¿te vas a casar y no nos informaste? -cuestiona padre incrédulo.

-Madre, ¿de qué demonios hablas? -un nombre me viene a la cabeza, suspiro resignado-. ¿Paola? -ella asiente-. Estoy cansado de decirle a esa mujer que lo de nosotros es solo sexo, desde un principio fui claro, lo soy con todos mis ligues...

Mamá me da un golpe con su servilleta de tela.

-¡Iker! ¿qué cosas son esas? -aquí vamos de nuevo-. Tu padre y yo te hemos enseñado valores y a ser un hombre de verdad, no ningún niñato que quiere meter el pito en cuanto coño se encuentre, ¿o acaso nos vas a dar los problemas que le da Alejandro a tu tía?

La mención de Alejandro me ensombrece el rostro. Lo conozco y sé que algo se trama, pero qué es lo que debo averiguar antes de que sea tarde y termine cagándola frente a todos.

-Madre... por favor, tengo treinta y un años, no soy un crío que no sabe lo que hace -medio con ella, pero cuando se pone así es imposible.

-Pues precisamente, ya eres un hombre con vellos en la polla -me señala con su dedo acusador- ¿Cuándo pensarás presentarnos una novia oficial? ¿Cuándo me vas a dar nietos? Porque al ritmo que vamos terminaré pareciendo la bisabuela en vez de la jodida abuela.

-Joder mujer, deja al muchacho tranquilo -alega papá-. Solo él ha de saber cuando darnos un nieto, los dos sabemos perfectamente que tener un hijo es una responsabilidad e Iker está concentrado en sus cosas.

Madre sigue despotricando, luego de veinte minutos se le pasa y me pide encarecidamente que le de un nieto, así sea por vientre en alquiler, pero que quiere a alguien para consentir. Veo a mi padre quien pone en blanco sus ojos. Como mamá lo vea haciendo eso se vuelve a armar una guerra en nuestro comedor.

-¿Irá Paola contigo esta noche?

-No -le respondo a papá-. Me acompañará mi asistente.

-¿Tu asistente? -inquiera papá sin dar crédito-. ¿qué tiene que ver la señorita Zambrano?

-¿tienes nueva asistente y no le dijiste nada a tu madre?

Venga...

-No me digas que te acostaste con esa muchacha.

¿Cómo les explico?

-¡Iker! ¿te acostaste con esa chica? -veo a papá, ¿por qué tiene que ser tan bocazas para unas cosas? - sí, claro que lo hiciste. El jodido crío no podía guardar la polla en sus pantalones... ¿pasará lo mismo que con Sabrina? -me tenso ante la mención de ese nombre... ya van dos veces en la misma semana-. Te conozco como la palma de mi mano y claro que te follaste a tu nueva asistente.

Judith Paz de Sánchez forma una algarabía por una simple follada.

«simple follada mis cojones, que deseas por volver a meterle la polla a esa tía y que su coño te la apriete».

***

Me obligo a no reaccionar como un degenerado, pero es que no puedo cuando semejante mujer se baja de mi auto. Sus piernas kilométricas se ven brillantes, enfundadas en aquellas sandalias de plataforma no hacen más que verse peligrosa y el vestido, el jodido vestido me tiene a nada de empalmarme, joder.

Recorro ese cuerpo con la mirada poco a poco. Joder, está como para echarle tres polvos seguidos y hasta más. Su cabello cae en ondas por su espalda, el delineado de sus ojos profundiza su mirada azulada y sus carnosos labios se ven como una deliciosa fresa que deseo probar de nuevo.

-Buenas noches, Lcdo. Sánchez -me saluda como toda una profesional.

Le devuelvo el saludo tomando una de sus manos y llevándola hasta mis labios. Su olor a vainilla inunda mis fosas nasales, con ese olor vienen recuerdos. Recuerdo de los dos y lo bien que la pasamos en mi departamento.

El flash de la cámara la aturde varios segundos, reacciono rápido. Tomo su mano, dirigiéndonos al interior de aquel lujoso hotel donde se llevará a cabo la velada.

Escucho los periodistas preguntando quién es la mujer que me acompaña. Conociéndolos su cara estará en unas horas en todos los diarios y revistas de España, porque así es la prensa.

Solo espero no hayan tomado fotos de mi cara de gilipollas cuando la vi bajar de mi coche.

Una vez adentro, la dirijo al salón. La noto un poco tensa.

-¿Tiene algún problema, señorita Zambrano?

Bate sus pestañas, me ve con sus hermosos ojos.

-Un poco abrumada, a decir verdad -una sonrisa genuina tira de mis labios. Suelta el agarre y me doy cuenta que todavía tenía mi mano aferrada a ella.

Suspiro profundo cuando veo la mata de cabellos rojos que vienen en mi dirección. Decir que no lo pensé sería mentirme a mí mismo, sabía que estaría aquí... solo espero que no arme uno de sus dramas, porque no estoy para ponerme de carnada a los tiburones de la prensa. Una mirada idéntica a la mía me devuelve la mirada.

La sonrisa tira de mis labios al ver a mis padres. No me aseguraron que vendría, pero sé que mamá me ayudará con Paola.

-Mi amor -noto como mi asistente se tensa. La pelirroja intenta darme un beso, pero mi madre la toma del brazo.

-Querida -me asombro, porque por primera vez estoy viendo a mi madre con una sonrisa falsa-, que gusto verte.

Padre me detalla y luego a la persona a mi lado, quien dibuja una sonrisa genuina en su rostro, con educación lo saluda. Madre aprovecha y se lleva a Paola lejos de nosotros. No necesito ser adivino para saber que leyó las intensiones de mi acompañante de cama...

-Permítame decirle, lo guapa que se ve Señorita Zambrano -le frunzo el ceño a mi padre, ¿esto a qué viene? Ella relame sus labios y le agradece avergonzada.

-Usted también está muy apuesto, señor Sánchez.

-¿Quiere decir que normalmente no lo estoy?

Divertido la veo. Ella abre y cierra la boca sin saber que decir. Padre está tomándola del pelo.

-Eh... eh... -tartamudea, puedo jurar que se ruboriza más de lo que ya está-. No quise que se interpretara de esa manera, señor Sánchez.

-Oh, tranquila señorita Zambrano solo estoy bromeando -le aclara-. Si me permite, me gustaría una conversación más profunda con usted.

Me lo quedo viendo sin dar crédito, ¿qué debe hablar con mi asistente? ¿y a qué demonios se refiere con una conversación más profunda? ¿acaso está pensando en engañar a madre? Porque no es por desmerecer la belleza y poderío de Judith Paz, pero la señorita Zambrano, parece la jodida afrodita y con ese vestido que quiero quitar hasta...

Niego con la cabeza al darme cuenta el camino que están tomando mis pensamientos. ¿celos?

Ja, en mi vida he llegado a sentirlos, y muchos de menos de mi padre.

Iván Sánchez nos deja solos, noto como juega con sus manos. Sé que quiere preguntar algo... en estos seis días teniendo interacción con ella he aprendido a leerla.

-Puede preguntarme lo que desee, señorita Zambrano. -sus hermosos ojos azules me observan. Su mirad va de mis ojos a mis labios, esta jodida atracción va a terminar con uno de los dos.

-¿por qué su padre necesita una conversación conmigo? ¿y cuan necesaria es mi presencia esta noche?

Me doy unos segundos para responderle, me dedico a detallarla tratando de no ver más allá del jodido escote que me tiene con los testículos cargados. Pagaría millones con tal de follármela en un museo de arte, porque ella es arte y merece ser admirada como tal, aunque quiera pasar desapercibida.

-Su primera pregunta no puedo respondérsela, porque, así como usted yo también estoy intrigado -le hago saber. Acorto el espacio entre nosotros-. Y con respecto a su segunda pregunta, su presencia es más que necesaria Señorita Zambrano, recuerde que no solo es mi asistente en Laboratorios Sánchez Martínez, sino también fuera de él.

Traga grueso.

-¿Desea alguna bebida? -necesito alejarme unos segundos de ella o definitivamente haré una locura y seré la carnada de la prensa.

-Una copa de champagne me parece bien -duda por un segundo-, aunque pensándolo bien, como estoy trabajando no debería tomar.

-No estamos en horarios laboral, Señorita Zambrano y puedo permitirse lo que desee. Si me permite unos minutos, voy por su bebida.

No es necesario que me aleje de ella, porque de un solo llamado tendría a alguien del catering, pero necesito respirar algo más que su jodido olor a vainilla.

                         

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