Lo medité bastante antes de aventurarme a contar mi historia, porque es solo mía y porque no creo que haya alguien a quien le interese. Y por esa misma razón es que he decidido hacerlo, como un proceso de desahogo, de vaciar de mi alma todo aquello que está guardado acumulando polvo y moho y porque recordar es volver a vivir. Y cómo quisiera volver a vivir todos y cada uno de los momentos que pasé con él, los buenos, los malos, los exquisitos, los devastadores.
Creo que la verdadera fortuna de un hombre es poder encontrar a ese amigo que te acompañará durante toda tu existencia, a aquella persona que se convierte en tu familia por elección y si son varias pues qué mejor.
En mi caso sólo fue una persona, Samuel, pero no necesitaba más para sentirme el ser humano más descaradamente afortunado del planeta. Mi relación con Samuel empezó cuando éramos niños, y fue creciendo conforme nosotros lo hacíamos, con una pequeña diferencia,que que para mi él era mi alma gemela, pero para Samuel yo era su amigo, peor aún su hermano.
Fue triste darme cuenta que aquello con lo que más soñaba jamás se haría realidad así que no tuve de otra más que aceptar que el fuera mi amigo siempre y cuando formara parte de mi vida y que yo fuera parte de la suya.
Hemos sido siempre él y yo contra el mundo desde niñosy cuánto se lo agradezco. No hay día en que no piense que si no fuera por él yo no estaría aquí, escribiendo mis memorias para nadie, o bueno no para nadie, para él. Porque si de algo estoy seguro es que, Samuel será la única persona que entienda todos los sentimientos de amor, culpa y miedo que están impregnadas en estas palabras. (Sin ánimo de ofender a alguien).
Aún recuerdo nuestro tiempo de universidad, no es que haya pasado siglos de eso, es la época que más extraño porque fue el único lugar donde pude ser libre, pude ser yo mismo sin miedo a la muerte, sin miedo a que me juzguen por lo que soy y a quienes he decido amar. De hecho, pude amar y ser amado, pude aprender cosas diferentes y pude conocerme más y quererme de igual manera. Porque para que alguien te quiera, debes ser el primero en aceptarte y amarte por encima de los demás y eso hice.
Podría decirse también que parte de esa época uno de mis objetivos a más de ser un profesional en medicina, era el de sacarme de la cabeza y del corazón ese estúpido flechazo que tenía por Samuel. Una vez que experimenté el placer sexual, mi meta era encontrar a aquella persona que me lo hiciera olvidar. Uno o dos lograron su cometido por un tiempo, pero a la final siempre estaba presente tatuado con sangre en mi ser.
A la final me acostumbré a amarlo en silencio, mientras nuestra relación no era más que la de dos jóvenes que eran amigos desde la niñez , que se habían prometido ser el padrino de boda del otro y que se acompañaban en cada aventura.