Capítulo 3 SEBASTIÁN

Desde la primera vez que conocí a Samuel, y durante todo este tiempo hemos sido inseparables. Hemos celebrado juntos cumpleaños, graduaciones, aniversarios de nuestros padres, la primera vez que nos dieron nuestra licencia de conducir y nos dejaron conducir el auto de mi papá. Hemos estado juntos en los malos momentos también como cuando tuvo un accidente con su bicicleta y pasó dos semanas en la clínica por una fractura de clavícula, o cuando su hermano mayor se mudó a otro país a estudiar, Samuel lo quiere mucho y sufrió un tiempo su ausencia.

En fin hemos sido inseparables y creo que esa interacción entre nosotros hizo que me enamorara de él. Lo admito creo que no es algo sano, pero fue gracias a él que me di cuenta que me gustan los chicos.

Mientras íbamos creciendo, yo prácticamente mantuve mi contextura delgada y no hubo muchos cambios en mi cuerpo, bueno eso se debe también a que no soy muy ágil para los deportes y prefiero entrenar mi mente a mi cuerpo. Ya no lo digan si, soy súper nerd. Pero luego de estar media vida pensando en no morir, el hecho de aprender nuevas cosas y conocer el mundo a través de los libros le dio un sentido al por qué seguía vivo. Samuel en cambio pasó de ser un niño flacucho a un chico con un cuerpo súper trabajado, hombros anchos, piernas torneadas, un hermoso six pack en el abdomen que termina en esa súper sexy v bajo el ombligo. Todo eso gracias a que era parte del equipo de fútbol de la escuela.

Cada cambio en su cuerpo implicaba un cambio en mi personalidad, en mis sentimientos y en mi forma de verlo. Ya no como un amigo sino como una persona que me atraía muchísimo.

Fue difícil ocultar mi secreto, lo guardé durante dos años en los que fingía ser alguien que no soy. Salía con chicas que por lo general lo hacían para estar más cerca de Samuel que por un genuino interés en mi. Hasta que una noche en una fiesta tomé cerveza de más y cuando Samuel me llevó a mi casa le solté todo de sopetón. Le dije que me gustaban los chicos y que ya no quería tener citas con chicas. Samuel no dijo nada, de hecho, no cruzamos palabras hasta una semana después cuando él fue a buscarme a mi casa y me dijo que no importaba con quién me relacionaba o me acostaba siempre y cuando sea feliz y terminó aclarándome que él era cien por ciento heterosexual. Creo que la aclaración estaba demás, pero después de esa charla todo volvió a la normalidad entre nosotros, él seguía tratándome como su mejor amigo y yo seguía enamorado de él en secreto. Un gran cliché es verdad pero con el tiempo me reconcilié con el hecho de que mi amor por Samuel jamás iba a ser correspondido, pero el poder estar a su lado así sea como su amigo gay al que veía como a un hermano era más que suficiente para mi.

Así que después de poner un poco mi vida y mis sentimientos en orden, se lo conté a mis padres y familiares, no todos estuvieron de acuerdo, algunos dejaron de tratarme de manera normal se les notaba un cierto recelo al acercarse a mi, como si con solo tocarme los iba a contagiar de algo mortal. No voy a quejarme dejaron de verme con lástima y como el pobre niño con cáncer y la verdad no me importaba si me aceptaban o no, las personas que en realidad me importan como mis padres y Samuel me aceptaron y me apoyaron, cosa que era más que genial.

La parte difícil fue en la escuela. Me declaré gay en el último año y aunque mi comunidad cada día va avanzando en cuanto a el respeto de nuestros derechos aún existe uno que otro desubicado que disfruta de lastimar a la gente. Sufrí algo de bulling en la escuela por parte de ignorantes homofóbicos que le tienen miedo a lo que desconocen, pero por suerte Samuel siempre estuvo para defenderme.

Puede decirse que mi paso a la universidad fue una completa liberación que no creí que podía suceder. Samuel y yo aplicamos para estudiar medicina, después de mucho estudio y esfuerzo logramos entrar juntos a la facultad algo que realmente me alegró.

En nuestro primer año ambos conseguimos pareja y si bien Samuel ya había perdido su virginidad en la escuela, era la primera vez que lo veía con una relación más seria.

Por mi parte en el primer año de universidad conocí a Paúl, un chico alto, de tez trigueña, atlético. Un tipo amable, chistoso, algo extrovertido con quién tuve mi primera relación y mi primer encuentro sexual. Fue espantoso, temo decirlo, al principio todo marchaba espectacular, pero en el momento en que me abrió las piernas y me penetró, comencé a replantearme si de verdad soy gay. No me gustó para nada y fue de lo más doloroso e incómodo. Para defensa de Paúl, se portó como un caballero, intentó ir lo más despacio posible pero mi cuerpo no colaboraba, toda excitación que pudiera tener se esfumó y aquel encuentro terminó con Paúl yéndose de mi cuarto y conmigo confundido y avergonzado.

Sin embargo Paúl no se iba a rendir conmigo y es algo que aprecié en su momento, seguimos con nuestra relación y una noche de películas entre los créditos, los besos calentaron el ambiente y entre el calor y la excitación del momento Paúl sugirió que fuera yo esta vez quién lo penetre.

Fue la absoluta gloria, estaba tan apretado y en cada arremetida una ola de placer invadía mi cuerpo. No voy a mentir hubo un minuto en el que me imaginé que era Samuel el que estaba conmigo en esa habitación, que era su pene el que acariciaba mientras lo embestía. Pero fue un momento muy pequeño, volví a la realidad y a toparme con los ojos castaños de Paúl dilatados por el placer. Mantuve esa relación por seis meses pues tuvo que mudarse de ciudad y para ser sinceros una relación a distancia no es lo mío, así que lo dejamos y quedamos como amigos. Aún nos escribimos y tanto él como yo sólo esperamos que el otro sea feliz.

            
            

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