Capítulo 5 En la habitación de al lado

Antes, Joelle habría ido con entusiasmo a la cocina para prepararle la cena a Adrian, como una esposa obediente.

En una ocasión, se había levantado de la cama a pesar de que tenía fiebre alta, ya que quería darle a Adrian una cena suntuosa para que se quedara en casa cuando Irene se lo pidió.

La gente decía que la mejor manera de conquistar el corazón de un hombre era a través de su estómago. Pero Joelle quería mucho más.

Quería volverse indispensable para él y satisfacer todos sus caprichos.

Esa noche, Adrian tuvo un humor inusualmente bueno y se mostró paciente en la cama.

Joelle todavía recordaba que casi lo había hecho perder el control con su cuerpo febril.

Ahora se daba cuenta de lo ingenua que había sido.

Antes de su matrimonio, había sido una chica adinerada, pero luego se convirtió en la sirvienta de Adrian.

¡Qué patético!

"No quiero hacerlo", declaró. Era la primera vez que rechazaba una demanda de su esposo.

Apoyado en la barandilla del segundo piso, Adrian la miró con arrogancia y lástima, como si pensara que estaba haciendo un berrinche.

"¿Todavía estás molesta por Erick?", preguntó.

Joelle no dijo nada, pero su silencio era una afirmación.

"No seas tan dura", agregó él con desaprobación. "Rebecca no tiene buena salud. Si lastimas a su hermano, ¿cómo esperas que se las arregle sola?".

Tras una breve pausa, agregó: "Joelle, tú también has perdido a seres queridos, así que deberías entender cómo se siente".

Joelle se puso tensa y observó al hombre que bajaba las escaleras. "Entonces, ¿crees que la terrible experiencia de mi hermano debería ignorarse?".

Adrian se detuvo frente a ella y respondió con impaciencia: "Mañana por la mañana, tu hermano recibirá muchas propuestas de proyectos lucrativos. Él ya lo ha olvidado, así que deja de hacer de esto un problema más grande".

Joelle apretó los puños, con el rostro tenso por la frustración.

¿Acaso pensaba que unos cuantos proyectos podrían compensar el daño causado a la salud de Shawn?

Para Adrian, las vidas de Rebecca y Erick tenían mucho valor, pero ¿qué pasaba con Shawn?

Joelle estaba tan molesta que casi se desmayó. Su visión se puso borrosa y tuvo que apoyarse contra el respaldo del sofá para no caerse.

Adrian pasó por su lado y se acomodó en el sofá. "Prepara la cena".

Siempre le hablaba con ese tono autoritario y esperaba que ella obedeciera sin cuestionar.

Joelle inclinó la cabeza y cojeó hacia la cocina.

Su largo cabello cubría su rostro, ocultando sus emociones. Cuando entró en la cocina, cerró la puerta de vidrio esmerilado y se deslizó lentamente para recomponerse.

Una vez que se aseguró de que Adrian no podía escucharla, se cubrió la boca con la mano para amortiguar sus sollozos.

Mientras tanto, Adrian sentía su irritación crecer en el sofá.

Si no fuera porque mañana tenían que visitar a su abuela juntos, no habría regresado.

Todo en esa casa llevaba el aroma de Joelle. Verla le hacía recordar la mañana en la que despertaron juntos, desnudos.

De repente, sonó su celular. "Señor, olvidé avisarle de que hoy la señora Miller se torció el tobillo", informó Leah. "Debido a la situación de su hermano, tal vez no tuvo tiempo de curarse".

"Entiendo".

Adrian colgó la llamada y volvió su mirada gélida hacia la cocina.

Joelle llevaba mucho tiempo dentro, pero la cocina estaba extrañamente silenciosa.

Todavía estaba agachada en el suelo, intentando tranquilizarse. Pero entonces la puerta se abrió e iluminó la habitación.

Ahí estaba Adrian, con una expresión tensa. Primero vio las manchas de lágrimas en sus mejillas y luego bajó la mirada hacia su tobillo.

"Tú... ¡Oye!".

Antes de que Joelle pudiera reaccionar, Adrian la alzó en sus brazos.

Al principio ella se sobresaltó, pero pronto sintió la fuerza y la firmeza de su abrazo. Su pecho era firme y cálido contra el suyo.

Adrian la llevó al sofá y, sin decir nada, le levantó la falda para inspeccionar su tobillo. Pero Joelle intentó zafarse por instinto al sentir su contacto.

"¿Ya no te importa tu tobillo?", espetó él con impaciencia.

Fue entonces cuando ella se dio cuenta de que tal vez había sido muy exagerada.

Adrian le aplicó ungüento y la dejó descansar en el sofá mientras pedía comida en lugar de dejar que ella cocinara.

Joelle no entendía nada. Era como si hubiera retrocedido a los días en los que todavía no estaban casados y Adrian seguía siendo amable y paciente con ella.

Este también sintió un extraño déjà vu. Cuando abrió la puerta de la cocina y vio a Joelle llorando en el suelo, fue como si el tiempo hubiera retrocedido.

Antes de que se casaran, había sido muy amigo de ella y Shawn.

Pero Joelle era tan codiciosa e intentó utilizar su amistad para unir a sus familias.

Se lo había buscado ella misma.

Pero aun así le costaba ignorar por completo su dolor.

Después de terminar de cenar y ducharse, Joelle agarró su almohada y manta y se preparó para salir.

Adrian alzó las cejas con sorpresa. "¿A dónde vas?".

"Voy a dormir en la habitación de al lado".

Adrian no pudo evitar sonreír. ¿De verdad Joelle pensaba que él intentaría detenerla?

Antes siempre que Adrian regresaba a casa, ella estaba ansiosa por permanecer a su lado. Pero esa mujer acababa de decirle que quería dormir en otra habitación. Estaba seguro de que no pasaría mucho tiempo antes de que regresara.

Por lo tanto, no dijo nada. El informe meteorológico había pronosticado lluvia para esa noche, con truenos y relámpagos, así que tenía la certeza de que volvería pronto.

Sin embargo, a medida que avanzaba la noche, la esperó, pero ella nunca regresó. A la mañana siguiente, cuando se despertó, el espacio a su lado todavía estaba frío y vacío.

Abajo, Joelle ya estaba cocinando.

Llevaba un vestido floral blanco con un delantal que resaltaba su cintura. Su cabello estaba recogido en una cola baja.

Junto a la estufa, probó la sopa humeante con una cuchara.

Estaba caliente. Frunció el ceño mientras algunos mechones de cabello se deslizaban detrás de su oreja. La luz del sol se colaba por la ventana e iluminaba su cabello, dándole un brillo suave.

Por alguna razón, Adrian ya no tenía ganas de discutir con ella.

Joelle no era inocente, pero siempre era considerada y gentil durante los tres años de su matrimonio.

Mientras él se sentaba a la mesa, Joelle le dio cuidadosamente sus utensilios.

"Hoy vamos a visitar a la abuela", le recordó.

Adrian asintió. "Primero comamos".

Todavía con el delantal puesto, Joelle se sentó frente a él y, con una expresión indescifrable, afirmó: "Cuando tengas tiempo hoy, solicitemos el divorcio".