La Hacker del joven Abogado
img img La Hacker del joven Abogado img Capítulo 4 La Darkweb
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Capítulo 6 Huyendo. img
Capítulo 7 ¿Quién es Rachel exactamente img
Capítulo 8 La familia de Rachel. img
Capítulo 9 La advertencia. img
Capítulo 10 No iré a ningún lado sin ti. img
Capítulo 11 En medio de la oscuridad. img
Capítulo 12 Otra pesadilla. img
Capítulo 13 Virus. img
Capítulo 14 Hipnotizado. img
Capítulo 15 Asunto confidencial. img
Capítulo 16 A mí me gustas así. img
Capítulo 17 Rompiendo las leyes. img
Capítulo 18 Deseos de morir. img
Capítulo 19 Fallo. img
Capítulo 20 Explotar. img
Capítulo 21 Persecución. img
Capítulo 22 Poder. img
Capítulo 23 Involucrados. img
Capítulo 24 Una disculpa. img
Capítulo 25 Promételo. img
Capítulo 26 El plan. img
Capítulo 27 Misión suicida. img
Capítulo 28 Daño colateral. img
Capítulo 29 Un maldito error. img
Capítulo 30 La traición. img
Capítulo 31 Cambio de planes. img
Capítulo 32 Sacrificio por amor. img
Capítulo 33 Una esperanza. img
Capítulo 34 Familia a salvo. img
Capítulo 35 Un trato, ¿por la libertad img
Capítulo 36 Demasiado peligroso. img
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Capítulo 4 La Darkweb

Narrador.

La mañana transcurrió de forma tranquila. Eso era lo que se veía en la superficie. Con Rachel mostrándole cada foto a Dylan sobre Hanna, intentando descifrar incluso en dónde vivía a través de las fotos.

-Parece que viaja mucho, pero es canadiense, de eso no hay duda.

El abogado se pasó las manos por la cara, sintiéndose aburrido y cansado de repente por Hanna.

Era una chica hermosa, sí, pero era claro que no compartían el mismo estilo de vida, y además, ¿cómo es que ni siquiera le había dicho que vivía en Canadá?

Sus conversaciones con Hanna se basaban en el día a día, pero al parecer él era el único que decía la verdad, porque cuando comparó las fotografías con la fecha, ella no estaba haciendo nada de lo que le había dicho.

-Estoy inclinado a que no es la misma persona que la de esta cuenta. Solo utilizó sus fotos. Es una mentirosa -habló Dylan.

Rachel bufó, molesta con esa idea.

-Es una perra. No puede venir, enamorarte, mentirte, y tratarte de esa forma al mismo tiempo.

La morena estaba enardecida porque Dylan le había dejado leer las ultimas conversaciones. En ellas, cuando el abogado confesó sus sentimientos de forma sutil, y sugirió hacer una llamada o verse, la supuesta Hanna lo atacó de forma injusta y sin razón.

Incluso lo bloqueó.

-Sí, pero... -Dylan se levantó del sofá-. Por favor. Ya acabemos con esto. No quiero saber de ella.

-¿Cómo piensas dejar esto así, Dylan? ¡Ella jugó contigo y te mintió respecto a quien es! ¿No quieres saber quién es la persona detrás de todo esto?

El abogado sacudió la cabeza. Él no quería seguir. Tenía muchas cosas que hacer y ya Hanna le había dejado de importar después de ver en sus fotos lo superficial que parecía ser. Además de las mentiras, si no era la misma persona, la situación era aún peor y no quería enfrentarse a eso.

-No tengo tiempo -declaró, caminando a la cocina para preparar el almuerzo.

Rachel lo siguió.

-¿No tienes tiempo o no tienes pantalones? Porque eso es lo que estoy viendo, Dylan. A un hombre ingenuo y débil que no quiere enfrentar a una mujer que lo engañó -le reprochó con un tono hiriente.

Dylan sintió su corazón removerse. Sus ojos ardieron de repente por las lagrimas acumuladas, y soltó un exhalo mientras miraba el suelo.

-Por favor, es hora de que te vayas... -le dijo con voz quebrada.

La morena se dio un golpe interno al darse cuenta del error que cometió. El hombre era muy sensible y ella quizás un poco impulsiva. Cuidaba sus palabras cuando estaba cerca de él antes pero la ansiedad que todo el rollo de la chica le causaba, la descontrolaba.

Ella estaba molesta con la supuesta Hanna, no con él, así que de inmediato intentó disculparse.

-Dylan... -lo llamó, pero él la miró con decisión y le señaló la puerta de salida.

Rachel sintió que el sentimiento le cubría el pecho. Y no dijo nada más. Se puso la chaqueta encima y también su pantalón holgado por encima de la otra ropa, tomó su teléfono y sin ver atrás, se fue.

El abogado se sintió como un idiota al encontrarse solo. Se miró solo en el gran apartamento y tuvo una extraña sensación en el pecho.

Quería que ella volviera pero definitivamente le había dolido que ella tuviera esa percepción de él.

¿Un hombre débil, ingenuo y con miedo? Eso era lo que ella había dicho.

Se sintió tan avergonzado de verse así para ella. Se puso a pensar en ello y los pensamientos que le confirmaban lo dicho por Rachel, comenzaron a herirlo.

¿Por qué le afectaba tanto? Otras personas lo habían visto con lástima, pero que ella pudiera verlo así le dolía profundamente.

Así que en su habitación, con un nudo en la garganta Dylan no pudo evitar recordar ciertos momentos en los que dudaba de sí mismo.

Recordó aquel momento vivido en el High School, cuando intentó llevar a la cama a la chica que tanto le gustaba, y no pudo responderle sexualmente porque los nervios lo atacaron.

Las burlas después de lo acontecido y haber perdido a sus pocos amigos después de ello, lo hicieron ser mucho más introvertido de lo que era. Y al llegar a la universidad, solo se enfocó en sus estudios.

Nunca había tenido una relación. No se sentía seguro en ese aspecto.

¿Se veía tan débil porque aún a sus 23 años seguía siendo un hombre virgen?

Se sintió asqueado de sí mismo por no atreverse a hacer tantas cosas.

Sin embargo, se preparó; se vistió con su mejor traje color azul marino, se echó perfume y peinó como siempre. Tomó su maleta, y luego salió de su apartamento para ir a enfocar su cerebro en el trabajo.

Una vez que llegó al edificio de mala muerte. No quiso subir al ascensor. Había electricidad pero el recuerdo de lo que pasó el día anterior lo hizo estremecer, y decidió ir por las escaleras.

Iba por el décimo piso, cansado, pensando que iba a desalojar en cuanto pudiera ese lugar. Ya no lo soportaba más. Necesitaba tener un despacho en un lugar mejor.

Se agarró del barandal tomando aire cuando una de las inquilinas salió de una puerta. Él la conocía. La chica era jefa de un pequeño Call Center de ventas de viajes. Habían intercambiado palabras de vez en cuando, pero Dylan algunas veces se sentía cohibido con ella porque era una chica demasiado extravagante.

La mujer iba al gimnasio y tenía un cuerpo de infarto. Cabello negro liso hasta la cintura, usaba ropa con descote pero no vulgar. Era preciosa para cualquier hombre, y lo intimidaba.

-Hola, señor Maldonado -lo saludó con una sonrisa divertida.

-Y vas de nuevo con el "señor" -exhaló, recuperando el aliento-. No tienes que llamarme así porque uso corbata, Emma. Además eres dos años mayor que yo -le recordó.

Emma sonrió. Desde hace tiempo le había puesto el ojo al joven abogado, pero el hombre era demasiado tímido y ella detestaba esa personalidad, aunque en él era algo tierno.

No era su tipo de hombre y por eso no había sido más arriesgada con él.

-No hace falta que me lo recuerdes, Dylan, ¿cómo sigues? Todo el edificio se enteró de lo que te pasó ayer. De hecho estaba llegando cuando te sacaron en la ambulancia, parecías mal, ¿no te hace daño subir escaleras?

Dylan sacudió la cabeza.

-Solo soy claustrofóbico, descuida.

-Oh...

Emma sintió pena por él y antes de que este tímidamente bajara la mirada y siguiera subiendo las escaleras, ella puso una mano en su hombro.

Ambos se miraron a los ojos.

-Eh... -Emma sonrió, apartando su cabello por detrás de su oreja-. ¿Ya almorzaste? Iba a bajar a comer por ahí pero podemos pedir comida, y así hablamos un poco más. Por cierto, ¿quién era la chica de cabello rizado que estaba contigo ayer? ¿Es tu novia?

Justo en ese momento, el teléfono de Dylan sonó, así que le dio una mirada de disculpa a la pelinegra, y sintió su corazón latir apresurado al ver el mensaje de Rachel.

Rachel Lanz: Te aprecio, y estoy molesta con Hanna, no contigo. Y solo quiero que sepas que... Mientras yo esté aquí contigo, mientras me tengas como amiga, y cuando no también, Dylan: no permitiré que nadie te haga daño. Eres un hombre increíble, y no quise ofenderte. Lo siento.

Ya en su departamento, Rachel dejó su teléfono en la mesa mientras comía lo que había calentado de hace unos días.

Por mucho que Dylan le dijera que ella debía parar, la morena sí quería seguir con eso.

Ya no lo estaba haciendo porque él estuviera "enamorado", no, iba a descubrir quien era esa chica, porque nadie tenía derecho de herir y mentirle a un hombre como Dylan Maldonado. Nadie.

Por lo tanto, al terminar de comer, contactó a su amigo Mauricio. Este, no se tardó en llegar. Su amigo de años, quien solía ser amigo de la familia de Rachel, estuvo atento a la situación, teniendo un leve presentimiento.

-¿Por qué te importa tanto? Te pidió que dejaras esto así, ¿qué te importa? -cuestionó el hombre de cabello gris pintado, tomando una bolsa de papas fritas que había traído para compartir con ella.

Rachel suspiró.

-Esa perra merece tener una lección.

-¡Pero no te ha hecho nada a ti!

-No a mí, Mauricio... -Asintió, sintiendo un nudo en la garganta-. Pero sí a Dylan, ella le partió el corazón.

-¿Y a ti qué te importa? -la acusó-. Es tu cliente, no tu amigo realmente. Diablos, ni cuando terminé con Emy te molestaste tanto, hey...

Rachel lo acribilló con la mirada.

-No puedo simplemente dejar esto así. Su rostro decepcionado no se me ha ido de la mente, Mauricio. Él merece saber la verdad, incluso si eso significa que tenga que romper unas cuantas reglas para conseguirla. No se trata solo de cumplir una promesa, es... -suspira-. Es que por más que intente negarlo, él realmente me importa más allá de que sea mi cliente. Y si no me quieres ayudar, está bien.

Su amigo exhaló, dejando la bolsa de papas a un lado. Entraron al cuarto especial de la morena, en donde tenía una cantidad exagerada de aparatos inteligentes; por un momento Mauricio pensó que su amiga estaba maníaca, pero no dijo nada porque recordó que él era exactamente igual a ella.

Estando allí, con destreza, ambos hackearon la cuenta en donde había más información de la chica, y al no encontrar nada útil, se dedicaron a enviarle enlaces a su cuenta en donde había hablado con Dylan.

Los anuncios tenían un lindo mensaje para que le diera "me gusta" a las últimas fotos de las cuentas trampas de Rachel, tomando aproximadamente una hora durante cada envío. Aquellos enlaces la enviarían a páginas disfrazadas con la información de verdaderas cuentas.

El objetivo era que la chica abriera tan solo uno de los enlaces y la información con la que había iniciado sesión estaría en la palma de la mano de Rachel.

Ilegal sí, pero necesario.

-Oh por todos los cielos ¡Hackee la cuenta de la perra! -declaró Rachel.

Mauricio se alegró por ello y juntos revisaron sus chats. Y en uno de ellos, el más reciente, Hanna invitaba a entrar al usuario a una página oscura.

Era la darkweb.

Los vellos de Rachel y Mauricio se erizaron a medida que sus ojos inspeccionaban la página. Poco a poco comenzó a cargarse la página de compra y venta de la chica dentro de esa red oscura, haciendo que todo el estómago de Rachel se revolviera y su corazón se acelerara.

-¡Caaarajos, Rachel! ¡¿En qué mierdas me has metido?! -gritó Mauricio.

            
            

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