Cautivando tu corazón
img img Cautivando tu corazón img Capítulo 3 No me voy a casar
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Capítulo 9 Sinceridad img
Capítulo 10 Los besos robados son los más ricos img
Capítulo 11 Sensación única y diferente img
Capítulo 12 Decepción img
Capítulo 13 Esperanza img
Capítulo 14 Sorpresa img
Capítulo 15 Cautivada img
Capítulo 16 Deseo img
Capítulo 17 El mejor cumpleaños img
Capítulo 18 Respeto img
Capítulo 19 Exquisita img
Capítulo 20 Resistencia img
Capítulo 21 Celos img
Capítulo 22 Tierna img
Capítulo 23 Debilidad img
Capítulo 24 Cena img
Capítulo 25 Confesión img
Capítulo 26 Egoísmo img
Capítulo 27 Entrega img
Capítulo 28 Más de ti... img
Capítulo 29 Descaro img
Capítulo 30 Adiós img
Capítulo 31 Ayuda img
Capítulo 32 Práctica img
Capítulo 33 Dudas img
Capítulo 34 Confusión img
Capítulo 35 Su felicidad es la mía img
Capítulo 36 Oportunidad img
Capítulo 37 La quiero para mí img
Capítulo 38 Liberación img
Capítulo 39 Preocupación img
Capítulo 40 No lo quiero img
Capítulo 41 Callado te vas más bonito img
Capítulo 42 Comodidad img
Capítulo 43 Lista img
Capítulo 44 Bella farfalla img
Capítulo 45 Extrañeza img
Capítulo 46 Cautivo img
Capítulo 47 Noticia img
Capítulo 48 Epílogo (Parte uno) img
Capítulo 49 Epílogo (Parte dos) img
Capítulo 50 Extra 1 img
Capítulo 51 Extra 2 img
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Capítulo 3 No me voy a casar

No podía creer que el hombre que estaba hablando fuera ese mismo desconocido con el que debía casarme a fuerza. Tan solo su voz y su breve mirada me paralizó, no podía moverme ni tampoco hablar. Sus palabras tenían un tinte de advertencia que no pasaba desapercibido. Tragué saliva y empujé mi voz hacia fuera, no podía mostrar fragilidad ante él. Suponiendo que era ese hombre con el que mi padre me había intercambiado, debía ser lo más fuerte que pudiera ser.

-¿Dónde está Arabella? - pregunté firme y con más fuerza de lo que pensaba saldría mi voz-. ¿Qué le hizo a mi amiga?

Una risita resonó en la oscuridad de la noche. Él seguía el camino por la carretera a una velocidad prudente, por lo que ese pensamiento de saltar del auto me gobernó por un momento. Si lo hago, me liberaría de todo esto, pero también corría el riesgo de que me siguiera y me matara, aunque prefería la muerte que casarme con él.

Tenía la fuerza de hacerlo, pero que acelerara el auto como si hubiera leído mis pensamientos, me detuvo.

-Ella está muy bien, eso te lo puedo asegurar.

-No le creo nada.

-Puedes llamarla y darte cuenta por ti misma que está bien - su voz era tan tranquila y masculina que asustaba con esa suavidad y profundidad con la que pronunciaba cada palabra-. Pero ahora tu amiga es lo que menos importa. El padre nos espera para unir nuestras vidas.

-¡No voy a casarme con un completo desconocido! - vociferé-. ¡Detenga el auto ahora mismo!

-No tengo ni un poco de ganas de discutir esta situación contigo - soltó otra risita burlona-. La batalla que tengo en mente es de cuerpos, no de palabras.

-¡¿Qué le pasa, atrevido?! Si no se detiene ahora mismo, me tiro del auto.

-Hazlo - me lanzó una mirada retadora-, aunque sea una lástima quedar viudo sin siquiera haber consumado nuestro amor.

-¿Cuál amor? ¿Acaso está demente? - rechiné los dientes, apretando con fuerza los puños a cada lado de mi cuerpo-. ¡Un matrimonio a la fuerza y por obligación no es amor! Déjeme ir, de ese modo, ninguno tiene que estar con alguien que no ama.

-Cora... - saboreó mi nombre en su paladar, usando un tono de voz más profundo y ronco-. A quien quiero como esposa es a ti. Si no planeas unirte a mí, entonces lánzate del auto y asunto arreglado.

Sumado a sus palabras, aceleró aún más el auto. Estaba probando mi fuerza y mi valentía, sabiendo que no sería capaz de lanzarme del auto mientras se encontrara en movimiento. Y, aunque tuve muchas ganas de saltar, me limité a mantenerme en silencio, pensando en la manera de escapar de este lunático.

Él tampoco mencionó palabra alguna lo que restó de camino. De vez en cuando nos dábamos miradas por el retrovisor y era tanta la sincronía que coincidíamos cada que lo hacíamos. En la oscuridad sus ojos parecían los de un felino hambriento, dispuesto a saltar sobre su presa en lo que tuviera oportunidad. Y dejándome llevar por su voz, creía que no era un hombre tan viejo como lo había pensado en un principio, aunque no estaba segura puesto que no podía apreciar bien su rostro.

-Espero que no te moleste una boda rápida, prometo que después tendrás una de ensueño, grande y bien pomposa - detuvo el auto frente a una pequeña iglesia y se bajó sin esperar respuesta alguna de mi parte.

Pensaba que tendría una oportunidad de escapar, pero varias camionetas negras rodearon el auto sin darme tiempo ni de parpadear, enfocando con las luces la espalda del hombre. Se veía alto y muy imponente. Sus hombros se apreciaban anchos, y el traje negro que traía puesto se ajustaba a su musculosa figura.

Hizo una seña con la mano que no comprendí de momento. Al ver que no bajaba del auto, ladeó la cabeza tan solo un poco, dejando entrever medio rostro nada más. Tampoco pude ver su rostro a detalle por lo brillante de las luces que lo enfocaban con gran intensidad, pero supe de inmediato que la seña era dirigida a mí.

-¡No me pienso casar con usted! - le grité desde el interior del auto, enroscándome en el asiento-. Primero muerta antes que echar a perder mi vida.

Se quedó por unos segundos quieto en donde se encontraba, seguidamente, dio medía vuelta y se acercó al auto a paso lento. Mi corazón se aceleró de golpe tras verlo abrir la puerta de mi lado e inclinarse hacia mí. Su rostro quedó tan cerca del mío, que ahora no me quedaba ninguna duda de su apariencia.

Quedé en silencio y hasta contuve la respiración al percibir la suya muy cerca de mis labios. Sus ojos que en un principio creí que eran negros, mostraron unos grises muy bonitos y brillantes. Su cabello caía sobre su frente y le deba un toque más seductor a su mirada. Sus rasgos muy masculinos y marcados, me embriagaron por un momento; mandíbula cuadrada y definida, nariz aguileña, labios carnosos y apetecibles. Un aroma a hombre que atontaba los sentidos según se aspiraba su olor. Recorrí lentamente su cuello y ese tatuaje de dragón que lo adornaba. Una cadena de oro también colgaba de este, dándole una apariencia de un hombre de revista, de esos que sacan suspiros involuntarios con lo atractivos que son.

-¿Algún problema, mi reina? - tomó un mechón suelto de mi cabello y jugó con este entre sus dedos-. No era lo que tenía en mente para este día, pero lo importante es casarnos, ¿no crees?

-No me voy a casar, ya se lo dije - susurré en un hilo de voz, pues tenerlo tan cerca me robaba la capacidad hasta de hablar.

-¿Por qué no?

-¿Y todavía lo pregunta? - bufé-. El matrimonio no es un contrato. Además, no soy un objeto que está a la venta.

-¿Quién dijo que eras un objeto? - su mirada me abrumó, por lo que aparté la mía y él me tomó de la barbilla-. Mírame y dime quién te trató como tal.

Aunque me hacía la fuerte frente al desconocido, no pude retener por más tiempo esas lágrimas traicioneras. Sus ojos recorrieron mis lágrimas mientras su rostro se contraía, no sabía si de enojo o de fastidio. Con suma delicadeza, limpió cada una de ellas, deslizando la yema de sus dedos por mi piel. Aparté la cara de su toque en cuanto desperté de esa electricidad que su caricia provocó. Aunque me sentía abrumada por todo a mi alrededor, él no me hacía sentir que estuviera en peligro en lo absoluto.

            
            

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