A la mañana siguiente ella despertó y sentía que no tenía fuerzas, pero su acompañante ya no se encontraba ahí.
Decidió salir de la habitación, se puso la ropa con la que había llegado y luego bajó, encontrándose a personal de servicio.
-Buenos días -dijo Elena, con un poco de vergüenza.
-Buenos días -respondió una señora de unos 50 años aproximada