Era una tarde de abril, una muy lluviosa, Regina, nuestra protagonista, había llegado algo mojada a la casa. Entró escurriendo su largo cabello marrón madera, algo peculiar, mojando así el piso.
- Señorita Regina...- le llamó la atención Margarita, una de las sirvientas.
- Lo siento...- dijo sonriendo - necesitaba quitarme el agua - se acercó a ella - tranquila, ahora mismo voy a por la fregona y lo limpio...
- No...- dijo negándose rotundamente - mejor se cambia y va al despacho de su padre, el señor quiere verte...- dijo con una seriedad algo extraña.
- ¿ Papá está aquí?...
- Sí - hizo una pausa - llegó hace un rato...
- Ah...- le dió un beso en la mejilla - bajo en un rato...- se volvió para caminar.
- Ah... Ponte elegante cuando bajes a cenar - dijo Margarita cogiendo un vestido de uno de los percheros de la entrada.
-¿ Y esto?
- Tu padre insistió en que te lo pusieras, no es negociable...- se lo entregó.
- Es muy largo...- se quejó.
- No es largo, es elegante...- soltó con una sonrisa.
- No es gracioso...
- Lo sé... Ahora vístete parece que tendrán invitados
- Ah...- se quejó - lo detesto...- dió un salto al primer escalón y desde ahí fue subiendo los demás hasta llegar a ese cuarto enorme en el que dormía. Abrió la puerta y se dirigió directamente al baño. Su padre odiaba las tardías por lo que quería evitar algún reproche o reclamación de él. Se secó el cabello y como siempre se lo recogió en un moño algo desordenado.
- Hola papá...- saludó entrando al despacho de su padre.
- Regina...- dijo sonriendo mientras dejaba a un lado un montón de papeles que estaban sobre su mesa.
-¿ Interrumpo?
- No Cielo..- se levantó y se acercó a ella.
- Margarita dijo que querías hablar conmigo...
- Claro, seguro también te dijo que tendremos invitados...
-¿ Vendrá la familia de Ronal? - preguntó algo alterada. Ronal era su mejor amigo pero por algún motivo ya no salían a menudo.
- No... Solo ponte guapa, y...- desató su moño...- Te vez mejor con el cabello bien arreglado
- Ya me lo arreglé...- replicó.
- Le dije a Margarita que te ayude y no reproches...
- Pues si que viene gente importante ¿ Quiénes son?- preguntó curiosa.
Su padre la miró algo incómodo y solo dijo-: unos conocidos...
- ¿ Ya vinieron antes?
- No...
-¿ Y...
- Vé a arreglarte...- dijo y se sentó de nuevo.
- Bien...
- No llegues tarde a cenar... Será a la misma hora de siempre...- dijo sin ver a su hija.
- Como siempre...
Salió y volvió a su cuarto donde le esperaba un conjunto de maquillaje y arreglos para el cabello.
-¿ Todo ésto por una cena?...- reprochó.
- Pues siii...- pasó el peine por su cabello rizado y éste se enredó.
- Incluso mi cabello no quiere ser arreglado...
- Es porque llevas tiempo sin peinarlo...- cogió otro peine y volvió a peinar otra parte de su cabello.
- Mamá siempre decía que mi cabello era una selva de color marrón madera, una muy difícil en la que caminar...- dijo con nostalgia - Ya quiero que se acabe este curso y volver a abrazarla, no pasa ni un día en el que no me la imagine conmigo... Incluso a las gemelas, a ellas también las extraño...- en sus ojos comenzaron a aparecer lágrimas, algunas bajando por sus mejillas.
- Tranquila pequeña...- dijo limpiando sus lágrimas - Todo va a pasar...
-...
La peinó con un moño de trenzas precioso que dejaba al desnudo su cuello. La vistió con ese vestido rojo rosado largo y unos tacones de planta media.
- Es exagerado...- volvió a reprochar.
- Lo sé...- respondió Margarita riéndose - Eres exageradamente hermosa y eso que solo tienes dieciséis años...
- Pronto cumpliré diecisiete...- dijo con una sonrisa.
- Espero estar contigo ese día- susurró para ella.
- Bien, mejor bajo...
- Espera...- cogió una caja - falta algo...
- ¿ Qué?
- Siéntate...
- ¿ Eh...?
- Vamos...
- Ya...- se sentó y Margarita sacó de la caja un medallón sencillo de plata.
- Mamá me lo regaló el año pasado...- dijo sonriendo - Pero me lo pongo en ocasiones especiales...
- Póntelo hoy...- dijo y se asomó por la ventana viendo el grupo de coches que se acercaban, suspiró un poco apenada y se acercó a Regina - Ya llegaron...
- Bien... Será algo rápido, unos saludos, una sonrisa de ves en cuando - dijo levantándose - un : hola, soy Regina... Un placer conocerlos y...- Margarita la detuvo con un fuerte abrazo, al principio le sorprendió pero finalmente también la abrazó.
- Bueno, debemos bajar...
- Claro...
Abrieron las puertas y salieron para dirigirse al comedor. Margarita bajó primero para informar de su llegada. Los invitados eran unos hombres de negro, con caras serias y algo parecido a un mal aura.
El padre de Regina estaba jugando con sus dedos algo sudados cuando vió a Regina bajar por las escaleras. Caminaba como toda una señorita, con delicadeza y decisión. No tardó en captar la atención de uno de los hombres que se encontraban en el comedor. Ella se percató de la intensidad de su mirada en un momento de su bajada en el que ambos se miraron por unos segundos, esos ojos marrón tierra se encontraron con los profundos ojos color gris oscuro de uno de los sujetos.
Llegó al comedor y saludó educadamente con una de esas sonrisas suyas que la hacían ver más hermosa.
- Señor, ella es mi hija Regina...- habló refiriéndose al de los ojos oscuros, éste la miró y retiró su mirada.
- Voy a servir la cena...- dijo Margarita y Regina se sentó frenta al chico peculiar quién de vez en cuando miraba al frente y sus profundos ojos se encontraban con los de ella.
- Regina es una chica peculiar, tiende a ser...
- No vine a quedarme mucho tiempo - interrumpió el de los ojos oscuros con una voz gruesa y algo fría, una que hacía mención a su rostro serio.
- Bueno...- dijo Victor, el padre, algo asustado - quería crear algo de ambiente...
- No hace falta...
Regina observaba la escena sin entender de que iba, se mantenía en silencio mientras poco a poco se iba dando cuenta de lo nervioso que se ponía su padre.
- Papá ¿ Estás bien? - preguntó tomando de su mano.
Él la miró con tristeza en los ojos y con unas lágrimas que aparecieron repentinamente.
-¿ Papá?...- dijo preocupada queriendo levantarse y ayudarlo o algo.
Quiso ponerse en pie y sintió unas manos en sus hombros que la impedían levantarse.
- Lo siento...- susurró su padre.
-¿ Qué hace? Suéltame - demandó al tipo que la había sujetado pero el tipo la hizo ponerse en pie agarrando sus brazos con poco cuidado.
-¡ Papá...!- gritó esperando ayuda -¿ Qué está pasando?...
- Lo siento...- es lo único que dijo y se volvió para no tener que ver como se llevaban a su hija.
-¡ Papá!¡ Papá!...- gritaba mientras intentaba soltarse del agarre de uno de los chicos.
El de los ojos oscuros se levantó de su lugar, en el cual se había mantenido en silencio viendo toda la escena. Caminó hasta la puerta de salida del comedor.
- No la haga daño...- dijo su padre como suplicando.
El más joven no respondió y salió con un ceño fruncido, caminó hasta su auto, dió un vistazo a esa mansión antes de irse y luego se subió para ponerse en marcha.
- Lo hizo...- replicó Margarita llorando -¿ Qué padre puede hacerle eso a su hija?...
- No puedo perder a mi mujer, era la única manera...- alegó - Era la única forma de salvar a Diana...
Dyn.