Capitulo 5 Recordando esa noche
Esa Nochebuena, como un eco que vuelve en los momentos de soledad, Flor recordaba cada palabra de Manuel. Los detalles de aquella noche estaban grabados en su memoria, y aunque pasara el tiempo, bastaba cerrar los ojos para volver a sentir la fuerza de su voz, el calor de su abrazo, el brillo de sus ojos cuando la miraba.
-Flor -había dicho Manuel, mirándola con ese amor que siempre la hacía sentir especial-, tú eres mi vida. No sé cómo agradecerle a Dios que estés aquí, conmigo. Cuando pienso en todo lo que hemos pasado juntos... Su voz se quebró apenas, como si la emoción le llenara el pecho.
Nunca imaginé que el amor pudiera sentirse así.
Tú y Dylan son lo mejor que me ha pasado.
Flor lo miraba, sin palabras, mientras él seguía hablando, sosteniendo su mano con fuerza, como si quisiera quedarse en ese instante para siempre.
-Desde que te conocí, allá en el liceo, supe que eras la mujer de mi vida. Lo supe sin entenderlo, sin saber nada de lo que vendría después... Tú eras mi sueño y ver cómo crecimos juntos, cómo formamos esta familia... Es más de lo que pude desear.
Se detuvo un momento y miró a su hijo, dormido en los brazos de su madre, ajeno a todo, envuelto en paz.
Flor sentía un nudo en la garganta, y Manuel, como si lo adivinara, la abrazó, acercándose a su oído, hablando en voz baja, pero con la fuerza de quien entrega una promesa.
-Nunca los dejaré ,susurró , ni a ti ni a Dylan. Los amo y siempre lo haré. Pase lo que pase, estaré a tu lado, porque en esta vida y en la otra, tú eres mi hogar.
Flor, emocionada, no podía contener las lágrimas. Lo miró a los ojos y le sonrió, llena de gratitud. Sintió el calor de sus palabras rodeándola, dándole esa certeza de que siempre estarían juntos. Sin saberlo, aquellas palabras serían las que más atesoraría en los días por venir.
Luego, la quietud de la noche se rompió con el estallido de los fuegos artificiales, y Manuel, sin dudarlo, la miró y le dio un beso en la frente antes de partir.
-Voy a volver pronto, Flor -le dijo con seguridad- Cuida de nuestro pequeño y no dejes de sonreír.
Esto no será nada, solo una pequeña llamada de emergencia. Nos queda toda la noche para celebrar.
Y entonces, sin esperar su respuesta, se giró y se fue, dejando a Flor con ese último eco resonando en su corazón. Aquellas palabras, esa promesa de amor y de regreso, serían lo que sostendría a Flor en los momentos más oscuros.
Porque, aunque la vida cambiara, siempre recordaría esa Nochebuena como el recuerdo de un amor eterno, la certeza de que Manuel, de alguna manera, siempre estaría a su lado.