-Entonces... ¿Qué nombre escogerás? -preguntó ella adormilada mientras L-05 le acarició el cabello con ternura.
El silencio los había envuelto y ella necesitó romperlo.
-Tengo un libro de nombres, seguro que te gusta alguno -acotó más emocionada-, voy por él.
Pero antes de que pudiera levantarse de la cama L-05 la atrajo a su pecho arrancándole una risita de los labios.
-No te alejes, no puedo dejarte ir, no ahora.
Sus ojos se observaban fijamente mientras que él acariciaba su cabello.
- ¿Qué nombre te gusta? -murmuró contra sus labios.
-Yo... no puedo pensar si me miras así -rió encantada y él sonrió enseguida-, aunque siempre me ha gustado mucho el nombre de... Dierk.
-Entonces Dierk será.
*
A la mañana siguiente L-05 o ahora Dierk abrió los ojos y gruñó al no sentir, oler, ni ver a su compañera a su lado, su bestia rugió furiosa en su interior y cuando se levantó de la cama se encontraba convertido en una majestuosa pantera negra.
En esa forma se desplazó de la habitación siguiendo el aroma de su mujer calmando de apoco la furia que había comenzado a surgir, a medida que el aroma se hacía más fuerte fue relajándose.
Al llegar a la cocina la escuchó tararear una dulce melodía a la vez que se movía de un lado a otro por la habitación, Catarina sintió la mirada en su espalda y cuando volteó fue inevitable que soltara un grito, nunca lo había visto en su forma animal y era entendible.
Ya que no quería asustarla Dierk se convirtió en humano ante sus ojos.
Ella lo miró perpleja no obstante después dejó escapar el aire contenido mediante un suspiro.
-Pensé que se había metido una pantera a la casa e iba a morir lenta y dolorosamente...
Se calló abruptamente al contemplar la desnudes de su hombre en medio de la cocina.
Dierk era dos metros de pura tentación, lentamente esbozó una sonrisa pícara y dejó a un lado el paño de cocina.
Al igual que los de ella los ojos de él la miraban con una promesa clara directamente desde sus pensamientos más sórdidos y antes de que Cat pestañara dos veces ya lo tenía al frente de ella atrapándola contra el mesón a sus espaldas.
Cat no ocultó su sorpresa pero cuando Dierk la besó todo quedó en el olvido.
-Seguro que te haré morir lenta y dolorosamente gatita, pero no de esa forma, sino entre mis brazos -dijo él con chulería.
Ella arqueó una ceja antes de soltar una carcajada.
-Dios, ¿Qué te he hecho? Aprendes muy de prisa.
En el momento en el que se vio atrapada por sus fuertes brazos apretó los suyos alrededor de su cuello pero enseguida notó que algo iba mal, se lo dictaba el matiz extraño que habían adquirido los ojos de Dierk, en ellos pudo encontrar angustia, temor y quizás también dolor algo que la removía desde lo más profundo.
El dolor de Dierk era el suyo propio, ambos eran uno mismo.
-¿Qué sucede?
Ante su pregunta él arrugó el ceño y frunció sus labios, parecía querer negar lo innegable para que ella estuviera tranquila pero cuando trató de alejarse Cat lo sostuvo con fuerza.
-No te vayas, dime que va mal y lo solucionaremos.
Después de un titubeo él suspiró y su cara de derrota la puso aún más en alerta.
Dierk parecía desanimado por algo y ella no permitiría que siguiera de esa forma.
Tomó su cabeza entre sus manos e hizo que sus ojos se miraran fijamente tratando de que él no escondiera la verdad.
-Dímelo Dierk -susurró sobre sus labios pero ninguno de los dos se movió.
Estaban parados frente a frente mientras sus ojos susurraban todo lo que sentían el uno por el otro.
-Siento que estoy siendo muy egoísta, te tengo y eso es lo único que he anhelado en mi vida pero a veces pienso que no te merezco Catarina yo... no puedo darte cachorros, y sé que es lo que siempre has soñado, casarte y tener tu propia familia pero si estás conmigo nunca obtendrás eso que tanto deseas, nunca podrás ser madre si sigues conmigo, los cambiaformas somos híbridos incapaces de reproducirnos.
Por un momento ella se quedó en silencio como si analizara sus palabras aunque conociera perfectamente lo que él decía.
Cat lo soltó dándole la espalda y Dierk sintió un extraño dolor en su pecho.
Si ella lo dejaba...
Se lo merecía, después de todo si no podía hacerla feliz completamente de qué le serviría estar con ella.
Su Cat debía tener todo lo que quisiera y él se encargaría de ello... aunque no estuviera a su lado.
-No sé si está bien que estemos juntos -murmuró con el corazón doliendo cada vez más.
-¿Crees que yo no he pensado en ello Dierk? ¿Crees que te he traído a casa conmigo para después echarte por no poderme dar hijos?
Ella se giró con el ceño fruncido en cólera y de repente él se sintió confundido incapaz de responderle.
-¡¿Piensas que soy una niña que no sabe tomar sus decisiones?! ¡He esperado por ti panto tiempo que no veía la hora de poder estar juntos y tú crees que por el hecho de que no puedas darme un niño voy a dejar de amarte! Eso es que no me conoces -murmuró por último causando un sentimiento de desasosiego y desesperación en él.
Catarina caminó en dirección a la puerta y casi juró que su corazón se detuvo.
Dierk no supo qué hacer para remediar su rabia pero lo que si sabía es que no la dejaría marchar.
A grandes zancadas la alcanzó tomándola de la mano la giró hasta que chocó contra su pecho cálido y duro.
No necesitaron palabras porque sus ojos tenían un mismo lenguaje.