Capítulo 5 Déjame amarte

Esta vez Eleni suspiró audiblemente.

-Muy bien, pero yo no socializo, lo sabes.

Inevitablemente Catarina sonrió y la abrazó con fuerza.

*

-¿Crees que estaremos bien? -preguntó Cat acariciando el brazo de Dierk quien la acunaba más cerca de él.

Hacía dos días estaban en la manada que había formado Leonardo pero por alguna razón tenía un mal presentimiento.

-¿Por qué preguntas eso? Claro que lo estaremos, siempre te mantendré fuera del peligro, voy a protegerte compañera.

Ella lo besó cuando la emoción la cubrió antes de volver a apoyarse sobre su pecho y después de un largo silencio ella volvió a hablar.

-Me preocupa mi tía, ella no parece estar llevando bien el estar aquí en la manada.

Dierk hizo una mueca.

-Pues tendrá que acostumbrarse, afuera pueden hacerle mucho daño.

-Lo sé, aún no puedo creer que estemos en peligro y sea nuestra propia familia la amenaza.

Su voz sonó más asustadiza de lo que creía y enseguida él lo notó.

-No debes temer, ya te lo dije, te protegeré y por verte completamente feliz a la rubia también.

Ella alzó sus ojos hasta él y estos lagrimearon sin poder evitarlo, lo amaba pero tenía tanto miedo de que su familia se lo arrebatara, estaba segura que Dierk moriría por ella, por protegerla aunque lo que él no sabía es que su esfuerzo sería en vano pues si él moría también lo haría ella.

Él era su motivo para levantarse cada día porque Dierk le daba algo que no había tenido aunque en muchas dosis, amor.

-No quiero que me dejes nunca Dierk.

-No tienes que pedirlo porque nunca voy a hacerlo, eres mía gatita, mía para proteger y cuidar.

EXPERIMENTO A-96

Un par de semanas después en la manada, Catarina estaba nerviosa por el comportamiento que estaba teniendo su tía.

Eleni muy poco salía de la pequeña casita que le habían dado en la manada y cuando lo hacía era solo para comer y precisamente ese era el problema, ella ahora comía poco y cuando Cat no la veía escapaba del comedor tan deprisa como podía.

-¡Eleni, sal por favor!

-No Cat, no me siento bien ahora.

-¡Sal, o hago que alguno de los chicos tumbe la puerta y nadie la pondrá, no más privacidad ¿Entiendes?

La escuchó gruñir adentro y segundos después ella abrió, se veía mucho más pálida de lo que la recordaba por lo que Cat no pudo reprimir su preocupación dando un paso hacia su tía.

-¿Qué tienes?

-Solo no me siento bien Catarina, será mejor que...

-¡Nada de eso! Estoy preocupada y sé muy bien el porqué estás así, Elizabeth me contó que estaban tratándote mal debido a que los cambiaformas creen que tu eres como nuestra familia, no quiero que te sientas mal, es hora de contar la verdad Eleni, nadie va a tratarte de esa forma otra vez.

Pero cuando ella la tomó del brazo para llevarla fuera de su casa Eleni se colocó firme.

-No, que piensen lo que quieran.

Catarina suspiró y se cruzó de brazos analizándola con lentitud.

-Entonces ¿Por qué no sales?

Ella arqueó una ceja sonriendo a medias.

-¿Por qué no quiero salir? -Dijo irónicamente-, quiero volver a casa, esto se ha alargado demasiado.

-Pero tu seguridad...

-Cat -la cortó-, yo sé que quieres protegerme pero a mí no me gusta que lo hagas. Yo soy una mujer que sabe pelear sus propias batallas, por eso digo que es tiempo de volver.

-Pero...

-No hay nada de qué hablar, tú estás segura aquí y yo debo irme.

-¡Quédate!

-No puedo.

Fue su repuesta final y Catarina reprimió su molestia, cuando Eleni quería podía ser muy obstinada.

*

La rubia peinó sus bucles cuando ya estaba por irse de la casa que le habían dado en la manada de Leonardo, sin embargo, su mente estaba muy lejos de ahí, tan solo el recuerdo del líder de la manaba causaba escalofríos que nunca imaginó tener, y no era cosa solo de esas semanas en su terreno.

Él le había causado aquel sin fin de sentimientos desde que lo conoció, en los laboratorios de su padre bajo el nombre de A-96.

Claro que absolutamente nadie aparte de ella lo sabía, su padre se había empeñado en hacer que tanto ella como Catarina odiaran a los cambiaformas salvo que eso nunca había sucedido.

En secreto Eleni había sentido un amor imposible por A-96 aunque supiera que nunca podrían estar juntos, es por ello que se tenía que ir de la manada, ni siquiera le importaba lo que pensaran los demás de ella, pero sí lo que pensara A-96.

Dejó el cepillo en el buró y tomó su maleta para abrir la puerta pero cuando lo hizo su torso impactó con uno mucho más duro y más fuerte que el suyo.

Enseguida un jadeo escapó de sus labios al alzar la vista y encontrarse con ese par de ojos aleonados que la hacían suspirar desde que era casi una niña.

Su cercanía le resultaba abrumadora pero cuando sus manos apresaron su cintura se encontró totalmente perdida.

Balbuceó un par de palabras que ni ella supo que significaban aunque poco importó pues las mismas murieron en la boca del cambiaformas de león cuando este la besó con una pasión que no se podía fingir.

Dulce, intenso, caliente...

¿Estaba soñando?

Pues solo así justificaba lo bien que se sentía estar entre los brazos de ese hombre y que además el mismo hubiera tomado la iniciativa de besarla.

La ternura en el beso fue la causante de que sus ojos lagrimearan aún más cuando con besitos cortos recorría desde su barbilla hasta el terminar de su cuello robándole dulces gemidos que no pudo reprimir no obstante cuando se dio cuenta de lo que pasaba se apartó levemente de él hasta donde pudo, Leonardo no la dejó escapar de entre sus manos como ella creyó.

-¿Qué haces A-96?

Él esbozó una sonrisa que no auguraba nada bueno para ella por lo que tembló.

-No dejar ir a mi compañera, eso hago.

Enseguida ella comenzó a balbucear palabras inentendibles que ampliaron su sonrisa.

-No lo entiendo, yo...

-Tu lo eres, lo sabes, siempre lo has sabido. Desde la primera vez que nos vimos, ya no hay porque ocultarlo, el peligro pasó, no hay nada en este mundo que quiera más que a ti.

                         

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