-No quiero hacerte daño -susurró aferrándose a su cuerpo.
-Y yo no quiero que decidas por mí, tu eres mi felicidad y si no podemos tener niños entonces adoptaremos pero ahora no es tiempo de pensar en ello somos jóvenes aún.
Él no tuvo tiempo de responder cuando un grito los hizo sobresaltar.
-¡Me quedé ciega! -chilló la mujer rubia.
Ambos voltearon a verla en el umbral de la puerta tapando sus ojos justo al lado de A-96 quien la observaba divertido hasta que volvió su mirada a ellos.
-Hombre, tapate.
Dierk gruñó y rápidamente Catarina avergonzada tomó un cojín del comedor y se lo tendió a su compañero.
-¡Maldita sea Catarina, más te vale que tengas una buena excusa para esto!
A-96 entornó los ojos y una vez más Dierk gruñó antes de hablar.
-No hay ninguna excusa rubia, lo que ves es lo que hay.
-¡Espero que ya estés cubierto maldito sarnoso, porque cuando patee tu retaguardia no quiero que mi lindo pie toque tu asquerosa piel desnuda!
A-96 rió mientras Catarina bufaba, definitivamente vivir bajo el mismo techo no iba a ser tan fácil como creía.
Caminó hasta su tía impidiendo que Dierk pudiera explotar contra Eleni.
-Vamos Eli, esperemos que Dierk se ponga ropa y hablaremos.
Le lanzó una mirada amenazante a su compañero entonces él calló lo que iba a decirle.
Eleni la miró a ella furiosa tratando de no mirar al cambiaformas.
-A ti voy a zurrarte niñita, apenas tienes edad para irte de fiesta ¡Y ahora metes a la casa a un...! Dios, dame paciencia.
A-96 y L-05 las observaron marcharse en silencio y cuando desaparecieron el cambiaformas de león posó su mirada felina en él. Automáticamente A-96 soltó una carcajada acercándose a su amigo antes de palmear su hombro divertido por la situación, todo lo contrario a la pantera que lo fulminaba con la mirada.
-Estás en problemas.
-¡El que necesita paciencia soy yo, esa maldita mujer va a volverme loco!
A-96 o Leonardo hizo una mueca antes de hablar otra vez.
-Entiéndela un poco, ella siente que estás invadiendo su casa además que ella es muy... ¿Cómo se dice? ¿Conservadora? No lo sé, yo también creo que estoy ciego -dijo burlón-, esta es su casa y tu eres el intruso, gánatela o no vivirás en paz, incluyendo a tu hembra.
Dierk gruñó sabiendo que tenía razón, aunque no era algo sencillo de lidear debía hacerlo por su compañera.
-Así que has conseguido nombre, Dierk es original, yo soy Leonardo ahora...
-¿Qué estás haciendo aquí de todos modos A-96?
-Me siento bienvenido en tu casa -dijo con desdén-, la gente aquí es tan hospitalaria pero no me decido de quien es mejor si tú o tu tía política.
Dierk volvió a gruñir.
-Bien, cámbiate, no queremos que Eleni se asuste más, tengo algo que decirles a ti y a tu hembra.
Él arqueó una ceja con curiosidad.
Había algo extraño en Leonardo respecto a Eleni, la miraba totalmente relajado como si ella no fuera una de las causantes de sus pesadillas.
Sin pensarlo demasiado fue a la habitación que había compartido con Catarina y se vistió con lo único que tenía, enseguida siguió el aroma de miel y manzanas de su compañera y encontró a todos esperando por él en la sala, sus caras lo preocuparon y enseguida preguntó qué pasaba.
-Tenemos que ir a la manada de Leonardo, no estamos seguros aquí.
Su rostro se contrajo de furia porque sintió el temor de su compañera, nada debía perturbar su paz, volteó a donde estaba Leonardo pero el león alzó las manos burlón conociendo sus pensamientos.
-¡Voy a protegerte! Nadie va a hacerte daño gatita.
La tomó enseguida entre sus brazos tratando de calmar su nerviosismo sin dejar de acariciar su suave cabello.
-No seas ridículo, no puedes protegerla, solo eres un hombre...
-No molestes Eleni -dijo con la mandíbula apretada sin apartar su vista de Catarina quien parecía más tranquila pero no lo suficiente como para dejarlo a él calmado.
-Esta vez estoy de acuerdo con mi tía, debemos mantenernos a salvo, me sentiré más segura si estamos ahí, con los tuyos.
Dierk suspiró, a él le daba igual dónde estuviera mientras se mantuviera con ella y sobre todo quería que Catarina estuviera tranquila.
-Esta bien.
-Okey niñita, voy a cuidar de la casa mientras no estés, pero te advierto, ¡Más te vale volver! Esta es tu casa tanto como mía.
-¡¿Qué tonterías estás diciendo rubia loca?! -gruñó Dierk hacia ella adelantándose a la protesta de Leonardo-. Por ningún motivo vas a quedarte sola.
-Estoy de acuerdo -habló esta vez Leonardo con voz áspera y ojos fríos posados en Eleni-, no vas a quedarte aquí por ningún motivo, tu hermano escapó lo sabes, ambas están en peligro.
-Sam cree que Cat es la causante de todo, yo no estoy en riesgo, mi hermano no me dañaría.
Catarina hizo una mueca porque no estaba tan segura de eso.
-¡Tu hermano es un psicópata como el resto de tu familia, salvo por Catarina! -gritó Leonardo enojado.
Eleni se quedó en silencio bajo la mirada de los tres mientras su tez se volvía más pálida.
-Eres un idiota.
Entonces se levantó y con la dignidad que le quedaba se marchó a su habitación.
-Lo jodiste.
-Yo voy a hablar con ella -murmuró Catarina antes de ir a buscarla.
-¿Cuándo escapó? -preguntó Dierk cuando perdió de vista a Catarina.
Leonardo sin embargo parecía muy culpable y se removió incomodo en el mueble.
-Hoy -dijo después de un largo silencio-, no podemos dejarlas desprotegidas.
-Nunca, la rubia significa demasiado para Catarina, no voy a dejar que sufra, también la protegeré a ella.