Capítulo 4 Las protejeré

-No quiero hacerte daño -susurró aferrándose a su cuerpo.

-Y yo no quiero que decidas por mí, tu eres mi felicidad y si no podemos tener niños entonces adoptaremos pero ahora no es tiempo de pensar en ello somos jóvenes aún.

Él no tuvo tiempo de responder cuando un grito los hizo sobresaltar.

-¡Me quedé ciega! -chilló la mujer rubia.

Ambos voltearon a verla en el umbral de la puerta tapando sus ojos justo al lado de A-96 quien la observaba divertido hasta que volvió su mirada a ellos.

-Hombre, tapate.

Dierk gruñó y rápidamente Catarina avergonzada tomó un cojín del comedor y se lo tendió a su compañero.

-¡Maldita sea Catarina, más te vale que tengas una buena excusa para esto!

A-96 entornó los ojos y una vez más Dierk gruñó antes de hablar.

-No hay ninguna excusa rubia, lo que ves es lo que hay.

-¡Espero que ya estés cubierto maldito sarnoso, porque cuando patee tu retaguardia no quiero que mi lindo pie toque tu asquerosa piel desnuda!

A-96 rió mientras Catarina bufaba, definitivamente vivir bajo el mismo techo no iba a ser tan fácil como creía.

Caminó hasta su tía impidiendo que Dierk pudiera explotar contra Eleni.

-Vamos Eli, esperemos que Dierk se ponga ropa y hablaremos.

Le lanzó una mirada amenazante a su compañero entonces él calló lo que iba a decirle.

Eleni la miró a ella furiosa tratando de no mirar al cambiaformas.

-A ti voy a zurrarte niñita, apenas tienes edad para irte de fiesta ¡Y ahora metes a la casa a un...! Dios, dame paciencia.

A-96 y L-05 las observaron marcharse en silencio y cuando desaparecieron el cambiaformas de león posó su mirada felina en él. Automáticamente A-96 soltó una carcajada acercándose a su amigo antes de palmear su hombro divertido por la situación, todo lo contrario a la pantera que lo fulminaba con la mirada.

-Estás en problemas.

-¡El que necesita paciencia soy yo, esa maldita mujer va a volverme loco!

A-96 o Leonardo hizo una mueca antes de hablar otra vez.

-Entiéndela un poco, ella siente que estás invadiendo su casa además que ella es muy... ¿Cómo se dice? ¿Conservadora? No lo sé, yo también creo que estoy ciego -dijo burlón-, esta es su casa y tu eres el intruso, gánatela o no vivirás en paz, incluyendo a tu hembra.

Dierk gruñó sabiendo que tenía razón, aunque no era algo sencillo de lidear debía hacerlo por su compañera.

-Así que has conseguido nombre, Dierk es original, yo soy Leonardo ahora...

-¿Qué estás haciendo aquí de todos modos A-96?

-Me siento bienvenido en tu casa -dijo con desdén-, la gente aquí es tan hospitalaria pero no me decido de quien es mejor si tú o tu tía política.

Dierk volvió a gruñir.

-Bien, cámbiate, no queremos que Eleni se asuste más, tengo algo que decirles a ti y a tu hembra.

Él arqueó una ceja con curiosidad.

Había algo extraño en Leonardo respecto a Eleni, la miraba totalmente relajado como si ella no fuera una de las causantes de sus pesadillas.

Sin pensarlo demasiado fue a la habitación que había compartido con Catarina y se vistió con lo único que tenía, enseguida siguió el aroma de miel y manzanas de su compañera y encontró a todos esperando por él en la sala, sus caras lo preocuparon y enseguida preguntó qué pasaba.

-Tenemos que ir a la manada de Leonardo, no estamos seguros aquí.

Su rostro se contrajo de furia porque sintió el temor de su compañera, nada debía perturbar su paz, volteó a donde estaba Leonardo pero el león alzó las manos burlón conociendo sus pensamientos.

-¡Voy a protegerte! Nadie va a hacerte daño gatita.

La tomó enseguida entre sus brazos tratando de calmar su nerviosismo sin dejar de acariciar su suave cabello.

-No seas ridículo, no puedes protegerla, solo eres un hombre...

-No molestes Eleni -dijo con la mandíbula apretada sin apartar su vista de Catarina quien parecía más tranquila pero no lo suficiente como para dejarlo a él calmado.

-Esta vez estoy de acuerdo con mi tía, debemos mantenernos a salvo, me sentiré más segura si estamos ahí, con los tuyos.

Dierk suspiró, a él le daba igual dónde estuviera mientras se mantuviera con ella y sobre todo quería que Catarina estuviera tranquila.

-Esta bien.

-Okey niñita, voy a cuidar de la casa mientras no estés, pero te advierto, ¡Más te vale volver! Esta es tu casa tanto como mía.

-¡¿Qué tonterías estás diciendo rubia loca?! -gruñó Dierk hacia ella adelantándose a la protesta de Leonardo-. Por ningún motivo vas a quedarte sola.

-Estoy de acuerdo -habló esta vez Leonardo con voz áspera y ojos fríos posados en Eleni-, no vas a quedarte aquí por ningún motivo, tu hermano escapó lo sabes, ambas están en peligro.

-Sam cree que Cat es la causante de todo, yo no estoy en riesgo, mi hermano no me dañaría.

Catarina hizo una mueca porque no estaba tan segura de eso.

-¡Tu hermano es un psicópata como el resto de tu familia, salvo por Catarina! -gritó Leonardo enojado.

Eleni se quedó en silencio bajo la mirada de los tres mientras su tez se volvía más pálida.

-Eres un idiota.

Entonces se levantó y con la dignidad que le quedaba se marchó a su habitación.

-Lo jodiste.

-Yo voy a hablar con ella -murmuró Catarina antes de ir a buscarla.

-¿Cuándo escapó? -preguntó Dierk cuando perdió de vista a Catarina.

Leonardo sin embargo parecía muy culpable y se removió incomodo en el mueble.

-Hoy -dijo después de un largo silencio-, no podemos dejarlas desprotegidas.

-Nunca, la rubia significa demasiado para Catarina, no voy a dejar que sufra, también la protegeré a ella.

            
            

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