ACHERON
Cuando vi a Verónica por primera vez fue mucho antes de enviarle la primera carta, tenía que ser sigiloso, no podía dar a conocer mi identidad ante ella ni ante nadie, no en medio de una guerra donde caerían los más inocentes.
La veía de lejos, sí, pero solo cuando encontraba un tiempo libre de resto enviaba a Kaden, mi beta para que este me contara todos sus movimientos y la protegiera de las amenazas. Aunque tan solo pensar que otro hombre que no fuera yo pudiera deleitarse con su belleza e inocencia me hace arder en celos.
Si pudiera evitarlo lo haría, pero no había otra manera, así debe ser, mi luna debe estar absolutamente protegida, nada ni nadie podrá lastimarla. Pero esto no puede detener las inquietantes ganas de darme a conocer, de que Verónica sepa que es mía y no de nadie más.
Sin saberlo, aquella mañana que la había visto junto con un idiota a su lado la furia me había dominado y de no ser por Kaden y Rakish me habría mostrado ante ella en una faceta que la hubiera asustado por completo, pero ese idiota no se salvaría, lo mandé a investigar dándome cuenta que no se trataba de otro más que su primo el cual Verónica atesoraba como a un hermano, si bien esto me relajó, el recuerdo de su olor no lo hacía, cada día se hacía más urgente las ganas de tenerla conmigo, de poseerla como anhelaba de marcarla como mi compañera.
Pero este solo era el inicio de mi agónica vida sin mi luna.
Al menos tendría el consuelo de saber que ella leía mis cartas y conocía mi existencia.
Necesitaba con desesperación que ella supiera de mí.
Aunque lo que más quería es tenerla al fin entre mis brazos, después de todo este tiempo que hemos estado alejados el uno del otro.
Ella no lo sabe, pero nació exclusivamente para que yo pudiera hacerla feliz.
VERÓNICA
''Luces tan pura.
Esa pureza que quiero corromper.
Sé que hay en ti una mujer salvaje que anhelo ver yacer sobre mí, necesito que me muestres lo que tienes.
Desatas mi lado animal, Verónica.''
Las manos me temblaron al ver la segunda carta del desconocido y otra vez esa frase final ponía en alerta todo mi cuerpo.
Caminé por todo el salón de la universidad agradeciendo a Dios el estar sola y que nadie viera mi ataque de pánico, esto no está bien, no es normal que un chico me enviara por una carta anónima que quería corromperme, además de que quiere verme... sobre él.
Mis mejillas inevitablemente adquirieron un matiz rojo.
Cerré los ojos masajeando mi cuero cabelludo.
¿Y si quería violarme, matarme o...?
¿Acaso hay algo peor?
Digo, el chico se autodenominaba un animal porque ¿Qué persona tenía un lado animal?
¡Es un psicópata!
¡Un caníbal!
Maldición quiere comerme.
-Dios, no, estoy desvariando, todo está bien.
Respiré tratando de calmarme entonces comenzaron a llegar mis compañeros de clase y más tarde el profesor.
Busqué mi asiento tratando de olvidar el asunto de las malditas cartas.
¿Qué posibilidades hay de que me envíe otra?
Al llegar a casa pude respirar más tranquila, el día había resultado bien después de todo salvo que aún no había llamado a Ana ni a Jazmín para disculparme por mi comportamiento de ayer.
Cuando iba a hacerlo el móvil sonó en mi mano y sin molestarme a mirar de quién se trataba contesté.
- ¿Se puede saber por qué no me recibiste en el aeropuerto?
La voz de Dean a través del auricular me dejó congelada en mi sitio.
No lo había oído por más de dos semanas y no lo había visto en un mes completo, antes de irse a México había estado distante pero no presté demasiada atención salvo que desde hace dos semanas lo había llamado preocupada, no habíamos tenido demasiada interacción, lo echaba de menos, era mi novio después de todo... bueno aún lo es pero eso se acabaría tan pronto como lo viera.
Porque resulta que la supuesta visita a sus familiares se había convertido en un sexcape con una morena la cual había contestado la llamada y que al parecer no le había informado nada a él.
¡Cuánto descaro!
- ¿Acaso me has dicho que venías...?
-Voy a verte a tu casa, te he echado de menos.
Sucio perro.
-Muy bien, te espero.
Y antes de que pudiera decir algo más colgué furiosa.
- ¡Claro que te voy a esperar, voy a decirte unas cuantas verdades!
Pero cuando Dean llegó y le reproché su engaño él lo negó absolutamente todo, yo por mi parte no quería volver con él así que se lo dije, entonces comenzó a gritarme.
- ¡Fue tu culpa, tu no quisiste acompañarme!
-Estaba en exámenes ¿Qué querías que hiciera?
- ¡Eso es solo una maldita excusa! Te he esperado Verónica, siempre estás cuidando tu maldita virginidad ¡Como si fueras el único coño virgen que existe!
Muy bien, eso en definitiva no lo esperaba.
Y dolió.
- ¡Eres un cerdo!
Él me miró con burla antes de agregar.
-Estoy cansado de tu mojigatería, eres aburrida y sosa, solo estaba contigo para desvirgarte pero me he cansado ya...
Furiosa y avergonzada por las lágrimas que estaban cayendo por mis mejillas le di una bofetada echándolo de mi casa.
-No entiendo qué pude ver en ti.
Cerré la puerta en su cara dando largos pasos a mi habitación, al llegar a ella arranqué las vergonzosas lágrimas de un tirón y procedí a desnudarme para darme un baño.
Quería olvidarme de Dean y de sus estupideces.
Quizás era una mojigata pero me gustaba serlo a ser una gata en celo que se acostaba con cualquier gato, Dean no era el indicado y yo lo sabía pero nunca imaginé que fuera esa clase de hombres.
Sabía que todos eran mujeriegos por naturaleza pero tratar a las mujeres como un simple método de satisfacción era otra cosa.
Entré al baño y me dediqué a bañarme evitando pensar en mi estúpido ex novio.