Se acerca a mi, me cubre con sus brazos para luego meterme y depositarme un beso en mi cabeza. Sé que lo ha dicho en el buen sentido, pero es que tengo muchas ganas de llorar ahora.
Él se aleja un poco de mi y seca mis lágrimas, con sus manos sostiene mi rostro y me chequea.
-Estás hermosas -me sonríe.
Sus palabras tienden a ser incómodas en este momento, pero no le digo nada. Deja mi rostro y toma mi mano para llevarme fuera de la habitación. Alejandro sería velado en el mismo cementerio que será enterrado.
Salimos de la clínica y nos dirigimos al auto de Douglas, él camina al otro lado para subirse de piloto, mientras que yo abro mi puerta y me subo de copiloto.
En el camino estuve callada al igual que Douglas. Llegamos al cementerio y a la zona donde iban a enterrar a Alejandro, me pongo nerviosa en el momento que Douglas se estaciona, tenía razón, toda su familia estaba presente, pero no estaba aquí por ellos, así que no importa lo que ellos piensen.
Miro mis manos algo sudorosas y respiro hondo.
-¿Lista? -me pregunta Douglas.
No estoy lista, aún así asiento. Él saca algo de su bolsillo y me lo entrega, el anillo de bodas de Alejandro.
-Recibí sus cosas cuando fue enviado a urgencias -me explica.
Douglas es el primero en bajarse y se para cerca de mi puerta para esperarme, abro mi puerto y salgo, él me ofrece su brazo y lo sostengo.
En lo que nuestros pasos se acercan siento la mirada de todos, Alejandro a veces me defendía delante de su familia, aunque en privado me regañaba por mi insuficiencia.
Recordar como me trataba y saber que ya no está me da algo de felicidad, estoy libre, poco a poco estoy tratando de ver el lado bueno, aunque la costumbre y el extraño amor que sentía por él está raro, como vacío.
Nos detenemos frente a la urna y el padre, ¿Le pidieron a un padre que orara por Alejandro? Que me perdone Dios ya que es el único que debe juzgar, pero Alejandro no merece salvación ni perdón.
La urna de Alejandro estaba cerrada y solo había una foto grande con flores al lado del padre. Yo me suelto de Douglas y camino hacia la urna de mi esposo, tocó la madera fina y la deslizó hasta la parte donde se supone que debía ser la parte de arriba.
La sujeto y trato de alzarla, pues seguramente he llegado tarde como para verlo, pero me empujan.
-¡Eres tan indolente que ni siquiera respetas las decisiones de mi hijo! -me grita la señora Gertrudis, la madre de Alejandro.
Yo la veo y está enojada, herida y llena de dolor.
-Solo quería verlo, soy su esposa, tengo derecho, le guste o no -le respondo con un tono calmado, pero por dentro estaba débil.
-Pues ve su imagen feliz, cuando era feliz, porque si te das cuenta, esa foto fue tomada muchísimo antes de conocerte, si abres esa urna entonces solo te burlarás de él, lo sé, porque lo último que experimento en esta tierra fue el sufrimiento gracias a ti. -Me dice con odio y desprecio.
-¿A qué viniste? Lárgate de aquí -me corre Paulina.
Yo comienzo a hiperventilarme, no estoy acostumbrada a defenderme. Miro a Douglas, pero este no dice nada, y no se porque veo hacia César, quien solo me ve con seriedad.
Pero he mirado hacia él porque su dulce novia Hannah se mueve para acercarse hacia a mí y me abraza para tranquilizarme, y si no fuera por eso, tal vez el rostro de César no se hubiera suavizado.
-Mamá por favor, Alejandro no querría esto -pide César.
Gertrudis me asesina con la mirada como si fuera la culpable de todo y se aleja de mí para colocarse en dónde estaba. Yo me alejo un poco a Hannah de mí, dejo el anillo en su urna y beso está como si fuera el último beso que le daría a mi esposo.
Vuelvo a los brazos de Hannah y nos alejamos para que el padre pueda decir sus palabras. Me sorprende un poco que Hannah haya venido a abrazarme, no es que haya sido cruel conmigo, pero no había tenido la oportunidad de cruzar palabras con ella, al menos no más que un hola y chao o intercambiar unas cuantas sonrisas.
Ella me soba el brazo y agachó la mirada, pero siento como Gertrudis, Paulina y César clavan sus miradas en mí. Douglas estaba a mi lado, pero parecía avergonzado, pues se acercó a mi oído y me susurró cuánto sentía no haberme defendido.
Yo solo apreté mis labios y lo comprendí, Douglas es muy sometido por su familia, así como yo lo era por Alejandro, así que lo entiendo.
Luego de que padre terminó sus palabras de bendiciones, pregunta si alguien quiere decir algo. Y aunque todos me veían a mi, yo solo me sentía más pequeña.
-¿Por qué no te animas Isabel? Al fin y al cabo eres la esposa, ¿No? Estás en todo tu derecho -dice Paulina con este tono enojado y sarcástico.
-Déjenla tranquila, está tan dolida como ustedes -me defiende Hannah.
-Solo quiero saber que tanto quería a mi hermano -Paulina se encoge de hombros.
-No es necesario que lo hagas, no tienes nada que demostrarle a nadie, ¿Ok? -me susurra Hannah y yo asiento.
Tengo mucho que agradecerle a Hannah, es como si fuera su amiga de toda la vida que me apoya.
Minutos más tarde, la urna es llevada abajo y cuando toca fondo, es sepultada. La familia se dispersa para hablar entre ellos, según le harían algo más íntimo en la casa de los Bennette, pero ya Alejandro fue sepultado, no tengo más nada que hacer con su familia y menos en su casa.
Hannah me aleja un poco de todos ellos y toma mi mentón para que alcé la mirada, ella es una chica bella y alta, es tan perfecta que me siento por el piso, porque hasta es muy amable conmigo. Saca alguna toalla húmeda de su cartera y me limpia la cara, rostro que sin darme cuenta estaba lleno de lágrimas.
-Gracias, Hannah-le doy media sonrisa.
-Es un placer linda, no mereces ser tratada así... de hecho, lamento no haberte defendido antes, César nunca me dejó que me metiera en lo tuyo con Alejandro. -Quedo sorprendida ante sus palabras-. Pero ahora como el imbécil no está, no tengo porque recibir algún regaño de César -ríe levemente.
-Te metiste con su madre y su hermana -le digo.
-A César no les importa tanto, sabe que su madre y su hermana son una víboras, te lo digo porque no eres la único que ha tenido que soportar escenas incómodas con ellas, sin embargo, una vez que César hablo con ellas, comenzaron a tratarme con más respeto...