Aiden no respondió de inmediato, en lugar de eso, siguió ajustando los límites del mapa territorial que estaba sobre la mesa de madera en la cabaña principal.
-No es asunto tuyo, Caleb -respondió finalmente, con un tono bajo.
-Lo es cuando afecta a la manada -replicó Caleb con firmeza-. Si sigues dejándote llevar por esto, podrías ponernos a todos en peligro.
Aiden levantó la mirada, su ceño fruncido.
-No estoy abandonando a la manada. Nunca lo haría.
-Entonces, dime la verdad. ¿Qué pasa contigo y Lyria Sombraviento?
El silencio que siguió fue respuesta suficiente para Caleb. Su expresión cambió de preocupación a incredulidad.
-Esto es una locura -dijo en un susurro-. Ella es la hija del alfa enemigo. ¿Sabes lo que significa?
-Sé exactamente lo que significa -dijo Aiden, con un tono cortante-. Pero también sé lo que siento.
Caleb lo miró por un largo momento antes de suspirar.
-No voy a detenerte, pero, Aiden... asegúrate de que valga la pena. Porque si esto se desmorona, no solo caerás tú. Caeremos todos.
***
En el campamento de los Sombraviento, Lyria enfrentaba un desafío similar. Su padre, el alfa, la había llamado a su cabaña para discutir los planes de expansión territorial. Pero mientras él hablaba, ella no podía dejar de pensar en Aiden.
-Lyria, ¿me estás escuchando? -preguntó su padre, su voz áspera rompiendo sus pensamientos.
-Sí, padre -respondió automáticamente, aunque no tenía idea de lo que había dicho.
-Entonces, dime, ¿qué opinas?
Lyria vaciló, pero antes de que pudiera inventar algo, Kieran intervino.
-Quizás deberíamos revisar los mapas de nuevo antes de tomar una decisión definitiva -sugirió, cubriendo la distracción de Lyria.
Su padre asintió, aceptando la sugerencia, y Lyria le lanzó a Kieran una mirada agradecida. Cuando finalmente salieron de la cabaña, Kieran la llevó a un rincón apartado.
-No puedes seguir así -le dijo en voz baja-. Si no estás concentrada, lo notarán.
-Lo sé -admitió Lyria, frotándose las sienes-. Pero no es tan simple, Kieran.
-Nada en esta vida lo es, pero tienes que decidir. ¿Qué es más importante para ti: tu manada o... él?
Lyria cerró los ojos, las palabras de Kieran pesando en su mente.
-No puedo elegir.
Kieran suspiró, frustrado pero comprensivo.
-Entonces, por lo menos, sé cuidadosa. Si alguien más se entera de esto, podría desatarse una guerra como nunca hemos visto.
***
Esa noche, el destino volvió a unirlos. Era como si el bosque conspirara para hacer que sus caminos se cruzaran, ignorando las barreras que intentaban construir entre ellos.
Aiden estaba esperando en el mismo claro donde la había visto por primera vez, su corazón latiendo con fuerza cuando sintió su presencia acercarse. Lyria apareció entre los árboles, su figura iluminada por la luz de la luna.
-No deberías estar aquí -dijo ella, aunque sus palabras carecían de verdadera convicción.
-Ni tú -respondió Aiden, dando un paso hacia ella.
Lyria lo observó, sus ojos buscando algo en los de él.
-Esto no puede seguir así -dijo finalmente, su voz quebrándose-. Estamos jugando con fuego, Aiden.
-Lo sé -respondió él, su tono suave-. Pero no puedo alejarme de ti.
-No es tan simple.
-¿Por qué no? -preguntó Aiden, acercándose más-. Somos mates, Lyria. Eso significa algo.
-Significa que estamos destinados a destruirnos -dijo ella, aunque sus palabras carecían de fuerza.
Aiden levantó una mano, acariciando su mejilla con suavidad.
-No creo que la luna quiera que nos destruyamos. Creo que quiere que encontremos una manera de unirnos.
Lyria cerró los ojos ante su toque, su resistencia desmoronándose.
-Si nos descubren...
-Entonces no dejaremos que nos descubran -interrumpió Aiden-. Al menos, no hasta que estemos listos.
Lyria abrió los ojos, encontrándose con la intensidad de su mirada.
-¿Y si nunca estamos listos?
-Entonces pelearemos -dijo él, con una determinación que la hizo temblar-. Juntos.
El silencio entre ellos fue roto solo por el susurro del viento y el murmullo distante del bosque. Finalmente, Lyria asintió, una pequeña chispa de esperanza encendiéndose en su pecho.
-De acuerdo -dijo ella, su voz apenas audible-. Pero tenemos que ser cuidadosos.
-Siempre -respondió Aiden, antes de inclinarse hacia ella.
Cuando sus labios se encontraron, fue como si todo lo demás desapareciera. No había odio, ni guerra, ni barreras imposibles. Solo ellos, bajo el resplandor de la luna, aferrándose a un amor que desafiaba las reglas del mundo.
***
Los días que siguieron fueron un delicado equilibrio entre el deber y el deseo. Aiden y Lyria continuaron liderando a sus respectivas manadas, ocultando su conexión mientras buscaban una manera de cambiar el curso de sus destinos. Pero el tiempo no estaba de su lado.
En una reunión del consejo de los Sangreluna, uno de los ancianos expresó su preocupación por los movimientos recientes de los Sombraviento.
-Están ampliando su territorio -dijo el anciano, golpeando la mesa con su bastón-. Si no hacemos algo, pronto cruzarán nuestros límites.
-No lo permitiré -respondió Aiden, su tono firme, aunque su mente estaba en conflicto.
-Entonces necesitamos actuar ahora -insistió otro miembro del consejo-. Un ataque preventivo.
Aiden apretó los dientes. Sabía que cualquier movimiento en falso podría desencadenar una guerra, una que no solo pondría en peligro a su manada, sino también a Lyria.
-No tomaremos decisiones precipitadas -dijo finalmente, su voz resonando en la cabaña-. Evalúen el perímetro y reporten cualquier cambio. Hasta entonces, nos mantenemos alerta, pero no atacamos.
***
Del otro lado del bosque, Lyria enfrentaba presiones similares. Su padre estaba convencido de que los Sangreluna estaban tramando algo y quería movilizar a la manada para un ataque inmediato.
-No podemos quedarnos esperando a que nos invadan -dijo él, golpeando la mesa con el puño-. Debemos demostrar nuestra fuerza.
-¿Y si no están planeando nada? -preguntó Lyria, con cautela-. ¿Y si solo estamos malinterpretando sus movimientos?
-No podemos darnos el lujo de asumir eso -respondió su padre-. Si no actuamos ahora, podríamos lamentarlo después.
Lyria sabía que no podía seguir postergando la verdad. Si las cosas continuaban como estaban, las tensiones entre las manadas llegarían a un punto de no retorno. Pero, ¿cómo podría convencer a su padre sin revelar lo que había entre ella y Aiden?
Esa noche, mientras caminaba sola por el bosque, encontró a Aiden esperándola en el claro habitual.
-Tenemos un problema -dijeron ambos al mismo tiempo, sus rostros serios.
-Mi padre quiere atacar -dijo Lyria rápidamente-. Cree que tu manada está planeando algo.
-Y mi consejo quiere lo mismo -respondió Aiden, con una mezcla de frustración y preocupación-. Necesitamos encontrar una manera de detener esto.
-¿Cómo? -preguntó ella, desesperada-. ¿Qué podemos hacer para cambiar algo que lleva décadas en guerra?
Aiden tomó sus manos entre las suyas, sus ojos buscando los de ella.
-Lo haremos juntos. Encontraremos una manera.
Lyria quería creerle, pero la sombra de la realidad era difícil de ignorar. Sabía que el tiempo se agotaba, y que el amor que compartían pronto sería puesto a prueba como nunca antes.