Lazos del Lobo
img img Lazos del Lobo img Capítulo 8 La protección de un líder
8
Capítulo 11 Medidas desesperadas img
Capítulo 12 La Caza en la Oscuridad img
Capítulo 13 Instinto Desatado img
Capítulo 14 Revelaciones Bajo la Luna img
Capítulo 15 La Verdad Oculta img
Capítulo 16 Ecos del Pasado img
Capítulo 17 La Despertar de Elena img
Capítulo 18 El Despertar de la Fuerza img
Capítulo 19 El Primer Paso Hacia el Control img
Capítulo 20 Una Lección en el Silencio img
Capítulo 21 El Rumor del Asalto img
Capítulo 22 El Enfrentamiento y las Verdades Ocultas img
Capítulo 23 Preparativos para la Tormenta img
Capítulo 24 La Transformación Completa img
Capítulo 25 El Despertar de Nix img
Capítulo 26 Preparativos y Alianzas img
Capítulo 27 La Estrategia de Victor img
Capítulo 28 Decisiones Difíciles img
Capítulo 29 Preparativos para la Tormenta img
Capítulo 30 Al Límite de la Resistencia img
Capítulo 31 Alianza de Sangre y Hierro img
Capítulo 32 La Prueba de la Luna img
Capítulo 33 La Noche de la Transformación img
Capítulo 34 La Fuerza del Vínculo img
Capítulo 35 El Desafío de la Luna img
Capítulo 36 La Confrontación Interna img
Capítulo 37 El Asedio img
Capítulo 38 La Confrontación img
Capítulo 39 La Larga Noche img
Capítulo 40 El Sacrificio de la Luna img
Capítulo 41 El Precio del Sacrificio img
Capítulo 42 La Sombra del Pasado img
Capítulo 43 El Sacrificio img
Capítulo 44 La Coalición Inesperada img
Capítulo 45 El Precio de la Alianza img
Capítulo 46 El Encuentro con los Faes img
Capítulo 47 El Juego de Poderes img
Capítulo 48 El Precio del Poder img
Capítulo 49 La Sombra del Miedo img
Capítulo 50 Preparativos y Decisiones img
Capítulo 51 La Doble Amenaza img
Capítulo 52 La Prueba de Fuego img
Capítulo 53 La Prueba de Lealtad img
Capítulo 54 La Reacción de Elena img
Capítulo 55 Los Últimos Ecos de la Manada img
Capítulo 56 La Alianza Fragil img
Capítulo 57 La Confrontación img
Capítulo 58 El Desenlace img
Capítulo 59 Nuevos Desafíos img
Capítulo 60 La Encrucijada img
Capítulo 61 Final: El Renacer img
img
  /  1
img

Capítulo 8 La protección de un líder

La Torre Wolfe estaba en su apogeo, los ruidos de la ciudad se escuchaban en el fondo mientras los empleados trabajaban arduamente. Alexander había estado en su oficina durante horas, gestionando una montaña de papeles y llamadas de negocios, como siempre. Sin embargo, su mente no podía dejar de pensar en Elena. Algo en su mirada el primer día que la vio limpiando el edificio lo había inquietado, y después, al conversar con ella, notó algo más: la resistencia en sus ojos, como si hubiera sido marcada por algo, por alguien.

El modo en que se mantenía al margen, su actitud tranquila y decidida, pero también sus momentos de duda y nerviosismo, no se escaparon de su aguda observación.

Desde que la había colocado en el departamento de archivos, no había podido evitar sentirse responsable de ella. Tal vez no de la forma en que un jefe tradicional se sentiría por un empleado, sino algo más profundo, como si de alguna manera, su bienestar fuera ahora parte de su misión personal. Pero aún había algo que no cuadraba, y en cuanto vio que las horas pasaban y Elena no se le había acercado, la preocupación empezó a asentarse en su pecho.

Fue entonces cuando, al final de la jornada, observó a través de la ventana de su oficina cómo un empleado caminaba hacia el vestíbulo, detrás de Elena. La figura era inconfundible: Sergio. Su actitud arrogante y su caminar ostentoso eran visibles desde donde estaba Alexander.

*¿Qué está pasando aquí?*

Decidió que ya era hora de ver con sus propios ojos qué sucedía entre ellos. Se levantó de su escritorio y salió rápidamente de la oficina, buscando un lugar donde pudiera observar sin ser visto. A través de una esquina del pasillo, pudo ver a Sergio acercándose a Elena. A pesar de la distancia, su lenguaje corporal era lo suficientemente claro: Sergio se acercaba demasiado a Elena, y algo en su postura indicaba que no era una simple conversación amistosa.

"*No lo voy a permitir*," pensó Alexander, sintiendo una punzada de enojo. No podía permitir que alguien como Sergio, un hombre que se veía incapaz de mostrar respeto por los demás, tuviera alguna influencia sobre Elena.

Elena, al parecer, no veía la amenaza que representaba Sergio, pero Alexander sí. La forma en que él la miraba, como si fuera una pieza para su propio beneficio, le revolvía las entrañas. No estaba dispuesto a permitir que nadie más la tratara de esa manera.

De repente, vio cómo Sergio agarraba el brazo de Elena. Aunque no fue con fuerza suficiente para hacerla caer, el gesto era evidente: un intento de controlar y manipular. Elena no se dejó, apartándose rápidamente, pero la incomodidad era palpable. Alexander sintió que su lobo interior se agazapaba, esperando, y lo entendió: el deseo de protegerla, de defenderla de cualquier maltrato, estaba por encima de cualquier consideración racional.

Con un paso firme, cruzó el pasillo hasta llegar a donde estaban ellos. La conversación de Sergio y Elena se detuvo en cuanto lo vio aparecer, pero el silencio que siguió fue aún más intenso. Sergio se enderezó, alzando la barbilla, reconociendo de inmediato la presencia de su jefe. Elena se giró, sorprendida por la aparición repentina de Alexander.

-¿Sergio? -dijo Alexander, su tono frío y autoritario-. ¿Te parece apropiado tocar a una de mis empleadas de esa manera?

Sergio intentó forzar una sonrisa, pero su nerviosismo era evidente. Había sido imprudente, y ahora estaba frente al dueño de la compañía. En su rostro se reflejaba la sorpresa, pero también un atisbo de desafío.

-No es lo que parece, señor Wolfe -comenzó a decir, tratando de suavizar la situación con una sonrisa tensa-. Solo estaba ofreciéndole algo de... ayuda, usted sabe, como un buen compañero de trabajo.

Alexander no podía ocultar la irritación que sentía al escuchar sus palabras.

-No me hagas perder el tiempo, Sergio. Ya has demostrado suficiente con tu actitud. -Su mirada se volvió más dura-. En esta empresa, el respeto hacia los demás es lo mínimo que se espera. Y tú no lo has mostrado ni hacia Elena ni hacia ningún otro empleado. Tu comportamiento es inaceptable.

El rostro de Sergio palideció, pero rápidamente intentó defenderse.

-Yo... no quise decir eso. La trato con respeto, pero ella... -empezó, pero Alexander lo interrumpió.

-¡Basta! -Su voz sonó autoritaria, impregnada de la fuerza que solo un líder de su calibre podía emitir-. Si quieres quedarte en esta empresa, será bajo una nueva condición. Ya no serás parte de este equipo. Estás despedido, Sergio.

El impacto de las palabras fue inmediato. Elena, que había estado observando en silencio, sintió una mezcla de sorpresa y alivio al mismo tiempo. Sabía que Alexander era un hombre que no toleraba el abuso, pero verlo actuar con tal determinación hacia alguien tan cercano a ella la hizo sentir una extraña gratitud.

Sergio, visiblemente enfurecido, no pudo ocultar su sorpresa. Intentó retener sus palabras, pero su orgullo herido lo empujó a hablar.

-¡Esto es una locura! ¡No puedes hacerme esto! He trabajado aquí por años, ¡y tú me vas a echar por algo tan trivial!

-Tienes razón -respondió Alexander, sin inmutarse-. No es algo trivial. Tu comportamiento es intolerable, y no voy a permitir que sigas aquí creando un ambiente tóxico.

Sergio no dijo más, pero su mirada llena de furia no abandonó a Alexander mientras se daba la vuelta y comenzaba a alejarse. Elena, al ver su salida, no pudo evitar sentirse aliviada. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que había alguien que realmente la protegía.

Cuando el sonido de los pasos de Sergio desapareció, Alexander se volvió hacia Elena. Su expresión era más suave, pero todavía había una seriedad en su rostro que no podía ocultar.

-Elena, ¿estás bien? -preguntó, su voz más tranquila, pero con una preocupación genuina.

Elena, aún algo en shock por la rapidez con que todo había sucedido, asintió lentamente.

-Sí... Estoy bien, Alexander. Gracias, de verdad. No... no sabía qué hacer.

Alexander dio un paso hacia ella, mirando profundamente a sus ojos. La intensidad de su mirada era tal que parecía que pudiera ver todo lo que pasaba por su mente.

-No tienes que agradecérmelo. Nadie tiene derecho a tratarte de esa manera. Si vuelves a necesitar algo, no dudes en decírmelo. Esta es tu empresa tanto como la mía.

Elena se sintió extraña al escuchar sus palabras, como si estuviera despertando a algo que había estado guardado en su interior durante mucho tiempo. No sabía cómo reaccionar, pero algo en su pecho, algo cálido, comenzaba a formarse. Tal vez, solo tal vez, podía confiar en él.

Un silencio se instaló entre ellos, pero no era incómodo. Era un silencio que hablaba de una conexión tácita, de una protección que él había ofrecido sin reservas. Alexander, por su parte, no dijo nada más. Sabía que el tiempo hablaría por sí solo.

Elena le dio una sonrisa tímida, y sus palabras salieron suavemente, casi en un susurro.

-Gracias, de nuevo, Alexander.

Él asintió, su expresión suave pero firme.

-Es lo menos que podía hacer. A partir de ahora, todo cambiará para ti, Elena. Ten la seguridad de eso.

Elena lo observó irse, su corazón aún acelerado, pero ahora con una sensación de seguridad que no había tenido antes. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía protegida, como si el mundo a su alrededor, aunque aún incierto, estuviera tomando forma. Y de alguna manera, Alexander Wolfe, el hombre al que casi ni conocía, estaba en el centro de ese cambio.

Lo que no sabía era que ese gesto de protección marcaría el principio de algo mucho más profundo entre ellos. Algo que ni el destino ni el pasado podrían frenar.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022