Conociendo a el Sr Zambrano
img img Conociendo a el Sr Zambrano img Capítulo 5 Su casa
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Capítulo 6 El contrato img
Capítulo 7 Decisiones que tomar img
Capítulo 8 El principio img
Capítulo 9 El encuentro img
Capítulo 10 Bajo el Agua img
Capítulo 11 No puedo soltarlo img
Capítulo 12 Obsesión silenciosa img
Capítulo 13 Jugando con el Olvido img
Capítulo 14 Lo inevitable img
Capítulo 15 ¡No quiero ir! img
Capítulo 16 Un juego que quiero jugar img
Capítulo 17 Dominarme img
Capítulo 18 Ordenes img
Capítulo 19 Todo se derrumbo img
Capítulo 20 Sufrimiento img
Capítulo 21 No verlo mas img
Capítulo 22 Volver a Empezar img
Capítulo 23 Inesperado img
Capítulo 24 ¿Cobardia img
Capítulo 25 Sentir img
Capítulo 26 No tengo miedo img
Capítulo 27 Deseo img
Capítulo 28 Soledad img
Capítulo 29 Mi salvador img
Capítulo 30 ¿Quien eres img
Capítulo 31 Devolver el favor img
Capítulo 32 Gustosa img
Capítulo 33 El comienzo img
Capítulo 34 Nervios img
Capítulo 35 Mexico img
Capítulo 36 Hermoso img
Capítulo 37 Un perro img
Capítulo 38 Frustración img
Capítulo 39 Marcas img
Capítulo 40 Sentimientos que img
Capítulo 41 Susurros img
Capítulo 42 La verdad img
Capítulo 43 En los brazos de mama img
Capítulo 44 Quiero amar img
Capítulo 45 Todo un caos img
Capítulo 46 Un viaje img
Capítulo 47 La deuda img
Capítulo 48 Su necedad img
Capítulo 49 Una llamada img
Capítulo 50 Si decides regresar img
Capítulo 51 Todo se derrumbo dentro de mi img
Capítulo 52 Al fin la verdad img
Capítulo 53 No merece mas de mi img
Capítulo 54 Un Adios img
Capítulo 55 La graduacion img
Capítulo 56 Boston img
Capítulo 57 No puedo img
Capítulo 58 Si img
Capítulo 59 Error y Amor img
Capítulo 60 Miedo img
Capítulo 61 Esta por comenzar img
Capítulo 62 Causa y efecto img
Capítulo 63 Eso queria creer img
Capítulo 64 Escapando img
Capítulo 65 Fotos img
Capítulo 66 Un amor img
Capítulo 67 Caliente img
Capítulo 68 Insaciables img
Capítulo 69 Un príncipe sin corona img
Capítulo 70 Bajo el juicio del tercero img
Capítulo 71 Todo se derrumbo img
Capítulo 72 Despedidas img
Capítulo 73 Una boda img
Capítulo 74 Rota img
Capítulo 75 El fin img
Capítulo 76 La renuncia img
Capítulo 77 4 meses img
Capítulo 78 Su mirada img
Capítulo 79 Epilogo img
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Capítulo 5 Su casa

El sonido del ventilador girando en el techo fue lo único que acompañó mis pensamientos esa noche. Me recosté en la cama, mirando al techo, sintiendo la mezcla de cansancio y confusión arremolinarse dentro de mí. ¿Cómo había terminado involucrada con un hombre tan misterioso, tan arrollador? Cada vez que cerraba los ojos, su imagen volvía a mi mente. Su mirada penetrante, sus palabras cargadas de intención, y sobre todo, el sabor de sus labios en los míos.

Intenté sacudir la sensación, pero mi cuerpo parecía traicionarme; un calor incómodo se asentaba en mi vientre, como una llamarada que se negaba a extinguirse.

El amanecer llegó demasiado pronto. Apenas dormí unas horas, pero debía levantarme para asistir a la universidad. La rutina era lo único que podía distraerme, o al menos eso pensé mientras me preparaba.

En el campus

El sol brillaba con fuerza cuando salí de clases, los pasillos del campus estaban llenos de estudiantes charlando, riendo, viviendo su día a día. Intenté integrarme en ese ambiente, caminar con rapidez hacia la salida, pero todo cambió en un instante.

Lo vi.

De pie junto a un auto negro, vestido impecablemente, irradiando una mezcla de autoridad y peligro. Mis pasos vacilaron al verlo. Parecía fuera de lugar, como si el tiempo se hubiese detenido a su alrededor.

Me acerqué, y antes de que pudiera decir algo, él abrió la puerta del auto para mí, sin decir palabra.

-¿Otra vez aquí? -dije, intentando sonar desafiante, pero mi voz traicionó un leve temblor.

Él no respondió. Sólo me miró con una ligera inclinación de la cabeza, como si estuviera evaluando mi resistencia. Algo en mí se rebeló. Subí al auto sin pensarlo dos veces, dejando que el portazo hablara por mí.

No pasó mucho tiempo antes de que él también subiera. El auto arrancó, y la tensión en el aire era tan densa que podía cortarse con un cuchillo.

-¿A dónde vamos? -pregunté finalmente, cruzando los brazos.

Él giró el rostro hacia mí, su expresión inmutable, pero sus ojos... sus ojos decían tantas cosas a la vez que no podía descifrarlas.

-A mi casa.

Esas tres palabras cayeron como una bomba en mi pecho. Mi respiración se aceleró, y sin darme cuenta, apreté las piernas. Un calor extraño se instaló en mi vientre, y mi mente luchaba entre el pánico y una curiosa excitación que no lograba controlar.

-¿Y por qué iría yo contigo? -pregunté, intentando recuperar algo de terreno.

-Porque lo harás -respondió con calma, como si mi resistencia no tuviera ningún peso.

Decidí no contestar. Sabía que discutir con él era inútil. Sus razones eran un enigma, pero había algo en su presencia que me empujaba a seguirle, como si estuviera atrapada en su órbita.

El trayecto fue corto, pero cada segundo se sintió eterno. Cuando llegamos, él salió del auto y rodeó el vehículo para abrir mi puerta.

-Vamos -dijo, ofreciéndome la mano.

Vacilé por un momento, pero al final acepté. Sus dedos eran firmes, cálidos, y una corriente eléctrica recorrió mi brazo al tocarlo.

Me llevó a través de un camino empedrado que conducía a una enorme mansión. La estructura era majestuosa, imponente, pero lo que más me sorprendió fue el silencio. A pesar de la cantidad de personas que había a su alrededor, todos parecían invisibles, moviéndose con eficiencia y sin prestarnos atención. Nadie me miró, nadie dijo una sola palabra.

-¿Por qué no me miran? -pregunté, intentando calmar mi incomodidad.

-Porque saben su lugar -respondió, tirando suavemente de mi mano mientras me conducía a una habitación que parecía un despacho.

El espacio era amplio y elegante, decorado con muebles oscuros y una enorme ventana que dejaba entrar la luz del sol. Sobre el escritorio había una carpeta que él tomó y extendió hacia mí.

-¿Qué es esto? -pregunté, mirando el documento.

-Un acuerdo -respondió, su tono frío y calculador-. Y un contrato de confidencialidad.

-¿Un acuerdo para qué?

-Para ti y para mí.

Mis ojos se fijaron en los suyos, intentando encontrar alguna señal de broma, pero su rostro permanecía imperturbable.

-¿De qué estás hablando? -insistí, sintiendo cómo mi paciencia comenzaba a agotarse.

-Quiero estar contigo, Mary. Pero hay reglas.

-¿Reglas? ¿Qué clase de reglas? -Mi tono subió ligeramente, pero él no pareció inmutarse.

-Quiero que seas mía. Solo mía. Pero esto debe hacerse de una manera que funcione para ambos.

Mi mente se llenó de preguntas, y mi cuerpo respondió con un cosquilleo incómodo que no lograba controlar.

-¿Y si digo que no? -pregunté, cruzándome de brazos.

Él dio un paso hacia mí, acortando la distancia entre nosotros. La intensidad de su mirada era abrumadora, y mi respiración se aceleró sin que pudiera evitarlo.

-Entonces no volveré a molestarte -dijo, su voz más baja ahora, casi un susurro-. Pero no puedo prometer que lo haré sin arrepentirme cada segundo de mi vida.

El silencio se hizo más pesado. No sabía qué decir ni qué hacer. Finalmente, decidí preguntar:

-¿Por qué yo?

Sus ojos buscaron los míos, y por un momento, juré ver algo más allá de su fachada fría: vulnerabilidad.

-Porque contigo todo es diferente.

No pude responder. Sus palabras me dejaron sin aliento, y antes de que pudiera reaccionar, él tomó mi rostro entre sus manos y me besó.

El beso era todo lo que había temido y más. Su boca reclamaba la mía con una mezcla de pasión y necesidad que me hacía temblar. Mis dedos se aferraron a su camisa, intentando encontrar algo a lo que sostenerme mientras el mundo parecía desmoronarse a mi alrededor.

Cuando finalmente se apartó, su respiración era pesada, al igual que la mía.

-Lee el contrato -dijo, su voz ronca-. Y piensa en lo que realmente quieres, Mary.

Con esas palabras, se apartó de mí, dejándome sola en el despacho con la carpeta en mis manos.

                         

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