Aunque era bastante elegante y bonita había un aire extraño por todo el lugar que no le hacía sentir segura.
Se levantó de la cama dudando si realmente debería hacerlo ya que se encontraba tan bien bajo de esas sábanas cálida sin embargo luego pensó que no debería darles a su familia política otra razón para que la odiaran por lo tanto optó por levantarse.
Sus mejillas enseguida se colorearon cuando detectó su ropa en el suelo y antes de que alguien más pudiera entrar en la habitación que lo dudaba recogió su ropa del suelo.
- ¿Dónde estará el baño? -Susurró mirando a todos lados.
Hasta que se encontró con una puerta negra, caminó hasta ella con la ropa en su regazo, al entrar el olor a sándalo y vainilla la golpeó de lleno sintiéndolo tan familiar se colocó frente al espejo mientras miraba su reflejo después de hacer sus necesidades, notó lo increíble que lucía, se veía extrañamente radiante y no era para menos, al fin estaba con el amor de su vida, el hombre con el que tanto había soñado y que ahora tenía por esposo.
Ella era una mujer con suerte.
Sonriendo salió del cuarto de baño y fue cuando se dio cuenta que en la mesita de noche reposaba una bandeja de comida, una rosa junto con una nota.
Su corazón se apretó mientras que trataba de no sonreír como idiota, que aun así no pudo controlar, con manos temblorosas tomó la nota y leyó.
''Sé que no te gusta estar sola ángel mío, realmente lo siento.
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Para remediar mi descortesía y para que sonrías esperando con ansias mi llegada te he dejado esta nota,
Te amo y estoy seguro que todos los días de mi vida también lo haré, espero que nunca lo olvides.
DB ''.
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Rió dichosa agradecida con los dioses por ese maravilloso hombre con quien la habían juntado.
Esa era una de las cosas por las cuales lo adoraba, aunque Draco frente a las personas se notaba serio y frívolo como le había llamado su hermana menor al conocerlo, su marido era todo lo opuesto a cuando estaban en la intimidad.
-Yo también te amo y estoy segura que todos los días de mi vida lo haré mi Dra - murmuró extasiada.
Lo que no sospechaba Evie era que las paredes en esa casa tenían oídos, la envidia estaba a su alrededor y Evangeline no podía escapar de ella. La mujer detrás de la puerta deseaba envolver en un puño ese grácil cuello y romperlo en dos para no dejar rastro de esa sonrisa bobalicona en su rostro de muñeca, ¡La odiaba por quitarle todo lo que le había pertenecido! pero la haría pagar con creces eso lo juraba.
Después de comer decidió bajar al comedor ya que no tenía nada que hacer, en silencio se preguntaba si se encontraría con alguien de la familia de Draco. Ese pensamiento la hacía se sentir nerviosa había algo en esas personas que no le terminaban de convencer, encogiéndose en hombros bajó las escaleras en zozobra encontrándose con todos en una larga mesa demasiado elegante para su gusto, la risitas que se colaban eran apenas audibles para ella y su forma de comer le fastidió un poco, le mosqueaba que fuesen tan presumidos.
Justo así comía Draco cuando apenas lo conoció.
Si bien era cierto que ella no venía de una familia de bajos recursos, tampoco tenía esos modales tan excéntricos y rígidos.
Enseguida se dieron cuenta de su presencia entonces las charlas cesaron y con ellas obviamente las risas.
Las gemelas la miraron de arriba abajo y la más alta levantó su ceja con burla clara dibujada en sus fracciones de muñeca lo cual la molestó.
No sabía que decir ni que hacer bajo la mirada de los parientes de su esposo pero lo que sí sabía es que debía llevar la fiesta en paz si quería que su armonía con Draco estuviera como siempre había estado.
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Hazlo por Draco, Evie se buena y educada.
-Hola -dijo después de un largo silencio.
Un muchacho muy parecido a Draco se levantó de su silla sonriéndole con confianza y sin dudarlo se acercó a ella.
-Hola cuñadita -ironizó-, acompañamos a la mesa.
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Su mano viajó hasta su cintura empujándole hasta la silla de su lado. Curiosamente su esposo nunca le había hablado de él o de su familia en general, lo único que sabía del historial familiar de Draco era que sus padres estaban muertos.
-Ya he desayunado, muchas gracias.
-No te hemos oído bajar.
Esta vez habló Rhodo quien con anterioridad Draco la había presentado como su tía.
-No he bajado, Draco me ha llevado el desayuno.
Segundos después se sonrojó por lo dicho pero no tuvo tiempo de decir nada más cuando escuchó un chasquido proveniente de la más alta de las gemelas, quien Evangeline creyó tenía por nombre Chrysanthe.
- ¿Draco? ¡Ja, lo dudo! -Burló la rubia.
Aunque la ira bordeaba en sus ojos como una llama de fuego.
- ¿Desde cuándo mi hermanito es tan romántico? -preguntó como si lo mencionado por ella fuese algo impensable.
Evie se encogió en hombros con vergüenza.
¿Por qué había dicho eso? no quería causarle ningún bochorno a Draco.
Miró la vestimenta de ellos y la comparó con la suya obviamente sobresaltaba, todos vestían de negro mientras que ella llevaba un vestido verde con blanco bonito y hasta inocente, nada parecido al revelador que usaba su prima política en esos momentos.
Después de soportar las humillaciones y constantes críticas de Chrysanthe sobre su cabello o vestimenta en la mesa Evangeline agradeció a los dioses por su infinita paciencia entonces Ziam se ofreció a darle un paseo por su casa la cual era bastante grande, la verdad es que había aceptado el tour de su cuñado solo para librarse de las ironías de la gemela mayor.
-Draco no debió dejarte sola dos días después de su matrimonio.
Se encogió en hombros restándole importancia.
Y pronto se sintió bastante incómoda cuando él tomó su mano y le sonrió.
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Por lo general Evie era muy arisca con la gente, Ziam era su cuñado y le daba una pizca de confianza, además si quería vivir allí debía tener un aliado, ¿Y qué mejor que el divertido hermano menor de su marido?
-Vamos, debes ver esto.
Ziam la haló del brazo y para ella era muy difícil seguir su paso, finalmente jadeantes se
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detuvieron justo en frente de un enorme y hermoso jardín cubierto de diferentes tipos de flores de diversos colores.
El paisaje era fenomenal y qué decir de la paz que se respiraba como si no fuese real, ella soltó un jadeo de emoción y caminó a través del sendero de las flores encantada.
- ¿Te ha gustado cuñadita?
Evie asintió pérdida entre los colores silvestres a su paso mientras que lo escuchaba reír detrás de ella a la vez que caminaba a paso lento detrás de su cuñada sin perderla de vista, esa mujer le causaba una curiosidad terrible que si su hermano se enteraba estaba seguro le haría pagar. Draco siempre había sido así, tan posesivo, jamás compartía lo que era suyo y en definitiva Evangeline lo era.
Esta absorta a los pensamientos de su cuñado levantó su mirada encontrándose con lo que parecía ser una cueva antigua de piedra a una distancia un poco larga que de igual manera logró captar toda su absoluta atención que se encendió aun más cuando vio ingresar a un muchacho de cabellos rubios a ella, frunciendo el ceño se dio cuenta de que él miró hacia los lados antes de adentrarse al lugar, ahora se encontraba más que curiosa ¿Qué había en ese lugar? Para que ese extraño se asegurara que nadie lo veía ¿Y si era un ladrón?
No.
No lo creía ahora que lo pensaba bien ¿Qué había de valor en una cueva?
Ziam pareció no haberse percatado del hombre ya que continúo hablando hasta por los codos mientras que su cuñada ignoraba toda su charlatanería absorta en sus pensamientos.
-Ziam, ¿Qué es ese lugar?
Su semblante cambio en su totalidad al mirar al lugar donde había señalado la morena, de pronto parecía ansioso y temeroso lo que la hizo dudar que algo extraño estaba pasando.
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-Yo...debemos irnos, Draco debió de haber llegado y estoy seguro que se enfadará si no te ve.
Él comenzó a caminar de vuelta halándola de la muñeca como cuando habían llegado,
aunque estaba molesta porque su curiosidad estaba insatisfecha realmente quería saber
sobre ese lugar pero sería en otro momento porque en realidad ante la mención de Draco
las ganas de verlo fueron mucho más fuertes, lo había echado de menos.
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Miró hacia atrás por última vez esperando ver al muchacho pero en su lugar la soledad y el silencio absoluto reinaba.
Evie negó con la cabeza mirando a su cuñado.
Si Ziam creía que se quedaría con la curiosidad de ver ese lugar por dentro estaba loco y obviamente no la conocía en absoluto, lo cual era así en realidad.
Cuando algo se le metía en la cabeza a una Rain no había nada que la sacara.
Ella era terca por naturaleza, y se lo demostraría.