Nunca había sido tan valiente como Adhara o como Ángela por el contrario, todo lo que
le resultaba extraño era descartado ante sus ojos.
Examinó de nuevo aquel lugar en profunda oscuridad y se sintió cohibida como si ese
lugar escondiera un secreto de años que quisiera ser descubierto, no podía haber otra
explicación lógica sino porque se sentía tan curiosa si esa no era su personalidad.
Nada más le llamó la atención en el lugar más que el cuadro de la preciosa mujer, las
otras pinturas eran igual de hermosas pero ninguna era tan llamativa.
Cuando quiso irse entonces fue presionada sobre la pared casi con violencia a la vez que
un par de manos apretaban su cintura.
Jadeó de miedo por ser descubierta infraganti y aquel sujeto se rió con malicia en su
oído erizando y alertando cada parte de su ser, sintiéndose extrañamente fascinada a esa
piel caliente que la rozaba, cosa que solo le pasaba con su esposo, así que quien la
sostenía era nada más que él.
Su esposo, su Draco.
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-Mi señora, creo que va a tener que ser juzgada por el señor debido a la invasión a
su privacidad, por si no lo sabe usted este lugar está prohibido.
Evangeline se sintió como el vello de su cuello se erizaba por completo. Ese hombre no era su esposo descubrió enseguida por su extraña pero ronca voz, entonces ¿Por qué aquel hombre le causaba un miedo feroz a la vez su toque era increíblemente tentador y por qué no provocativo?
Era impensable que ella tuviese la osadía de pensar de ese modo de aquel extraño a sus espaldas pero cuando la voz de él acarició la piel de su oído con pudor tuvo que reprimir un gemido y no precisamente de dolor, una y otra vez sus pensamientos se volvieron a Draco, en que él era su esposo, el único que tenía derecho a tocarla tan íntimamente.
Enojada consigo misma se dio la vuelta para encontrarse con la familiar cara frente a ella, se trataba de aquel hombre que despertó su curiosidad por aquel lugar, el rubio misterioso el cual era curiosamente la copia de su esposo versión rubia.
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Luchó para liberarse de su agarre aún así él era mucho más fuerte que ella y no la dejó escapar tan rápido como Evie planeo.
- ¡¿Cómo se atreves?! -Chilló Evangeline furiosa-, ¡Suélteme!
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Fue obedecida después de que él se burlara de ella con una lasciva sonrisa.
Evangeline pasó sus manos por sus brazos hastiada por él quien al mirarlo a la cara lo veía sonreír con sorna.
Maldito.
Le divertía su incomodidad.
-Se lo diré a Draco -demandó molesta como si fuese una niña.
Lo vio encogerse en hombros restándole importancia sin dejar de sonreír encendiendo aún más su cólera.
Si por breves segundos se había sentido inexorablemente atraída hacia aquel extraño ese estúpido pensamiento se había olvidado por el simple hecho de mirarlo a la cara, de darse cuenta de que él no era su Draco, el hombre que tanto amaba.
Rápidamente se dio cuenta que debía alejarse del rubio porque aunque no lo quisiera era una especie de tentación en su camino.
-Veamos si cree en ti, mejor dicho, si está de tu favor -alardeó como si supiera de antemano que era lo que pensaba Draco.
Evangeline lo fulminó con la mirada y comenzó a caminar a la entrada de aquel angosto lugar sin decir palabra alguna.
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No podía estar más molesta.
No solo por como él la había retado y alardeado de conocer bien a su esposo sino
también por como su cuerpo se había sentido atraído a él, se sentía como una fulana y
estaba avergonzada por ello. 28
¿Él suponía que su esposo le creería más que a ella o qué estaría a su favor?
Eso le hacía arder la sangre como si fuera el más vil de los insultos y posiblemente lo era.
Al entrar a la gran casa ignoró a Chrysanthe quien le había hablado de mala gana, ni siquiera le dirigió una mínima mirada.
Directamente fue a la habitación que compartía con Draco a continuación se sentó cruzándose de brazos pensando en todo lo que iba a decir cuando lo volviera a ver.
La habitación era consumida por el omnímodo silencio, Evangeline solo mantenía una batalla interna en su cabeza cuestionándose una y otra vez por su desfachatez, aún tenía vergüenza por la atracción extraña con ese sujeto.
Aquella noche fue oscura, la luna llena lucía tenebrosa, el viento se tropezaba contra las ramas de los árboles que chocaban firmes contra la ventana grande de la habitación, ella que paciente había esperado viendo en las cumbres del cielo los etéreos rayos del sol ir desapareciendo, literalmente había contado las horas para verlo una vez más y no fue hasta caer la noche cuando ya se sentía desesperada por lo tarde que era y aún así Draco no aparecía.
Había rechazado toda la comida que los empleados le habían traído en el día, ni siquiera quería probar bocado.
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Finalmente ella le había visto llegar asomada a la ventana él estaba con su acostumbrado ceño fruncido dando órdenes a los empleados de una u otra cosa.
Evangeline en silencio se preguntó ¿Cómo es que se había casado con alguien como
Draco? 29
Ambos diferían constantemente, él siempre iba tan serio que abrumaba, era seguro de sí mismo como lo que era, un gobernante, mientras que ella era todo lo contrario, Evangeline era tímida y optimista, nunca se dejó llevar por las locuras paranormales a las que supuestamente sus hermanas estaban acostumbradas.
Ella trataba siempre de dar color a la vida y borrar los matices negros de la misma pero él parecía estar conforme con su mundo en tinieblas y oscuridad, salvo por ella, aún no entendía por qué la había dejado entrar.
Evangeline volvió a sentarse en la silla y fue cuando finalmente él entró a la habitación, ella rompió el silencio con un audible suspiro.
La sonrisa que había adornado la cara de Draco al verla se había borrado de golpe al ver su expresión taciturna.
Pronto se acercó a ella hasta ponerse en cuclillas al frente, su ceño estaba fruncido en preocupación entonces su gran mano fue a parar hasta tocar su pelo liso.
- ¿Qué pasa ángel? –Preguntó en un susurro.
Evangeline se levantó de la silla tan rápido que casi lo tumbó, Draco mantuvo los ojos fijos en ella mientras tanto.
-Hoy uno de tus empleados me ha tratado muy mal -dijo dándole la espalda.
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Ella no solía ser una malcriada que acusaba a todo el mundo, por el contrario odiaba eso pero aquel chico se había burlado de ella, incluso la había humillado a su parecer, le había dicho que Draco no le creería a ella y eso estaba por verse.
Ahora aquel rubio vería quien se burlaba de quien. 30
Draco la haló del brazo y la pegó a su pecho abrazándola con fuerza como si entre sus brazos la protegiera y de cierta forma aquello era real, Draco daría su vida por verla feliz.
- ¿Quién? -preguntó él con aspecto solemne.
Trató de mantener al margen aquella ferocidad que latía en sus venas por aquel que se hubiese atrevido a menospreciar a su mujer.
-No sé su nombre Dra, dijo que ibas a condenarme por entrar en un lugar dónde no debía entrar.
Jamás le diría sobre aquella afinidad que había sentido por unos minutos con él, la misma afinidad que sentía cada vez que veía a Draco, desde la primera mirada.
Jamás confesaría su pecado.