Dos horas después sintió que él llegaba y cerraba con lentitud la puerta murmurando cosas inaudibles para ella. Evangeline entre abrió un ojo para ver lo que hacía, tenía un vaso con alcohol el cual apoyó en una mesita para después quitarse la corbata, parecía ansioso, lucía tan guapo que se contuvo para no suspirar.
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Maldito entre dientes.
Su esposo era absolutamente caliente.
La cara de Draco pronto cambió cuando sonrió ampliamente.
Ella frunció el ceño preguntándose el porqué de su sonrisa.
-Se que estás despierta, ángel.
Dio un respingo al verse descubierta y le sonrió con pereza.
-Bien, ya que me has descubierto...ven aquí.
Palmeó la cama a su costado y él sonrió aún más divertido por la actitud de su mujer.
Había tomado de nuevo el vaso sin quitarle la vista a través del vidrio mientras sonreía.
Lo dejó nuevamente y se encaminó hasta el lado que ella había palmeado acostándose boca bajo cerrando los ojos sin dejar de sonreír.
Bien, es ahora o nunca, se animó a ella misma.
-Dra... -Lo llamó a la vez que jugaba con el cabello que caía por su nuca.
- ¿Mm?
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La abrazó por sorpresa colocándose arriba de ella y comenzó a depositar suaves besos en su cuello hasta que comenzó a hacerle cosquillas en su estómago.
- ¡Ya! -Chilló entre risas.
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Draco la miró cautivado antes de volverse imperturbable como él era.
- ¿Qué pasa?
- ¿Porqué tu cambio de actitud cuando llegué? Parecías tan enfadado que daba escalofríos.
El silencio los abordó y Evie pudo sentirlo tensarse y como resultado que frunciera el ceño. Era evidente que no quería hablar de ello sin embargo ella no se conformaría con su silencio.
- ¿De qué hablas? -contestó haciéndose el desentendido.
-No bromeo Dra, realmente tenías un tono tan autoritario que me hiciste temblar, no quería creerle a Ángela cuando me hablaba sobre que tú estabas teniendo dos caras conmigo, dijo que cuando no estabas junto a mi tú eras una mala persona sin embargo creí en ti sobre mi hermana Draco, no quiero enterarme de que eso sea verdad, no quiero sufrir por tu culpa.
Él mantenía el ceño demasiado fruncido, sus ojos seguían siendo azules pero estaban oscuros y su mandíbula estaba fuertemente apretada, tenía más el aspecto de un salvaje que del hombre que había llamado su esposo.
- ¿Entonces dudas de mi?
El corazón de Evangeline latió acelerado al escuchar el dolor en su voz.
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- ¡No lo hago! Te amo y lo sabes pero hoy te vi tan diferente que temí que las palabras de Ángela fuesen reales.
-Te prometo que no, no ha sido como tú crees, solo me preocupé por ti, perdí la cabeza
al no verte.
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Ella suspiró y le sonrió con dulzura, se sintió por fin aliviada entonces su confianza en Draco se restauró.
-Muy bien, te creo pero no quiero verte así de nuevo ¿vale? Realmente temblé de miedo Dra y eso nunca lo había hecho.
Había tomado la cara de ella entre sus manos antes de asentir y acercar su cara hasta besarla y callarla por completo.
-Lo siento ángel, prometo hacerte temblar pero no de miedo. Esta vez será por el inminente deseo que sentirás entre mis brazos.
Una electricidad entre sus piernas la hizo arquearse contra él mientras que se perdía en ardor que le causaban sus labios sobre los suyos.
Al día siguiente Draco se había disculpado por tener que volver a salir de casa sin embargo esta vez la curiosidad que la embargaba fue más fuerte que su rabia por no pasar tiempo con él, aprovechando su ausencia salió casi a hurtadillas de la habitación matrimonial para ir directamente al lugar donde un día atrás su cuñado la había llevado. Trató de recordar el camino hasta que al fin encontró un sendero de estatuas que a su parecer eran escalofriantes y que no recordaba pero eso no la detuvo, más adelante encontró el jardín de flores y un poco más lejano el lugar donde justamente quería indagar.
A paso firme caminó hasta aquel lugar solitario, la brisa fría azotó ferozmente su cabello castaño y extrañamente cuando más se acercaba más frío la recorría.
Se quedó de piedra, aquel lugar era como una habitación antigua pintada de un color
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oscuro e intimidante hecho de madera vieja que parecía que se caería en cualquier momento.
Tuvo que pensarlo para poder entrar con valentía y la cabeza en alto, empujó la puerta sin titubeos aún así con algo de nerviosismo.
El lugar estaba en penumbras hasta que abrió de golpe la puerta trayendo la luz, sus ojos 24 se posaron por el lugar polvoriento y viejo, en aquel sitio solo habían tres muebles y en
general estaba lleno de cuadros extraños y también de dibujos de rostros muy antiguos.
Rápidamente Evie se sintió cohibida y nerviosa.
- ¿Qué es este lugar? -murmuró.
Ni siquiera sabía el porqué le atraía de una manera totalmente extraña y vehemente.
Comenzaba a tener miedo.
¿Por qué aquel chico rubio había entrado en este lugar viejo y aterrador?
Su mente se desvió a su hermana mayor quien era periodista, Adhara Rain se enfrentaba a ese tipo de cosas extrañas todo el tiempo pero ella no era su hermana, para Evie todo lo desconocido estaba mejor así, oculto.
Prefería estar en una constante ignorancia que sufrir con la verdad, aunque hubiese algún caso que no fuese así en lo absoluto.
Cuando sentía curiosidad por algo nada la podía calmar, tenía que conocer aquel misterio del cual despertaba su cruda curiosidad.
Miró hacía todos lados buscando algo que la hiciera tener el valor a adentrarse allí entonces fijó su mirada en una de las pinturas más grandes y preciosas la cual representaba la cara de una bellísima mujer la cual transmitía una extraña paz. Lentamente como hechizada caminó hasta ella con su mirada fija, era tan atrayente que no podía contenerse ni parar de ninguna manera hasta que estuvo de frente a ella.
La mujer en la pintura era sumamente preciosa con el pelo largo y rubio, los ojos de ella eran de un extraño color azul, poseía una perfecta nariz respingona y aristocrática, sus labios eran pequeños pero definidos.
Por inercia llevó su mano hasta la pintura y la acarició con la yema de los dedos hasta que se fijó en una llamativa pulsera que adornaba la piel pálida de la muñeca de aquella mujer entonces algo raro pasó, unas de las baldosas de la sala se abrieron mostrándole escaleras a la profundidad.