Bajo la sombra del Poder
img img Bajo la sombra del Poder img Capítulo 4 El Juego de Poder de Alexander Cain
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Capítulo 6 La Revelación img
Capítulo 7 La Línea Difusa img
Capítulo 8 El Juego Peligroso img
Capítulo 9 El Desliz de la Realidad img
Capítulo 10 Un Corazón que No Debería Latir img
Capítulo 11 Advertencias en la Oscuridad img
Capítulo 12 Sombras de la Verdad img
Capítulo 13 Ecos del Pasado img
Capítulo 14 Preguntas Incómodas img
Capítulo 15 Huellas en la Oscuridad img
Capítulo 16 Descifrando las Sombras img
Capítulo 17 La Renuncia img
Capítulo 18 La Verdad a Medias img
Capítulo 19 El Pasado que Regresa img
Capítulo 20 En la Oscuridad img
Capítulo 21 El Encapuchado img
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Capítulo 4 El Juego de Poder de Alexander Cain

La oficina de Alexander Cain era un refugio de control absoluto. Las paredes de cristal, que ofrecían una vista majestuosa de la ciudad, eran un recordatorio constante de su posición en la cima. Pero en ese momento, mientras revisaba el informe que Dominic le había entregado, su atención no estaba en la ciudad, sino en un nombre: Isabela Valtieri.

Alexander se reclinó en su silla de cuero negro, entrelazando los dedos frente a su rostro. Había sido un movimiento calculado permitir que ella ingresara a Cain Enterprises, aunque sabía que había riesgos inherentes en esa decisión.

-¿Qué estás buscando, Isabela? -murmuró para sí mismo.

La caída de los Valtieri había sido un capítulo oscuro pero necesario en la historia de Alexander. Esa familia había sido un obstáculo en su camino, una barrera que debía ser eliminada para que su imperio alcanzara nuevas alturas. Habían desafiado su autoridad, intentado interferir en sus planes, y, al final, habían pagado el precio.

Sin embargo, nunca había sido parte del plan dejar a alguien con vida. Isabela había sido un error, un cabo suelto que debía haber sido cortado hace dos años. Pero Alexander no creía en la suerte ni en los errores. Si Isabela seguía viva, era por una razón, una que él todavía no entendía por completo.

Dominic entró en la oficina, interrumpiendo sus pensamientos.

-Señor Cain. Aquí está el informe completo sobre los movimientos de la señorita Valtieri.

Alexander tomó la carpeta, hojeando las páginas con rapidez.

-¿Algo inusual? -preguntó sin levantar la vista.

-Encontró un archivo relacionado con los Valtieri. Lo abrió, pero no tuvo tiempo de explorar mucho antes de que yo interviniera.

Alexander cerró la carpeta de golpe y se levantó de su silla, caminando hacia las ventanas.

-Era de esperarse. Siendo quien es, tarde o temprano comenzará a hacer preguntas.

-¿Quiere que tome medidas? -preguntó Dominic, con una voz carente de emoción.

Alexander giró lentamente, sus ojos grises helados como el acero.

-No. Quiero que la observes. No interfieras, a menos que sea absolutamente necesario.

Dominic asintió, entendiendo que Alexander prefería manejar este juego a su manera.

-Y Dominic... asegúrate de que no tenga acceso a información sensible.

-Entendido, señor.

Cuando Dominic salió, Alexander permaneció frente a la ventana, observando la ciudad como un depredador vigilando su territorio.

Esa noche, Alexander revisó nuevamente el expediente de Isabela. Había hecho su tarea: sabía dónde había estado durante los últimos dos años, cómo había sobrevivido, y cómo había llegado a postularse para un puesto en su empresa. Lo que no sabía era si había algún propósito oculto detrás de su llegada.

Tomó una copa de whisky y caminó hacia una caja fuerte oculta detrás de un panel en la pared. La abrió con un movimiento rápido, sacando un sobre grueso. Dentro había fotografías de Isabela en diferentes momentos de los últimos años: trabajando en un café, caminando sola por la ciudad, incluso conversando con extraños.

Alexander estudió una de las imágenes, donde Isabela estaba sentada en un parque con una expresión perdida. Había algo en su rostro que le recordaba a alguien, un destello de fuerza mezclado con vulnerabilidad.

"Ella no sabe quién soy", pensó. "Pero eso podría cambiar en cualquier momento."

A la mañana siguiente, Alexander llegó temprano a la oficina, como siempre. Sus días estaban planificados al minuto, y cualquier desviación era un lujo que rara vez se permitía. Sin embargo, hoy había algo que lo mantenía alerta.

Evelyn, su asistente personal, entró con una carpeta.

-Señor Cain, estos son los documentos para la reunión de la tarde. También, el señor Bennett solicitó un momento para discutir la campaña de relaciones públicas.

Alexander apenas levantó la vista.

-Dile a Bennett que espere. Tengo otros asuntos que atender primero.

Evelyn asintió, acostumbrada a las prioridades cambiantes de su jefe. Antes de salir, vaciló un momento.

-Ah, y la señorita Valtieri llegó hace unos minutos. Está en su escritorio.

Alexander no respondió, pero la mención de Isabela lo hizo apretar la mandíbula.

Cuando revisó su agenda, decidió adelantar una reunión improvisada con Isabela. Quería observarla, ponerla a prueba y ver si podía descifrar sus verdaderas intenciones.

Presionó un botón en su teléfono.

-Señorita Valtieri, venga a mi despacho. Ahora.

Isabela llegó unos minutos después, con una carpeta en la mano y una expresión que intentaba ocultar sus nervios.

-Buenos días, señor Cain.

Alexander señaló una silla frente a su escritorio.

-Siéntese.

Ella obedeció, colocando la carpeta en el escritorio con cuidado.

-Quiero hablar sobre su desempeño hasta ahora -comenzó Alexander, con un tono frío pero medido-. Ha hecho un buen trabajo organizando mi agenda y manejando tareas básicas, pero quiero saber algo: ¿por qué cree que merece este puesto?

Isabela lo miró, sorprendida por la pregunta.

-Estoy comprometida a hacer mi trabajo lo mejor posible, señor. Quiero aprender y crecer profesionalmente.

Alexander inclinó la cabeza, como si analizara cada palabra.

-Eso es lo que dicen todos. Pero trabajar aquí no es para cualquiera. Cain Enterprises no es un lugar para aprender; es un lugar para destacar. ¿Cree que puede hacerlo?

Isabela sostuvo su mirada, aunque sentía que sus manos temblaban ligeramente.

-Sí, señor. Estoy dispuesta a demostrarlo.

Alexander se recostó en su silla, evaluándola en silencio antes de asentir.

-Muy bien. Vuelva a su trabajo.

Cuando Isabela salió del despacho, Alexander exhaló lentamente. Había algo en ella que no cuadraba, y aunque no sabía exactamente qué era, estaba decidido a descubrirlo.

Esa tarde, mientras revisaba más documentos, Alexander recibió una llamada de Dominic.

-Señor Cain, hemos detectado actividad inusual en la cuenta de usuario de la señorita Valtieri. Parece que intentó acceder a un archivo restringido anoche.

La noticia no lo sorprendió.

-Asegúrate de que no pueda entrar a nada que comprometa la seguridad de la compañía. Pero déjala creer que todavía tiene acceso.

-¿Quiere que tomemos alguna medida adicional?

Alexander sonrió, aunque no había calidez en su gesto.

-No. Dejemos que juegue un poco más.

Colgó la llamada y se levantó de su silla, caminando hacia la ventana. La noche caía sobre la ciudad, y con ella venía la certeza de que las piezas en su juego comenzaban a moverse.

Isabela Valtieri no sabía en lo que se estaba metiendo, pero Alexander estaba dispuesto a asegurarse de que cada paso que ella diera fuera cuidadosamente vigilado. Porque en este juego de poder, solo había un ganador, y siempre era él.

            
            

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