Capítulo 6 Entrega para el señor Norris

Lise vaciló a mitad de un sorbo de su copa, con su expresión nublándose brevemente.

Albin se inclinó hacia delante y esbozó una sonrisa burlona antes de comentar: "Entonces dejaste a tu mujer sola en casa y saliste de fiesta con Lise, ¿eh? ¿No pensaste que ella podría sentirse un poco excluida?".

Albin era reconocido entre sus amigos como un experto en relaciones románticas gracias a las numerosas parejas que había tenido a lo largo de su vida; parecía que siempre tenía las palabras adecuadas para solucionar cualquier discusión.

Con un gesto despectivo de la mano, él sugirió: "Un poco de atención extra nunca le viene mal a nadie. ¿Qué tal si pasamos por el centro comercial después de esta reunión? La tienda de mi familia acaba de recibir un bolso Hermès de edición limitada de la colección de primavera. Seguro de que le encantará a tu esposa".

Imperturbable ante las tácticas de su amigo, Kristopher simplemente asintió hacia Oliver, indicándole que procediera: "Sigue".

El asistente vaciló antes de continuar: "Debo informarle que la señora también dejó una tarjeta bancaria, la misma que usted le entregó al comienzo de su matrimonio".

Los ojos de Kristopher se dirigieron a su celular; sus largas pestañas proyectaban sombras que parecían enfriar el aire a su alrededor.

Rápidamente ingresó a la aplicación de su banco y revisó el historial de transacciones de la tarjeta; la pantalla mostraba una serie de actividades financieras.

Hace dos años se realizó un retiro de dos millones; un año después, exactamente en la misma fecha, se depositó la misma cantidad.

Sorprendentemente, un asombroso depósito de veinte millones se había realizado apenas un par de horas antes.

Esto significaba que, aparte del retiro original, Carrie no había utilizado ni un solo centavo de la cuenta que él le había proporcionado; no solo devolvió los dos millones al año siguiente, sino que llevó las cosas aún más lejos depositando una enorme suma de veinte millones en la cuenta.

Kristopher frunció el ceño mientras murmuraba: "¿De dónde diablos sacó tanto dinero?".

Reflexionó sobre el estilo de vida que llevaba Carrie desde que se casaron, dedicándose principalmente a decorar su casa, probar nuevas recetas o comprar artículos ornamentales y ropa para él.

Aunque había sido contratada por una agencia de entretenimiento, asistió a una sola audición antes de rechazar más compromisos laborales; tuvo que pedirle a Oliver que interviniera y negociara con la agencia para evitar multas severas por la falta de compromiso de la chica.

Parecía improbable que alguien con ese estilo de vida pudiera amasar de forma independiente veinte millones.

Además, si tenía la capacidad y el impulso para ganar tanto, ¿por qué aceptaría ser parte de un matrimonio arreglado por el que le pagarían solo dos millones?

Inclinando la cabeza en un gesto apresurado y que transmitía su arrepentimiento, Oliver habló con un tono serio: "Le pido disculpas, señor Norris. Fue un descuido de mi parte. Investigaré inmediatamente las transacciones financieras de la señora Norris".

Con una sonrisa adornando su rostro, Albin le dio un ligero codazo a su amigo y dijo en un tono burlón: "¡No me digas que tu esposa te abandonó! Siempre lo he dicho, ¡las mujeres necesitan afecto para que permanezcan a tu lado! Y si las descuidas por mucho tiempo, buscarán consuelo en otra parte... Ahora estás aquí, perdiéndote una vida plena y feliz por enredarte en complicaciones".

Él se detuvo abruptamente al percibir la gélida y penetrante mirada de Kristopher.

Fue hasta entonces que recordó que Lise seguía allí presente; tras lanzar un breve vistazo hacia la mujer, notó que su sonrisa se había tensado ligeramente.

"¡Lo siento!", exclamó Albin, dándose una palmada juguetona en la frente y haciendo un gesto para dar a entender que mantendría los labios cerrados.

Lise volvió su atención hacia Kristopher, con sus dedos envolviendo suavemente su brazo y formando una expresión que irradiaba empatía. "¿Tuviste un malentendido con tu esposa por mi culpa? Si quieres, puedo aclarar las cosas con ella".

Una línea profunda se formó en la frente del hombre mientras fruncía el ceño. "¿Crees que esto tiene que ver contigo?", preguntó con un tono lleno de confusión.

Albin, quien acababa de prometer que guardaría silencio, no pudo contenerse y habló de nuevo: "¡Oh, Dios mío! ¿Has estado viviendo en una cueva? ¿No te enteraste del último escándalo viral? ¿Todavía no sabes por qué tu esposa está molesta?".

Procediendo con cautela, Lise se aventuró a realizar una conjetura: "¿Será posible que los paparazzi hayan tomado algunas fotos cuando fuiste a esa reunión para ayudarme y eso provocó todo eso? Probablemente la señorita Campbell se enteró. Intenté acallar los rumores en cuanto surgieron, pero considerando que somos personas muy reconocidas...".

Su voz se desvaneció en un murmullo, cargado con un aire de culpa renuente.

La expresión de Kristopher se suavizó, empleando un tono inesperadamente tierno mientras la consolaba: "Tú no tienes la culpa".

Luego desvió su mirada hacia Oliver, quien ya estaba temblando bajo el peso de la mirada acerada de su jefe.

"Estuve todo el día ocupado con los asuntos de la señorita Nash, por lo que no vi la noticia viral. Fue un descuido de mi parte", afirmó Oliver con una ansiedad que se hizo evidente en su voz. "Me encargaré de todo inmediatamente".

Con un gran sentido de urgencia, el asistente se disculpó y ofreció resolver la situación.

Mientras tanto, Lise jugaba nerviosamente con su ropa, mirando a Kristopher con ojos aprensivos.

Mordiéndose el labio, habló con una voz que era apenas un susurro: "¿Me estoy convirtiendo en una carga para ti?".

Kristopher dejó su celular boca abajo sobre la mesa, desenvolviéndose con una serenidad deliberada. "Tú no tienes la culpa", le aseguró con voz firme. "Simplemente se enojó conmigo porque está atravesando por una pequeña crisis, eso es todo. Además, no tiene ningún otro lugar a donde ir sin mí. No me sorprendería que regresara pronto, con todo su equipaje a cuestas".

"Casarse con alguien tan influyente como el señor Norris es una oportunidad única que nadie debería desperdiciar. ¿Por qué hacer tanto drama por un asunto trivial?", comentó uno de los amigos de Kristopher, alzando su copa para enfatizar su argumento. "¡Francamente, creo que es necesario tratar con dureza a las mujeres para que no se vuelvan rebeldes!".

La sala murmuró, haciendo eco de su postura.

"Tienes razón. ¡Han sido demasiado indulgentes con esa mujer!", añadió alguien más mientras hacía girar su bebida. "Considerando la eminencia del señor Norris, unos simples rumores o incluso un par de aventuras no deberían molestar a su esposa, ¿no creen? ¿De verdad existe alguna mujer en el mundo que esté dispuesta a renunciar voluntariamente al título de señora Norris y exigir el divorcio?".

Albin estaba a punto de comentar algo cuando fue interrumpido.

"¿Quién de ustedes es el señor Kristopher Norris?".

Todos se giraron y vieron en la puerta a un repartidor ataviado en su uniforme de trabajo.

Confundido, Albin le preguntó: "¿Alguien aquí ordenó comida para llevar?".

Todos los presentes blandieron sus celulares y negaron al unísono: "Nadie pidió comida".

"¿No se habrá equivocado?", reflexionó alguien en voz alta, inclinando la cabeza con escepticismo. "¿O tal vez alguien está tratando de impresionar al señor Norris con un regalo? Tengo curiosidad por ver qué es".

Tras echar un vistazo rápido al documento que tenía en la mano, el repartidor afirmó sin rodeos: "Este es un acuerdo de divorcio, enviado por la señorita Carrie Campbell, quien pidió específicamente que le fuera entregado al señor Norris".