Capítulo 5 Ecos paralelos

La ciudad despertaba con su característico rugido: bocinas, pasos apresurados y el murmullo incesante de conversaciones en las aceras. Para Valeria, el día comenzaba con un café fuerte y un vistazo a las noticias. Pero esa mañana, al encender la televisión, una imagen familiar llenó la pantalla: Alessio Di Carlo, saliendo del tribunal con una expresión imperturbable, rodeado por cámaras y flashes.

«El caso contra el empresario Alessio Di Carlo sigue generando controversia» anunciaba la presentadora

«Se espera que la fiscalía revele nuevas pruebas en los próximos días, aunque los abogados defensores aseguran que no hay fundamentos para una condena»

Valeria apagó el televisor con un suspiro. Su trabajo no solo implicaba luchar contra él, en el tribunal, sino también soportar la presión mediática que venía con un caso tan visible. Cada paso que daba era analizado, cada palabra podía ser tergiversada. Pero estaba acostumbrada a eso.

Sin embargo, mientras se preparaba para salir, no podía evitar que una pregunta la acosara: ¿qué tan lejos estaba dispuesta a llegar para ganar?

En su ático, Alessio observaba los informes que le entregaron sus hombres. Cada movimiento de la fiscalía estaba siendo monitoreado. No dejaba nada al azar. Sin embargo, mientras revisaba los documentos, una foto se deslizó del montón. Era de Valeria, tomada en un café.

Alessio la tomó entre sus dedos, estudiando su expresión. Había algo en su mirada que lo desconcertaba, no era la típica abogada hambrienta de poder, había sinceridad en ella, una convicción que no había visto en mucho tiempo.

-Jefe, tenemos novedades -dijo Nico al entrar en la habitación.

-¿Sobre el caso? -preguntó Alessio, dejando la foto a un lado.

-No, sobre Valeria Santos-

Alessio levantó la vista, interesado, Nico le entregó un informe.

-Parece que no siempre tuvo una vida fácil. Su padre fue acusado injustamente de un crimen cuando ella era adolescente. Pasó cinco años en prisión antes de que lo liberaran por falta de pruebas. Eso la motivó a estudiar derecho-

Alessio frunció el ceño. La información añadía otra capa al retrato que estaba formando de ella. Ahora entendía su dedicación a la justicia, su pasión por defender a los inocentes.

-Interesante -murmuró, dejando el informe sobre la mesa

-Pero no cambia nada-

-¿Seguro?- preguntó Nico, con cautela y preocupación.

-Esta mujer podría ser un problema más grande del que pensamos-

Alessio lo miró fijamente, con esa intensidad que hacía que incluso sus hombres más leales sintieran un escalofrío.

-Yo decido quién es un problema, Nico-

Esa noche, Valeria se reunió con Laura en un bar después del trabajo. Necesitaba desconectar, aunque fuera por un par de horas.

-¿Cómo va el caso? -preguntó Laura mientras tomaba un sorbo de su cóctel.

-Intenso. Alessio Di Carlo es... complicado-

Laura arqueó una ceja.

-¿Complicado cómo?-

-Es inteligente, persuasivo. Cada vez que está en el tribunal, siento que intenta leerme, como si tratara de encontrar algo que pueda usar en mi contra-

Laura la observó con atención.

-¿Y eso te asusta?- Valeria negó con la cabeza.

-No. Pero me hace sentir que este caso no es solo legal, es personal-

Laura se inclinó hacia adelante, bajando la voz.

-Ten cuidado, Vale. Hombres como él saben cómo jugar con las emociones de las personas. Si te hace dudar, ya tiene ventaja-

Valeria asintió, pero sus pensamientos estaban lejos de la conversación. Sabía que Laura tenía razón. Sin embargo, por más que intentara evitarlo, algo en Alessio la intrigaba. Era como si detrás de su fachada peligrosa hubiera algo más, algo que no había sido capaz de descifrar y por alguna razón estúpida quería saber que era, su complejo de salvadora era tan estúpido en este momento.

***En el otro extremo de la ciudad, Alessio caminaba solo por el balcón de su ático. La ciudad a sus pies parecía tan pequeña, tan fácil de controlar, pero en su mente, el control que siempre había ejercido, sobre todo, empezaba a tambalearse.

Valeria no era como las demás personas que había enfrentado. No podía ser manipulada con dinero ni intimidada con amenazas veladas. Su fuerza provenía de un lugar genuino, y eso era algo que Alessio no estaba acostumbrado a manejar.

Mientras la noche avanzaba, ambos reflexionaban sobre el otro, separados por kilómetros de asfalto y edificios, pero unidos por un destino que no podían prever.

                         

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