Capítulo 4 Capítulo 4

Punto de vista de Emilia.

Mi entrada en la empresa sorprendió a mi asistente, Logan, quien me saludó con un grito entusiasta. Los demás empleados también me miraron con asombro.

Logan, al verme, preguntó: "¿Ha vuelto, señorita Guzmán? No ha pasado mucho tiempo desde que...". Sus palabras se desvanecieron mientras nuestros ojos se encontraban.

Decidí caminar hacia el ascensor, sintiéndolo siguiéndome de cerca.

"Infórmame sobre la situación de la empresa, Logan", pedí.

En el ascensor, él se aclaró la garganta y comenzó a explicar que el nuevo proyecto de condominio estaba en suspenso debido a la falta de fondos y que las ventas de las unidades estaban disminuyendo.

Sentí un nudo en la garganta, reconociendo que eso era resultado de mis acciones.

"¿Qué pasó con la propuesta de colaboración con Bienes Raíces RYD? Pensé que eran la mejor compañía de inmuebles".

Logan se rascó el cuello y admitió que el vicedirector ejecutivo interino no aprobó la carta de propuesta.

Me masajeé las sienes con cansancio y frustración. La idea de la propuesta fue mía, pero mi tío no la aceptó. ¿Acaso era estúpid*? Eso probablemente contribuyó a la crisis que enfrentaba Grupo Guzmán luego de tres años.

Suspiré profundamente. "¿Dónde está mi tío Arturo?", inquirí.

"Está en su despacho, señorita Guzmán", indicó.

Al llegar a mi oficina, me senté en mi silla giratoria y miré mi computadora. Había pasado tanto tiempo desde que estuve en el mismo lugar. Volver después de viajar en el tiempo se sentía surrealista.

Una vez más, dirigí mi atención a Logan: "Prepara una nueva propuesta de colaboración. La revisaré más tarde".

"Entendido, señorita", acató.

Miré los marcos de fotos en mi escritorio, deteniéndome en la imagen de mi abuelo, quien fue el presidente ejecutivo de Grupo Guzmán.

Un dolor en el corazón me recordó que en esta línea de tiempo, mi abuelo fallecería debido a mi elección de estar con Kayden. No permitiría que eso sucediera de nuevo, y tal vez, incluso era una de las razones de mi retorno.

Mi prioridad era asegurar el negocio familiar.

Me recosté en la silla giratoria, sintiendo el agotamiento emocional y físico. Casarme con Kayden Horrison no me había traído felicidad. Mi amor por él desde el principio resultó ser ingenuo.

La puerta se abrió repentinamente, revelando a mi tío Arturo con el ceño fruncido.

"¿Qué haces aquí, Emilia? ¿No te prohibió tu esposo seguir trabajando?", preguntó.

Con una sonrisa, respondí: "Soy la vicepresidenta ejecutiva, tío. No puedo abandonar mi puesto".

Contuvo el aliento mientras hablaba: "Estoy actuando como vicepresidente ejecutivo interino, Emilia. Deberías estar atendiendo a tu esposo en lugar de trabajar en la empresa".

Me puse de pie para enfrentarme a él. "Estoy a cargo del nuevo proyecto de condominios, tío".

"El proyecto está en suspenso porque sacaste los fondos antes de casarte", él apretó los dientes.

"Lo sé, por eso estoy aquí. Estoy buscando una forma de continuar con el proyecto".

Y Arturo intentó tomar el control de nuevo: "Yo tomaré tu lugar, Emilia. ¿Por qué no te vas a casa y seguir tu vida de buena esposa para tu marido?".

"Dije que estoy a cargo del nuevo proyecto, tío", le contesté con firmeza.

"Estoy cumpliendo tu rol, Emilia. No tienes que preocuparte".

Fruncí el ceño: "¿Cómo fue la colaboración con Bienes Raíces RYD? Serán de gran ayuda para recuperar nuestras caídas de ventas, tío. ¿Hablaste con el director general?".

Él apretó los dientes, clamando que podía vender unidades sin la ayuda de Bienes Raíces RYD.

"¿En serio? Entonces, ¿por qué están cayendo nuestras ventas?", pregunté.

"Es normal, Emilia. Los negocios tienen altibajos", se excusó.

Mis ojos se entrecerraron al responder: "No, tío. Grupo Guzmán no es así. Tu liderazgo es deficiente. En lugar de decirme qué hacer, deberías elaborar un plan estratégico. Yo haré mi trabajo y tú el tuyo".

Sus ojos se afilaron y replicó: "¿Desde cuándo te volviste arrogante, Emilia? No puedo creer que actúes con superioridad cuando eres una mujer sometida a tu esposo".

Contuve mi enojo. «Ya no. He aprendido de las dificultades», pensé, pero preferiría evitar discutir con él. "Te nombro como Jefe del Departamento de Administración, tío", indiqué.

"¿Hablas en serio, Emilia? Quiero tu puesto. Así que mejor no hagas chistes al respecto. Vuelve con tu esposo. Un hombre exitoso como él necesita una esposa sumisa. Deja la compañía en paz, puedo encargarme de esto", insistió.

Le lancé una mirada apática. "Puedes manejar la empresa, pero las ventas están disminuyendo, tío. ¿Es así como diriges el negocio?", arremetí.

"¿Estás cuestionando mis habilidades, Emilia? ¿Qué estás haciendo aquí? Tu esposo no quiere que trabajes, ¿o sí?".

Solté una risita y regresé a mi silla giratoria. Crucé las piernas y levanté la vista para encontrarme con su intensa mirada.

"Lamento informarte, tío, que estoy divorciándome de mi marido".

La sorpresa era evidente en sus ojos. Parecía que no podía creerlo, pero eso ya no era asunto mío.

Al no denotar inseguridad en mis ojos, jadeó. No pudo decir nada más antes de irse y cerrar la puerta con fuerza.

Mi asistente entró después, con rostro preocupado. Solo le dediqué una sonrisa tranquilizadora.

......

Lo encontré apoyado en el capó de mi coche, con la el ceño fruncido. Su expresión se volvió sombría al verme.

Apreté los puños. «¿Qué hace este desgraciado aquí? Le dije que se reuniera conmigo el viernes», pensé. Iba a pasar junto a él cuando de repente agarró mi brazo y me obligó a mirarlo.

"¿Me estás traicionando, Emilia?", habló.