Capítulo 5 Capítulo 5

*Punto de vista de Emilia*.

"¿Hablas en serio, Kayden? ¿Y eres tú quien lo dice?".

Sus mandíbulas tensas y sus ojos llenos de agudeza expresaban lo atónito que estaba, mientras yo no podía creer que él me acusara de algo que él mismo estaba haciendo.

"No encuentro otra explicación para esto, Emilia. O estás buscando a otro hombre o ya tienes a alguien más", expresó con seguridad.

"Sigue pensando en ello hasta que te empieces a sentir abrumado", lo burlé.

Dejé salir mi actitud feroz, y mientras caminaba hacia mi auto, maldije su ego que no aceptaba mi deseo de dejar ese matrimonio.

«Esto es solo el principio, Kayden», le dije en mi mente.

Pronto me pagaría todas las deudas que tenía conmigo. Más le valía empezar a acostumbrar al fracaso.

Fijándome con desaprobación en su mirada furiosa a través el espejo retrovisor, puse el auto en marcha. Mientras conducía por la carretera, una limusina me bloqueó bruscamente.

Mis ojos se abrieron de par en par. Reconocí al propietario de esa m*ldita limusina. Su obsesión por el lujo era bien conocida.

Kayden, que lanzaba improperios airadamente, bajó de la limusina y se acercó a mi auto. Golpeó la llanta y yo fruncí el ceño.

Trató de abrir mi puerta violentamente y golpeó mi ventana, exigiendo que la abriera.

Rodé los ojos. La noche era tranquila, y lo único que se escuchaba era a ese bastard* haciendo un alboroto.

"¡Emilia!", exclamó: "¡Dije que abrieras la maldit* puerta!".

Negué con la cabeza, lamentando haber programado la reunión para el viernes, porque sabía que arruinaría mi estado de ánimo, además no quería verlo.

"¡Emilia!", exclamó.

Abrí la puerta bruscamente, golpeando su costado. Me miró, intentó devolverme el golpe, pero logré esquivarlo y le devolví la bofetada.

En mi vida anterior, él me había torturado con sus palabras y con violencia una y otra vez. Ahora, en mi nueva vida, sentía la necesidad de devolverle lo que me había hecho.

Debí haberlo lastimado desde que renací. Lo merecía.

Me miró furioso, pero sostuve su mirada con determinación. Sus puños estaban apretados. Di un paso más cerca, desafiándolo.

"¡Adelante! Golpéame. Estoy segura de que este lugar tiene cámaras de seguridad para capturar tu agresión. Golpéame, Kayden", lo tenté.

Estaba sorprendido, miró a su alrededor y apretó los puños.

Me reí sarcásticamente al ver sus puños cerrados y cómo retrocedía, evitando golpearme. Ya no toleraba su actitud abusiva, y había sido estúpida por soportarlo. Había aprendido la lección de la manera más difícil.

"¿Qué es lo que quieres, Kayden? Te dije que nos encontraríamos el viernes. Viernes, Kayden. ¿Tan difícil es entenderlo?", reclamé.

Su expresión se ensombreció cuando dijo: "Hablemos de tus locuras, Emilia".

Levanté una ceja y me negué: "No".

"¿Tienes un amante a mis espaldas, Emilia? ¿Es eso?", señaló furioso.

"No soy tan vil como tú, Kayden. Puedo esperar a que nos divorciemos antes de tener relaciones con otro hombre. A diferencia de ti".

"¿Es eso cierto?", preguntó con sarcasmo. "Te mudaste de mi casa y quieres el divorcio porque tienes otro hombre en tu vida".

Respondí con una sonrisa serena: "No, Kayden. Me fui de tu casa porque necesitaba alejarme de mis errores, y quiero el divorcio porque no soporto más tu comportamiento cruel y salvaje. Estar relacionada contigo me repugna".

Intentó intimidarme levantando el brazo, pero mantuve la cabeza en alto y lo desafié: "¿Estás listo para ser un prisionero, Kayden?".

Se rio burlonamente y afirmó: "Solo intentas asustarme, Emilia. No te divorciarás de mí, ni tienes a otro hombre. Solo quieres que te siga y te adore como a un perro obediente. ¿Estoy en lo cierto? Me amas tanto que estás dispuesta a salvarme del averno".

Mi rostro reflejó lo triste y ofendida que estaba por sus palabras, que me recordaron cómo solía comportarme con él.

Continuó con sus provocaciones: "Estás enamorada de mí, Emilia. El divorcio no es una opción porque me necesitas, y estoy consciente de ello. Estás dispuesta a hacer lo que sea para atraer mi atención, incluso derrochar tu dinero por mí".

Mi expresión se volvió sombría mientras respondía: "Ese fue mi peor error, Kayden".

Separó los labios, pero se encontró incapaz de pronunciar palabra. Yo me limité a mirarlo, esperando que se disculpara por todas las cosas que me había hecho. ¿Acaso sabía que terminaría matándome en el futuro?

Una simple disculpa era todo lo que quería escuchar, pero el silencio me respondió. Solté una carcajada. ¿Por qué me molestaba, siquiera?

Al abrir la puerta de mi auto, él me empujó y me agarró del brazo nuevamente, intentando besarme, pero lo rechacé para luego darle una bofetada.

Mi pecho se movía con fuera debido a lo enojada que estaba. A pesar de eso, decidí que ya no sería la esposa sumisa que cedía ante sus acciones.

"Eres una mi*rda, y me das asco", le grité.

Lo vi desconcertado y asombrado por mi reacción. Claro, no so se esperaba que volviera a golpearle.

Con determinación, entré en mi auto y lo ignoré mientras él permanecía en su lugar, atónito. Antes de hacerlo, le había lanzado una gélida mirada.

Maldiciendo en silencio, tomé el volante. Sentía dolor en mi corazón porque amaba a ese cruel hombre que me estaba lastimando. Me dolía, no por cómo terminó todo, sino por haber desperdiciado mi vida en él.

Había malgastado la vida de lujo que mi abuelo me había proporcionado.

Había malgastado mi amor en un esposo sin valores ni remordimientos.

Lamentaba mi ingenuidad y ceguera en el pasado, pero ahora tenía la oportunidad de cambiar mi destino, y no la dejaría escapar.

Por el rabillo del ojo, vi a Kayden parado en su lugar, mirando mi auto. Ya no me importaba lo sorprendido que podía llegar a estar por mis acciones.

Necesitaba ver a mi amiga Camila. Sería la más feliz si le dijera que me estaba divorciando de mi malvado esposo.